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Noviembre 2015

El último referendo: Revés autonómico indígena pachamamista en Totora Marka


Pedro Portugal Mollinedo
Pukara

Lo de Totora Marka demuestra que la autonomía indígena entendida como esencialismo indigenista existe sólo en la planificación de ONGs y en la cabeza de personas interesadas en fomentar ese mito.

El 20 de septiembre de este año se realizó el referendo para la aprobación de los estatutos autonómicos en los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba, los municipios de Tacopaya, Cocapata y Huanuni y también los municipios en conversión a autonomías indígenas de Totora Marka y Charagua. El resultado en estos dos últimos municipios indígenas era esperado con atención, pues su resultado habría de confirmar o desmentir lo acertado de la política de transformación plurinacional impulsada por el gobierno.

En efecto, el actual Estado en Bolivia se denomina “plurinacional”, pero en los hechos aparte de la “nación boliviana” ninguna otra “nación” tiene reconocimiento legal en este nuevo Estado, lo que coloca a la plurinacionalidad como pura plurinominalidad: un título sin contenido real.

Se esperaba, por tanto, que la aprobación de los estatutos autonómicos en Totora Marka y Charagua sea el inicio de una transformación plurinacional. Ese inicio era tanto más ansiado en ambientes del gobierno, cuanto que, en general, los indígenas desde el principio habían demostrado poco entusiasmo por esa política de autonomías. La directora general de la Dirección de Autonomía Indígena Originario Campesina, Magaly Espinoza, informaba el año 2011 “que de los 337 municipios que hay en el país, apenas 11 asumieron y encaran ese proceso de transición” (1). Para resaltar esa apatía, en el tiempo hubieron deserciones entre esos 11, la más notable la de Jesús de Machaca, remarcable porque esa opción era alentada desde hace tiempo por ONGs e instituciones relacionadas con la orden de los jesuitas, y de peso sustancial en la aplicación de políticas públicas en el mundo indígena, entre ellas la más conocida: CIPCA.

Ese modelo autonómico despertaba mayor curiosidad entre los grupos indígenas de tierras bajas, debido a que los programas de Territorios Comunitarios de Origen habían sido ya desarrollados durante el gobierno neoliberal de Sánchez de Lozada. Empero, entre los 11 municipios que al inicio optaron por las autonomías indígenas, sólo 1 representó a las tierras bajas, el de Charagua en Santa Cruz.

Un proceso que presagiaba su fracaso

En el referendo del pasado 20 de septiembre, en Charagua fue aprobado su estatuto al obtener el 53,25 % de los votos (el “no” logró el 46,75%). En Totora Marka, sin embargo, el “sí” obtuvo el 29,96% de los votos y el “no” el 74,04% (2). El triunfo del “no”, y su contundencia, hace que el caso de Totora Marca sea digno de ser analizado. Ello fue también entendido de esa manera por el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia, el cual a través del Servicio Intercultural de Fortalecimiento Democrático, SIFDE, organizó el 1 de octubre 2015 un conversatorio para discutir esta situación. Ese conversatorio estuvo ilustrado por el informe del consultor Paulino Guarachi, trabajo esencial que utilizamos para este artículo (3).

Ese informe indica que en principio la decisión para el acceso de Totora Marka a la Autonomía Indígena Originaria, AIOC, fue unánime en esa población, expresada en el tantachawi (asamblea comunal) del 3 de mayo de 2009. El 6 de diciembre de 2009 los comunarios aprueban con un 74,56% de votos el acceso a la AIOC, en el referendo de esa fecha.

Es curioso que el porcentaje de personas que el año 2009 aprobaron el inicio del camino a la Autonomía Indígena (75,56%), sea sensiblemente el mismo que el 2015 rechazó sus Estatutos (74,04%). ¿Qué sucedió en ese camino?

Paulino Guarachi, en el informe que comentamos, señala que surgieron complicaciones en la elaboración del Estatuto Autonómico. Esas complicaciones influyeron en el largo período dedicado a su redacción y aprobación. Recién el año 2011 en un tantachawi se aprueba ese Estatuto, en presencia de Claudia Peña, Ministra de Autonomías. La demora se explicaría por la reorganización que tiene lugar en mayo del 2011 el órgano deliberativo de Totora Marka, del cual asume su dirección Policarpio Ancari. Además, recién en febrero del 2014 el Tribunal Constitucional, entrega su informe sobre constitucionalidad del Estatuto, una vez salvadas observaciones previas.

