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Julio 2015

La epidemia del ébola: amenaza regional del África Occidental



Lic. Waldo Barrera Martínez*

wbarreram@uci.cu



Resumen

La aparición de la última epidemia del ébola en el África Occidental, pondría de manifiesto cómo la reducción de las brechas de salud que separan cada vez más a países ricos y pobres debe constituir una responsabilidad compartida por todos los Estados. La incapacidad de las autoridades locales y de los países donantes para fortalecer adecuadamente las estructuras sanitarias y educativas de las naciones afectadas, estarían en su origen, agravado por un sistema disfuncional de innovación y acceso a los medicamentos. La respuesta, se convierte en escenario de la nueva diplomacia internacional, cuando pequeñas economías como la de Cuba se unieron a potencias como EEUU y el Reino Unido para desplegar un ejercicio de ayuda a los países africanos.

Palabras clave: epidemia del ébola, África Occidental, ayuda para el Desarrollo, Organización Mundial de la Salud (OMS), salud pública, pobreza.



INTRODUCCIÓN



El ébola es una enfermedad infecciosa relativamente nueva provocada por un virus que afecta a seres humanos y primates no humanos. El primer brote epidémico de la también conocida como fiebre hemorrágica ébola del que existen registros, ocurrió en junio de 1976, en Nzara, Sudán del Sur, ocasión en la que enfermaron 284 personas y murieron más de la mitad. Semanas después, surgió un nuevo brote, con renovada fiereza, en el pequeño poblado de Yambuku, cerca del río Ébola, en Zaire, hoy República Democrática del Congo, que costó la vida a 280 personas de las 318 contagiadas. Desde entonces, han tenido lugar alrededor de 25 brotes que han llevado a la tumba a entre el 50 y el 89% de los enfermos (Cevallos, 2015).

Un murciélago del tipo Mops condylurus, se presume como el desencadenante de la actual epidemia en África, según revela un estudio del Instituto Robert Koch, de Alemania, publicado por la revista científica Embo Molecular Medicine. El primer caso detectado, en diciembre de 2013, fue en una aldea guineana entre un grupo de niños que solían jugar con quirópteros de ese tipo escondidos en el tronco de un árbol, según descubrió el equipo. Los investigadores hallaron entre los restos quemados de la planta, huellas genéticas del murciélago portador del virus desde antes de estallar la epidemia. En restos de otros de estos animales se hallaron asimismo anticuerpos del ébola (El Nuevo Día, 2014).





La epidemia de la enfermedad del virus del ébola de 2014, en lo adelante designado con las siglas EVE, ha sido la más grande registrada, afectando a varios países en África Occidental e incluso de otras regiones del mundo.

Es una enfermedad muy grave y generalmente mortal, cuyos síntomas pueden confundirse fácilmente con los de otros padecimientos: fiebre, dolor de cabeza, abdominal y muscular intensos, debilidad general, diarrea, vómitos y en algunas ocasiones hemorragias inexplicables. Estos pueden presentarse a los dos días del contagio y hasta 21 días después. Para realizar un diagnóstico preciso se requieren métodos de laboratorio complejos inalcanzables para la mayoría de los hospitales y clínicas, menos aún en países tan pobres como los de África occidental. Por ello los médicos confundieron los primeros casos con otras enfermedades endémicas de la región, como la malaria, fiebre de Lassa, tifus y el cólera, pasando desapercibido el comienzo de la epidemia por varios meses. Los primeros en percatarse de que algo fuera de lo común estaba pasando fueron los miembros de Médicos sin Fronteras (MSF) desplegados en el territorio, y poco después un equipo de epidemiólogos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La verdad sería develada gracias al análisis de las muestras de algunas de las víctimas realizados en los laboratorios de máxima seguridad (BSL-4) de los Institutos Pasteur, en Lyon, Francia, en Dakar, Senegal, y en el Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical de Hamburgo, Alemania (Cevallos, 2015).

Los brotes anteriores de la enfermedad habían ocurrido en ambientes rurales y pueblos con baja densidad poblacional. Las medidas de control aplicadas entonces resultaron muy eficaces; en general consistentes en evitar que los hospitales se convirtieran en focos de infección, debido a que los médicos y enfermeras sin el adecuado entrenamiento y equipos de protección, se vuelven vehículos de propagación del virus; la concientización de la población sobre cómo disponer de sus muertos y el rastreo de todos los contactos de cada nuevo enfermo para monitorearlos y confinarlos en hospitales, caso de aparecer síntomas de la infección (Cevallos, 2015).

El presente trabajo pretende analizar las particularidades de la evolución de la epidemia de ébola de 2014 como una amenaza regional en el África occidental, sus consecuencias y el papel de Cuba y otros actores internacionales en su enfrentamiento.



