30/30.ELECCIONES EN LA FRACTURA MEXICANA

Federico García Morales

“Carabina 30/30...” es verso de un corrido de la Revolución Mexicana. En estos días se vuelve hablar de 30/30/30—pero a raíz de la batalla electoral con resultados posiblemente muy apretados entre el PRI y dos fuertes opositores. La situación treinta-treinta ha venido a darse como consecuencia de las alzas y bajas muy violentas que han acompañado el reparto de los favores de una masa extremadamente volátil. Una volatilidad que sin embargo se da sobre gigantescas fracturas políticas. Donde se suman la quiebra de la capacidad del partido oficial Revolucionario Institucional para construir unanimidades, el hecho real de que desde hace algunos años las oposiciones gobiernan a casi la mitad de la población al haber conquistado gobernaturas y municipios, la imposibilidad siquiera de que se generara sobre ese ambiente un frente único de las oposiciones, ya que unas con percepciones de derechas y otras de izquierda, unas con un proyecto de pura “alternancia” y otras con propuestas de cambio de rumbo para la economía y la sociedad mexicana. Es esta una elección en una sociedad que muestra muchas fisuras, y vale la pena analizarla desde ese ángulo.

En el ambiente de la Globalización, México ofreció la primera fractura. En 1994 adelantó la crisis financiera que luego ha ido dando la vuelta al mundo. Sin embargo, internamente, la crisis del 94, que oficialmente trató de llamarse “los errores de diciembre”, ya que se intentó cargar a decisiones “equivocadas” del equipo económico gobernante, fue bien aprovechada ya que sirvió para integrar más adentro al país en la Globalización transnacionalizante, con la destrucción de miles de empresas medianas todavía vinculadas al viejo paradigma de “desarrollo hacia adentro”. Las devaluaciones colaboraron empujando todavía más abajo los salarios reales. En esta elección “las derechas” vienen a identificarse con la continuidad del modelo neoliberal, la plena asocación con los intereses transnacionales, y en esto vienen a coincidir –fracturados—PRI y PAN.

México es un país fracturado también de otras maneras: contiene una de las más abismantes grietas en el Tercer Mundo entre ricos muy ricos y pobres muy pobres. Es fácil indicar, sin necesidad de más exactas precisiones que al menos el 50% de la población vive en la pobreza, al punto de empujar diariamente la odisea sangrienta de la migración de los “mojados” hacia el Norte.

Y en el seno del abandono, de la marginación urbana, de los campesinos profundamente arruinados tras la contra-reforma agraria de Salinas, nos encontramos con otras fracturas entre la resignación conservadora y un deseo de cambiar las cosas que sin embargo se teme.

Hay en estos rumbos procesos históricos que se hacen valer: lo que a veces se llama, para darle un nombre al abandono, y adornar, por otro lado al discurso modernizante, “el rezago histórico”. Los indígenas de Chiapas se levantan-de acuerdo a esta teoría- por causa “del rezago histórico”. Y encima se les deja caer una “modernización” en la forma de un ejército efectivamente moderno. Pero podría también ponerse en la carga del “rezago” el manejo patrimonialista de la autoridad, un estilo en el ejercicio del poder resistente a desvincularse de la corrupción ,la puesta al remolque de todos tras parcelas caciquiles, todo lo que viene a conformar un conjunto más o menos oscuro de redes y líneas de poder, difíciles de desenmarañar, pero que tienen su centro en el nivel virreinal de la Presidencia, el cargo que en estos días se disputa entre varias oposiciones y el partido de estado tradicional.

En estos espacios, ¿qué podría estar separando al PRI del PAN –dejando de lado los asuntos religiosos (que también tienen algún peso) ‘? ¿Será el sólo afán de alivianar al estado , de modernizar la concurrencia de los capitales, restándole el costo de la corrupción, que sería lo que viene a definirse como “ una sociedad más democrática” en lo que viene a importar a una burguesía más consolidada? Un profundo escepticismo ciudadano acompaña al planteamiento de estas diferencias. Existe la experiencia de que la propia estructura del poder, del poder que concentra oportunidades económicas y que manipula , basta para transformar a cualquier reformador en un neo-priista. Por otra parte, en esta dialéctica con el poder que ha acompañado a la maduración de la burguesía mexicana, (hermana menor del PRI, en algún momento, y como desheredada de la Revolución), la gente hace sus inventarios de la larga trayectoria de alianzas entre el Gobierno y el PAN, las llamadas “concertacesiones”, sobre todo a lo largo de los dos últimos sexenios. Con ocasión de estas elecciones, se hacen estos “inventarios”. Es que es el México fracturado; tampoco esta burguesía está entera: una parte, es parte de las fuerzas del Gobierno, y no tiene bien establecidas sus desvinculaciones con el sector que se le opone. ¿ Será que una es más radicalmente globalizante, mientras la otra parte es simplemente “desnacionalizante”? Pero aún asi, todavía los espacios se mezclan.