Emergen elementos que habían sido soslayados

Hasta ahí, pese a la demora en la aprobación de los Estatutos, todo hace pensar que en tierras altas, por los menos en Totora Marka, los indígenas marchan decidida y arrojadamente a concretar una de las primeras autonomías indígenas en Bolivia. Sin embargo, a nivel nacional lentamente, conforme pasa el tiempo, los presupuestos pachamamistas y culturalistas que guían las políticas del gobierno respecto a los indígenas se van enfriando y decantando. Ello, empero, no disminuye el entusiasmo de algunos en el proceso de Totora Marka, pues ven ahí la justificación de sus convicciones y la prueba final de la justeza de sus compromisos.

Ese “grupo de apoyo”, que será el más dolido con los resultados del referendo, confía en el triunfo final del “si”. Sin embargo, el paso del tiempo hace posible que emerjan, poco a poco, elementos que el entusiasmo inicial había soslayado. Policarpio Ancari, según Paulino Guarachi, indica que el tiempo en que se tardó la aprobación de los Estatutos jugó a que estos perdieran la novedad que tenían: “...el 18 de diciembre de 2011, habíamos terminado de cocinar, durante los cuatro años, se enfrió y fermentó la comida, no es posible comer, ahí tenemos los resultados.”

Empero, cuando una política es acertada el tiempo la fortifica, no la diluye. Por otro lado, la referencia que hace Ancari sobre la “comida que se enfrió” respecto a los trámites del estatuto, nos remite más bien a la definición que de “cocinar” se hace en los ámbitos políticos en Bolivia, cuando se trata de definir la improvisación de políticas al calor de conveniencias momentáneas. Tal parece, entonces, que la autonomía indígena era un plato preparado al calor de convicciones y oportunidades que el paso del tiempo las volvió inadecuadas e indigestas.

Paulino Guarachi indica otro factor que explicaría el triunfo del “no”: el cambio de autoridades que hubo en Totora Marka. Cada año se mudan autoridades originarias, lo que habría incomodado la continuidad de los trámites respecto a la autonomía. Además, la mayoría de esas autoridades tradicionales “son residentes, no estuvieron presentes y no conocen el contenido del Estatuto”. En realidad ese argumento destruye justamente otro de los mitos en que asientan la interpretación hasta ahora vigente de las autonomías indígenas, al demostrar cómo lo que se quiere reivindicar —la implantación de autoridades tradicionales según usos y costumbres— es más bien contraproducente para las formas contemporáneas de administración y decisión política. ¿Si la rotación de autoridades (el muyu) afecta la continuidad de un simple trámite, no afectará más la gestión coherente de una autonomía?

Ese argumento demuestra también cuán falsa es la idea romántica de las comunidades indígenas como formas estables de vida tradicional, pues si sus autoridades tradicionales son residentes, es decir, viven en otras ciudades, con mayor razón lo hacen la mayoría de sus habitantes.

El informe al que hacemos referencia señala también que ganó el “no” por la contradicción entre las autoridades existentes, municipales, y las posibles futuras autoridades tradicionales. Es de hacer notar que la autoridad municipal en Totora Marka es del MAS, lo que da la curiosa experiencia que quienes contribuyeron al fracaso de una de las políticas nacionales de ese partido fueron militantes del mismo partido imbuidos en la política local. Una demostración, si se quiere, de la discordancia entre postulados generales y realidades concretas.

El indígena contra una autonomía que lo busca suplantar

El día del referendo se constató un frente unido indígena contra la «autonomía indígena». Ese frente estuvo constituido principalmente por los residentes (que, como indicamos, son quienes están establecidos en las ciudades), los grupos religiosos cristianos, los profesores y los jóvenes de Totora Marka. Cada uno de estos grupos desarrolló argumentos contra la autonomía indígena. Los residentes indicaban que “la autonomía originaria es retorno al pasado en tiempos de modernidad” y que, a pesar de ello, esa autonomía iba a ejecutar políticas tan modernas como las de obligar “a pagar impuestos por las tierras y ganados”.

Por otro lado, los grupos religiosos cristianos señalaron que “con el muyu y el sara thaki y el Estatuto nos obligan a venerar a la pachamama, a pijchar coca, challar y beber alcohol”, prácticas contrarias a sus convicciones religiosas. Los profesores señalaban los arcaísmos de ese Estatuto y atemorizaron a la población afirmando que si se aprobaba la autonomía “las escuelitas se van a cerrar porque el gobierno dirá que ahora son autónomos y no habrá dinero para pagar a los profesores”.