DESARROLLO



El 28 de diciembre de 2013, Emile Ouamouno, una niña de dos años de edad y su hermanita mayor Philomena, fueron las primeras víctimas del nuevo brote, surgido en Meliandou, pequeña aldea de una zona boscosa enclavada al sur de la República de Guinea, muy cercana a las tenues fronteras de Liberia y Sierra Leona, donde el tránsito de personas, animales y enseres tiene pocas restricciones (Cevallos, 2015).

Determinadas características de las Repúblicas de Guinea, Liberia y Sierra Leona las hacen proclives a padecer todo tipo de epidemias: en todos los casos han vivido décadas de guerras civiles y sufren de las consecuencias de la explotación y corrupción en grados escandalosos; se encuentran dentro de los 15 Estados más pobres del planeta con una altísima tasa de mortalidad infantil y la esperanza de vida en el mejor de los casos es de sólo 59 años; la tasa de desempleo formal es igualmente elevada y la mayor parte de sus habitantes vive de la agricultura de temporal, la minería y sobreexplotación de los recursos forestales, actividad clave para entender el origen de la reciente epidemia. La fragilidad extrema de los sistemas de salud locales, situados en el vagón de cola de la atención sanitaria global, los hacían incapaces de enfrentar el avance de la enfermedad. Una vez que la infección escapó de las zonas rurales aisladas para establecerse en zonas urbanas altamente pobladas, el contagio persona a persona resultó prácticamente imparable. Las proporciones de la epidemia, sobre todo en Sierra Leona, hacían las medidas anteriormente aplicadas insuficientes. Basta decir que en este país sólo existían 100 médicos registrados y en Liberia 44 doctores, 1.131 enfermeros y 335 farmacéuticos para una población de 4,2 millones de personas, según Afri-dev.info (Instituto de Salud Global de Barcelona, 2015). De tal modo, en ambos países la tasa de médicos por cada 10.000 personas era de solo 0,2 y 0,1, respectivamente, frente a una media de 2,6 en África Occidental (Médicos Sin Fronteras, 2014).

Además, la falta de infraestructura de salud obligaba a las personas sospechosas de estar infectadas o ya aquejadas de la enfermedad a quedarse en casa, con el consiguiente riesgo para familiares y el entorno cercano. Muchos centros sanitarios permanecían cerrados o vacíos. Las personas no buscaban tratamiento para enfermedades comunes por temor a ser infectados. Aun en los hospitales, la falta de equipos de protección, sobre todo en los inicios, provocó que un número importante de médicos y enfermeras sufrieran el contagio y sucumbieran al mal. Como consecuencia, muchos otros tenían miedo de acudir al trabajo. El número de enfermos era tan grande que resultaba imposible rastrear todas las cadenas de contagio y los intentos del gobierno por evitar el movimiento de personas en las zonas conflictivas resultaban infructuosos y causaban el enfrentamiento directo entre soldados y pobladores (Cevallos, 2015).

Para acelerar las medidas contra la EVE de 2014, el 31 de julio de 2014, se celebra una reunión ministerial en Accra (Ghana) y establece un centro de coordinación de operaciones en Conakry (Guinea). La magnitud de la epidemia llevó a los Gobiernos de Guinea, Liberia y Sierra Leona y a la OMS, a presentar un plan inicial de respuesta donde establecían los principales pilares de acción, basado en la situación existente en aquel momento y una estimación inicial de los recursos necesarios. Luego, la situación se complicaría aún más con la propagación a Lagos (Nigeria) y la aparición de otros casos en países de la región y fuera de ésta. En agosto de 2014, de conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional, la Directora General de la OMS, convocó un Comité de Emergencias que decidió declarar el brote de la EVE como una emergencia de salud pública de importancia internacional y difundir recomendaciones temporales destinadas a reducir el riesgo de propagación internacional (OMS, 2014).

Un factor que obstaculizó la respuesta inicial a la crisis fue la lenta y descoordinada respuesta internacional. A mediados de agosto de 2014, cuando el brote aún no había alcanzado la virulencia posterior, MSF calificó la respuesta internacional de "inexistente", lo cual permitió que el virus alcanzase zonas urbanas altamente pobladas (Instituto de Salud Global de Barcelona, 2015).

Ante la grave situación, resultaba paradójica la rápida respuesta militar de varios países encabezados por Estados Unidos para combatir al Estado Islámico (EI), sin escatimar recursos y cuyos costos estimados eran de 20.000 millones de dólares (Concepción Pérez, 2014).