El PRI, se conserva en el poder desde los años treinta, y en su instalación vino a cerrar, y tal vez a coronar los avances sociales de la Revolución. De allí viene la idea muy extendida, de que si en la actual crisis hay una solución para los problemas menudos de la gente, ésta debe venir del Gobierno, es decir, del Partido. Eso conduce a que en los niveles populares, mucha gente todavía espere doblegada “algo que no merece” y que viene como dádiva del Partido. Al menos los sombreros y los “lonches” para acompañar al candidato en sus reuniones públicas. Cuando no está reunido con los empresarios o con la crema del sistema.

Si en los años fundacionales, el Partido pudo experimentar con la hegemonía, poniendo a un lado las ofertas de una derecha filo-franquista que dio forma al Partido de Acción Nacional (PAN), mientras administraba paternalmente el crecimiento controlado de una burguesía posrevolucionaria, la continuidad autoritaria, las represiones y el despegue neoliberal le hizo perder al PRI el ala cardenista en 1988, que conformaría con otras fuerzas de izquierda al PRD.

En los años que transcurren entre 1988, en donde el PRI impone a su candidato Salinas, tras obscuras maniobras electorales y computacionales que se conocieron como “la caída del Sistema”, el PRI toma el programa neoliberal del PAN y lo empuja hasta sus últimas consecuencias, arrastrando en su torbellino la aceptación tácita de las otras fuerzas políticas. Desde entonces, hasta acá, el modelo que sólidamente conduce la reflexión económica en México, es el provisto por el “pensamiento único”. Ha llamado la atención que en estos años de fiebre privatizadora, no haya surgido una postura en ese país, que maneje una visión económica que firmemente se plantee como alternativa frente a los intereses privados y extranjeros. Cuando tras el avance de las oposiciones en la lucha gradual por conquistar gobernaturas, éstas, las del PAN y las fuerzas del PRD llegaron a ocupar posiciones en Baja California, en Chihuahua, en Guadalajara, en Guanajuato, en el DF, en Zacatecas, y en el pequeño estado de Tlaxcala—todos los gobernadores elevados por la oposición no escatimaron gestos de bienvenida a la inversión extranjera y “a la globalización que es irreversible”.

El eco de esta situación en pendiente histórica, se ha dejado sentir en el actual proceso electoral a donde convergen fuerzas que al menos en la apariencia se manejan unánimemente dentro del modelo, pero que sólo divergen en el aspecto administrativo.

Sin embargo, de tanto aceptar identidades y desprendimientos de toda laya, todas estas fuerzas abrigan en su seno más profundas fracturas.

En este panorama, y observando las preferencias que comienzan a demostrar los diversos estratos sociales, se puede advertir que los pobres van con Cárdenas, pero van también con Labastida (con gran confianza hasta ahora en el llamado “voto verde”-el del campo, que de alguna manera también, en las actuales condiciones es más fácil de coaccionar (al presente, en cierto sentido el PRI ha llegado a ser un partido campesino, que no campesinista, ya que ha perdido en las elecciones previas todas las grandes ciudades, empezando por el Distrito Federal). Los sectores altos y medio-altos están con Fox (del PAN), que confiado en ese apoyo, desarrolla tácticas de identificación con los reclamos de los sectores bajos en una campaña fuertemente demagógica, que busca sobre todo nulificar a la izquierda mexicana que viene plasmándose en torno al mensaje de Cárdenas. Los sectores altos se reparten entre PRI y PAN. Los sectores medios, estudiantes e intelectuales prefieren a Cárdenas, como lo han demostrado encuestas realizadas en las principales universidades, donde llega a alcanzar más del 50% de las preferencias. También habría que contar entre los que apuestan en estas elecciones, al establecimiento imperial, cuyas inclinaciones no se pueden desdeñar, que sostienen tanto a Fox como a Labastida. ¿ De qué modo se comportarán estas preferencias que examinamos a tan grosso modo, en las elecciones del 2 de julio ‘?