Finalmente, los jóvenes principalmente se pronunciaron contra la autonomía al contestar uno de sus principios básicos: el turno de autoridad por rotación. La mayoría de esos jóvenes desempeñan actividades económicas que nada tienen que ver con la rotación de cargos basadas en las actividades agrícolas. Por otro lado, la responsabilidad política la interpretan los jóvenes como vocación inscrita en los cánones modernos y no como obligación tradicionalista. Uno de ellos habría declarado lo irrisorio, en su opinión, del sistema de turnos: “con el sistema de muyu tendría que esperar 36 años en ser autoridad”.

El fiasco del esencialismo Indigenista

El referendo sobre los estatutos en Totora Marka señalizó una polarización entre partidarios y oponentes a la autonomía indígena. Desembozó contradicciones y oposiciones que existían desde hace tiempo, pero que recién pudieron expresarse. En realidad, el no a esos estatutos unió a la casi totalidad de los indígenas de Totora Marka, a tal punto que Paulino Guarachi indica: “Los actores por el SÍ a la autonomía fuimos personas e instituciones externas (CIPCA, Fundación Construir, Ministerio de Autonomías)”. Esa confesión confirma lo señalado por varios analistas, nosotros entre ellos, en sentido de que las autonomías indígenas en particular, y en general las políticas indígenas en el actual gobierno, han sido fruto de presiones externas antes que respuestas al deseo intrínseco de las comunidades indígenas.

Lo de Totora Marka muestra que las autonomías indígenas entendidas como esencialismo indígena posmoderno, que se expresaría en la aplicación de supuestas formas indígenas de administración, existe sólo en la planificación de instituciones y en la cabeza de personas interesadas en fomentar ese mito. La literatura sobre esas autonomías abunda en términos como sara thaki, muyu, mallkus, tamanis, awatiris, etc, que hacen oficio de cortina de humo para ocultar la verdadera naturaleza sociológica de esas poblaciones. Esos términos, y los conceptos que los articulan, juegan sobre todo en el imaginario del no indígena, mientras que son rechazados por los verdaderos indígenas.

El caso de Totora Marka ha demostrado que el verdadero indígena no responde a los clichés con el que hicieron carrera varias ONGs y sus operadores. El indígena contemporáneo está incluido en los factores sociales y económicos actuales. Toma de ellos sus referencias, pues los asume a través de su identidad que es histórica. Se mueve en el mundo urbano y articula su economía con la del mundo globalizado. Es católico, evangélico o libre pensador y el pachamamismo le resbala.

Es sintomático que uno de los principales sectores oponentes al estatuto en Totora Marka haya sido el de la juventud. Ello le valió ser calificado por algunos desorientados —como el viceministro de autonomías indígenas—, en tanto “desarraigados”, personas “que no llevan la esencia de los originario”. En realidad, Totora Marka demostró que los desarraigados y quienes exhiben cierta “esencia de lo originario”, son a los q’aras que desarrollaron un mito, a fin de justificar su deslices y licencias de oportunidad política.

En conclusión, las autonomías indígenas tal como fueron concebidas están en un callejón sin salida. Solo una transformación radical en sus conceptos y prácticas operativas puede darle alguna oportunidad de sobrevivencia. Pero ello parece misión imposible para la actual administración, pues es notoria la falta de aparato conceptual y de recursos humanos para tal tarea. Además, las actuales autonomías indígenas, y en general toda la aproximación al mundo indígena por parte del gobierno, está encadenada en el pachamamismo, expresado incluso en la Constitución Política del Estado.

NOTAS

1) De los 337 municipios , sólo 11 asumieron autonomía indígena originario campesina. Los 11 municipios que asumieron la transición autonómica fueron: Jesús de Machaca y Charazani, en La Paz; Pampaullagas, Totora, Chipaya y Salinas de García Mendoza, en Oruro; Chayanta, en Potosí; Huacaya, Mojocoya y Tarabuco, en Chuquisaca y Charagua en Santa Cruz. http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/nacional/20110630/de-los337-municipios-solo-11-asumieron-autonomia-indigena-originario_131924_267282.html

2) Resultados Finales del referendo para la aprobación de Estatutos Autonómicos y Cartas Orgánicas 2015, Tribunal Supremo Electoral, La Paz, 2015.

3) Paulino Guarachi, Totora Awki Marka, en el referendo perdió el sí. Documento de discusión, La Paz 1 de octubre de 2015. Todas las referencias conciernen ese documento, salvo que se haga notar lo contrario.

PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Nº 111 noviembre 2015. Qollasuyu Bolivia Año 9. Página 8-9.

http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-111.pdf







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