El brote sería descrito por la OMS como la emergencia sanitaria más severa vista en los tiempos modernos, ante la cual el mundo estaba mal preparado para brindar una respuesta efectiva. De los 1.000 millones de dólares solicitados previamente por la ONU, el 29 de octubre de 2014 sólo se habían recibido alrededor de 310 millones (Nodals García & Roque Roque, 2014). Otras fuentes afirmaban que para ese mes, el Banco Mundial había movilizado 400 millones en asistencia de emergencia para los tres países más afectados, en una acción coordinada con las Naciones Unidas, mientras que el Fondo Monetario Internacional liberaba 130 millones en créditos (Pozzi, 2014). El 6 de noviembre, la UE anunciaba por su parte, la asignación de 1.000 millones de euros para atender el problema, además de contribuir con 280 millones de euros para la investigación básica y aplicada sobre el virus para el desarrollo de fármacos, vacunas y sistemas de diagnóstico. Holanda envió un barco con ambulancias, hospitales móviles, laboratorios y otros equipos. Estados Unidos, por su parte, destinó más de 2 000 millones de dólares para combatir la EVE, desarrollar fármacos y vacunas, y prepararse para contender una posible contingencia sanitaria dentro de sus fronteras (Cevallos, 2015).

Cuba, por su parte, a sólo cuatro meses de declarada la emergencia internacional por la enfermedad, se colocaba a la cabeza en el apoyo médico directo en el combate contra la epidemia. Acudiendo al llamado de la ONU y la OMS, fue la primera en enviar un contingente de colaboradores de la salud a los territorios impactados. Mientras EEUU y Gran Bretaña enviaban miles de tropas y prometían junto a otros países, una ayuda que aún en ese momento no se materializaba en los niveles requeridos, el contingente cubano de la brigada Henry Reeve, integrada por 256 especialistas de la salud, brindaba una respuesta rápida, concreta y operativa, en apoyo a los sistemas de salud de las áreas afectadas. La misma viajó en octubre del 2014 y trabajó en Sierra Leona y Liberia, donde lograron salvar la vida a más de 400 personas, además de la realización de múltiples labores de prevención (Juventud Rebelde, 2015).



Desde el punto de vista institucional, la UNICEF y sus aliados llevaron a cabo un grupo de acciones, entre ellas:



La OMS, por su parte, ha venido trabajando en los países afectados por la (EVE) con el fin de ayudar a la Misión de las Naciones Unidas para la Respuesta de Emergencia al Ébola (UNMEER) a cumplir sus objetivos. Entre sus acciones se encuentran:



Total de casos y días desde el último caso hasta el 15 de abril de 2015





En lo relativo a las pérdidas ocasionadas por la epidemia, el Banco Mundial revisaba su evaluación sobre el impacto económico. La cifra estimada en octubre de 2014 era de 32.600 millones de dólares (25.800 millones de euros) para fines de 2015. En el escenario más negativo previsto en aquel momento, las pérdidas para la región en términos de riqueza nacional bruta se calculaban en 25.200 millones en 2015, sumados a los 7.400 millones proyectados para 2014. La cifra combinada resultaba 2,5 veces mayor que el PIB de los países afectados. El estudio de impacto de la EVE, publicado un día después que el Banco Mundial presentara sus previsiones para el conjunto de las economías de África, proyectaba una expansión del 5,2% en el continente en 2015 y 2016, lo que significa un repunte de seis décimas frente a 2014, dependiendo de cómo se extendiera la enfermedad antes de contenerse (Pozzi, 2014).





En la población infantil la epidemia ha tenido consecuencias devastadoras. De las más de 24.000 personas contagiadas hasta marzo de 2015, unas 5.000 eran niños; o sea, 1 de cada 5 enfermos. Más de 16.000 niños habían perdido a uno o ambos progenitores, o a sus cuidadores más directos, y unos 5 millones dejaron de recibir varios meses de clases, haciéndolos aún más vulnerables. Además, para muchos de los 9 millones de infantes de las zonas afectadas, la EVE ha constituido una experiencia aterradora. Se trata de niños que han sido testigos de la muerte y el sufrimiento, las cuales no alcanzan a comprender (UNICEF, 2015a). 

Las consecuencias del presente brote han resultando en general devastadoras para las familias y comunidades de los países más directamente afectados. A los casos de ébola, deberán sumarse los daños colaterales sobre los sistemas de salud y economías locales, que podrían verse afectadas durante años por los efectos derivados de la epidemia.

La EVE en África ha creado una emergencia de salud sin precedentes. Es una de las epidemias más virulentas y violentas de la historia reciente, donde 18,7 millones de personas están en riesgo, de las cuales 9,8 millones son niños y jóvenes menores de 20 años (UNICEF, 2015b).



Países con contagio generalizado



País

Casos totales (presuntos, posibles y confirmados)

Casos confirmados en el laboratorio

Total de muertes

Guinea

3565

3136

2358

Liberia1

10042

3151

4486

Sierra Leona

12265

8573

3877

Total

25872

14860

10721

Otros países afectados2



Nigeria

20

19

8

Senegal

1

1

0

España

1

1

0

EE.UU.