Ha habido hasta ahora una guerra de encuestas, en las que hay razones para no confiar. De todos modos, hasta ahora se ha notado: al principio un fuerte empuje de Fox que llegó a ocupar la mayoría de las preferencias, empuje que se vio afianzado por desprendimientos del PRI y de algunos políticos de izquierda (como Muñoz Ledo, que renunció a favor del candidato de derecha su propia minicandidatura, en un partido, el PARM, que ya se plegó por su parte al PRI), luego Fox ha empezado a experimentar un declive, después que la población ha comenzado a desconfiar de su excesiva demagogia y en el activismo en su favor de grupos ultras como “Pro Vida”, o el cinismo de intelectuales con debilidades americanas, como Jorge Castañeda. Labastida, el candidato del PRI., comenzó su campaña en la típica forma de “el bueno”, tras una “selección democrática” orquestada por el Presidente Zedillo, pero a lo largo de su campaña se dejó sentir el fuerte resentimiento que hay contra el sistema representado por su partido, que le era muy difícil de contener, al menos desde el nivel de su retórica. Últimamente, ya no le ha quedado otro recurso que buscar un repunte mediante la recuperación de los planteamientos populistas tradicionales en su partido, pero ha seguido bajando en sus preferencias. Su mayor fuerza se concentra hasta ahora en la “eficacia” de “la máquina”.Si Labastida está todavía con alguna ligera ventaja, o está en segundo o quizás en tercer lugar, no hay modo de saberlo con certeza. Cárdenas, en cambio, es el único de todos los candidatos que a lo largo de su campaña ha ido creciendo, sobre todo en credibilidad... y en masas. Es también el que se acerca más a un “modelo” de gobernante deseado en el inconsciente de esta gente que busca por sobre todas las cosas algún nivel de entereza, comprensión y de equidad. Los demás candidatos, tres más, Muñoz Ledo, Rincón Gallardo y Camacho, o ya han renunciado o no tienen posibilidades. Rincón Gallardo fracasó en plantear una salida socialista, al ponerse fuera de México, “en la tercera linea” planteando un socialismo sin revolución, y manteniéndose como una figura episcopal que sólo ofrece paz a los espíritus y no votar por Cárdenas. Camacho, ya se ve, sólo sostiene su candidatura para apoyar el logro de algunas ventajas para sus candidatos en el legislativo, pero su votación inevitablemente irá hacia Cárdenas.

Cabe tener presente que en estas elecciones, se está votando tanto para Presidente como para Legislativo, y que en la situación del 30/30/30 ninguna de las fuerzas tendrá un Congreso dócil. Y que aunque la votación Presidencial es dominante ante la opinión, en el segundo plano, las votaciones para el legislativo dan lugar a un abigarrado conjunto de fracturas y traspasos entre las fuerzas mayores, y hasta entre las menores. Fracturas que muestran más claramente todavía el peso que tiene en la situación electoral, el empobrecimiento ideológico y político.

Las candidaturas se han desplegado, como pueden sólo desplegarse en el interior de países en donde juega provocadoramente el sistema económico que hegemoniza la región. La estrategia central ha sido parar a Cárdenas, que los americanos vinculan simbólicamente con la Revolución mexicana, la Reforma Agraria y las expropiaciones petroleras del general Lázaro Cárdenas Para ello “democráticamente” los negocios han sostenido a la candidatura oficial y a una o varias “de oposición” que pudieran demagógicamente capturar los deseos de cambio en la sociedad, eliminando la solución cardenista. La candidatura que más eficazmente se prestó a este juego fue la del PAN. Con esta concurrencia, los negocios (triunfe el Pan o triunfe el PRI—dicen en EEUU) . no tendrían nada que perder. Fórmulas semejantes acababan de triunfar en Argentina, en Chile y también , de un modo algo más escandaloso en Perú. En Argentina bien pronto De la Rúa mostró sus preferencias corporativas y anti-obreras. En Chile, el segundo gobierno “socialista” es administrado por un gabinete económico neoliberal, duro y globalizante, En Perú, una oposición de farsa, manejada por Toledo, tuvo la “neoliberalidad” de regalarle el triunfo a Fujimori. ¿Por qué entonces no podría pasar algo así en México? Y de hecho, por un momento se creó la ilusión entre el sector financiero, la Iglesia y los caciques de siempre, que no había ya nada que arriesgar por cuanto las opciones –a las que decían algunos “intelectuales” debía plegarse Cárdenas, no eran otras que votar entre un PRI neoliberal y un PAN también neoliberal.