4

4

1

Mali

8

7

6

Reino Unido

1

1

0

Total

35

33

15

Fuente: CDC, actualizado hasta el 21 de abril de 2015 (CDC, 2015)



Aunque existen ya signos muy alentadores, como el hecho de que Liberia no haya registrado ningún caso desde el 20 de febrero de 2015, para proteger a todos los niños y sus comunidades es imprescindible derrotar a la enfermedad mientras se trabaja para restablecer los servicios básicos (UNICEF, 2015b).

Desde el punto de vista médico, no existe hasta el momento ningún medicamento específico para el tratamiento de la enfermedad. Sus síntomas son tratados a medida que aparecen, aunque una intervención temprana con algunas medidas paliativas básicas puede tener un efecto determinante en las posibilidades de supervivencia del paciente. No obstante, la crisis actual aceleró las pruebas sobre tratamientos y vacunas con la esperanza de frenar el avance de la enfermedad en el mediano plazo. En tal sentido, algunas pruebas recientes de nuevos medicamentos en primates han resultado alentadoras.

En cuanto a las nuevas vacunas, en marzo pasado, científicos reportaron que dos de las candidatas parecieron seguras y alentaron una respuesta inmune contra la EVE en voluntarios en Liberia (Noticieros Televisa, 2015). La vacuna candidata rVSV-ZEBOV, desarrollada por la Agencia de Salud Pública de Canadá y autorizada para su fabricación a la compañía estadounidense NewLink Genetics, ha sido estudiada en más de 800 personas en África, Canadá, Europa y Estados Unidos. Los resultados preliminares mostraron un perfil de seguridad aceptable e indicaron que produce una respuesta inmune. En este momento, las pruebas clínicas de varias posibles vacunas se encuentran en diversas etapas, pero ninguna ha sido autorizada aún para su uso en humanos (Inician pruebas de vacuna contra el Ébola en Sierra Leona, 2015).

Por otro lado, aunque las actuales líneas de investigación rindieran frutos en el corto plazo, las posibilidades de garantizar una producción a escala de tratamientos y vacunas son escasas, según advirtió la revista Science Insider (Instituto de Salud Global de Barcelona, 2015).

La OMS ha reconocido recientemente que su respuesta inicial ante la epidemia resultó lenta e inapropiada, no siendo lo suficientemente agresiva a la hora de alertar al mundo; su capacidad de reacción fue limitada e ineficaz en la coordinación con otros organismos; hubo deficiencias en la comunicación de riesgos y confusión de papeles y de responsabilidades dentro de la propia organización. Así lo declaró la propia directora general de la organización, Margaret Chan, al referirse a la gestión llevada a cabo, luego de casi 17 meses de desarrollo desde el primer caso (Naranjo, 2015).

El Banco Mundial ha reconocido también que la crisis y su impacto económico podrían haberse evitado si se hubiera apoyado la inversión para reforzar los sistemas de salud en los países afectados (Pozzi, 2014).



CONCLUSIONES



Algunas de las lecciones que la crisis de la EVA ofrece a la hora de abordar algunos de los grandes retos que se presentan de la salud mundial, según el Instituto de Salud Global de Barcelona, son las siguientes:


La epidemia provocada por la EVA será doblemente trágica si no son corregidos los errores e insuficiencias que la provocaron. Existe el riesgo de que los países más ricos se desentiendan nuevamente del asunto, como ha ocurrido en España y otros países, tras la alarma creada debido a la presencia de algunos casos dentro de sus fronteras. Si bien el avance general ha sido detenido, los actores locales e internacionales deberán ofrecer una respuesta que permita contrarrestar, prevenir nuevos casos y sentar las bases de un modelo de cooperación internacional en salud, que refleje los riesgos e intereses comunes a los que hace frente la humanidad del siglo XXI.



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(*) Lic. Waldo Barrera Martínez.

wbarreram@uci.cu

Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI). Licenciado en Historia en la Universidad de La Habana (2013) y aspirante a investigador. Maestrante de Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales. Se desempeña actualmente como editor y community manager del blog institucional Jóvenes por los 5, de la Universidad de las Ciencias Informáticas. Es autor de varios artículos que aparecen publicados en varios sitios de internet, revistas y memorias de eventos.



1 El 20 de marzo de 2015 se confirmó el último caso de EVE, no identificándose otros durante los 21 días en que se monitorearon los contactos relacionados con el mismo. La OMS es la responsable de determinar cuándo Liberia será declarada libre de transmisión del virus.

2 Actualmente no existen casos de la EVE en Senegal, Nigeria, España, Estados Unidos, Mali ni en el Reino Unido.

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