Sin embargo, la opción de Cárdenas ha seguido creciendo. Y esta vez sobre planteamientos en donde resurge con fuerza la idea de “un crecimiento hacia adentro”. De una vigorosa preocupación por los que menos tienen. Al parecer ya quedó atrás la “tentación” del “voto útil”. Se nota esto en las declaraciones de fuerzas sobre cuya postura a la izquierda del espectro, no se puede dudar. (véase declaración del EZLN en apoyo a Cárdenas.

Para México estas elecciones son cruciales. El país se va a enfrentar a una dura crisis de fin de sexenio, a una necesaria y profunda reforma constitucional, se enfrenta ya a un endurecimiento de las relaciones en la frontera norte, donde diariamente se asesina a quienes intentan migrar para salir de la desesperación y el hundimiento económico, el país entra también a un tiempo en donde aquí mas que en otros lugares del globo, se hace evidente el desastre económico a que puede llevar una economía globalizada al extremo—no es casualidad que en México el negocio bancario haya pasado en gran parte al capital extranjero. Bajo esas condiciones –y no son todas—se precisa de un remodelación radical del proyecto económico y de la organización política. Pero eso queda en el terreno de los proyectos. En el campo real, la situación 30/30 no se ve fácil de resolver, y puede conducir a una aceleración del conflicto social.

Y HAY todavía fracturas por venir: ante la evidencia que inevitablemente empezará a manar respecto a los resultados más posibles de la elección, quedará por ver las medidas muy desesperadas que pudieran adoptar sectores del PRI, si perciben un fracaso inminente. Y el peso que pudiera llegar a tener en la situación las acciones de sus muchas “máquinas”. Y “fracasar” para el PRI no es que su candidato pierda por un voto. Es ganar por un par de percentiles. Es que las oposiciones sospechan de la limpieza de este proceso electoral. Y a este respecto los comentaristas y los propios candidatos de oposición sienten que existe ese factor. Son setenta años de poder que están en juego, y al fin y al cabo, entre las tradiciones políticas de un país en donde el poder estuvo con una buena parte del cuerpo fuera de la legalidad, siempre fue muy importante “dejar atrás a quien te guarde las espaldas”. Y ese resguardo podría cesar, con todas sus consecuencias. La expectativa de derrota, en una clase política muy oportunista, y carente de lealtades ideológicas, pudiera generar también fracturas y estampidas mayores –el equivalente de la “bufada”, hacia el partido que se vea como vencedor, buscando transformarlo en su nuevo nido.

Una vez pasadas las elecciones, es posible que –si damos por descontada la derrota del PRI— no sobrevenga una situación de tranquila continuidad en donde simplemente las fuerzas se reagrupan según sus capacidades sobre todo al interior del Legislativo, que, según diversos articulistas, cobraría mayor importancia bajo cualquiera que sea el vencedor en el Ejecutivo. No debe perderse de vista aquí, que para toda la oposición la razón de ser, ha sido sobre todo la oposición al partido de estado. Aquí nos encontraríamos con la evaporación del objetivo, y el aparecimiento, entonces de otras “razones de ser” y probablemente de otros actores políticos, que a lo mejor ahora descubren sus raíces o llegan a alzar como objetivos verdaderas razones económicas, identificaciones de clase. De todos modos, lo que se puede apreciar, en resumen, es que este país fracturado está como dispuesto para más fracturas.

Pero estas son las elecciones, y a falta, y falta, de una postura claramente anti-burguesa y anti-imperialista, los que gobernarán después de la elección serán los capitanes del capital. Entre ellos, la única fractura que hasta ahora parece preocuparles proviene del triste estado de la economía mundial.

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El Universal
La Jornada
Elector2000
Alianza Cívica (ONG)
Agora Net
IFE Instituto Federal Electoral
PREP. IFE resultados preliminares

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