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Septiembre 2016

La integración regional en disputa: amenazas y debilidades en el regionalismo postneoliberal


Por Sergio Martín Carrillo

Hace un par de semanas escribía sobre como América latina se había convertido en la principal región en la construcción de la multipolaridad en el Sistema Internacional[1]. En esa construcción, sin duda alguna, jugaba un papel fundamental las nuevas orientaciones políticas y económicas que emanaban de lo que venimos denominando como regionalismo postneoliberal. Estos procesos de integración debían ayudar a consolidar los grandes cambios políticos, económicos y sociales acaecidos durante la última década, sin embargo, podemos observar que durante el último año, los procesos de integración regional y concertación política surgidos de la orientación política en la región durante la última década y media, están también en disputa.

El primero de los factores a tener en cuenta es el del cambio en la correlación de fuerzas en la región. El retorno de fuerzas políticas de derechas a algunos países de la región ha afectado sin ningún tipo de dudas al equilibrio de poder en la misma. Argentina y Brasil, las dos economías más grandes de América del Sur, han cambiado durante el último año a sus respectivos gobiernos. A esto podemos unir la difícil situación que atraviesa Venezuela a nivel interno, que ha impedido que Venezuela siga ejerciendo el liderazgo en la construcción regional tal y como lo había hecho durante la década anterior

Estos cambios al interior de los países, han tenido sus efectos en buena parte de los procesos de integración postneoliberal en la región. La UNASUR está sufriendo un debilitamiento paulatino y deliberado por parte de algunos países. Hasta hace poco tiempo, la UNASUR, era el principal mecanismo que apoyaba al mantenimiento del orden democrático y constitucional en los países de la región, habiéndose quedado actualmente en un segundo plano ante los intentos desestabilizadores en Venezuela y la destitución de Dilma Rousseff. La UNASUR a través de la Secretaría General ha levantado la voz, sí, pero ya no ha contado con el apoyo unánime del resto de los Presidentes.

Por su parte, el MERCOSUR, parece querer volver a sus orígenes. Aquellos orígenes que en 1991 estaban claramente marcados por el auge del neoliberalismo en la región. Muestra de esto ha sido la paralización durante varias semanas del traspaso de la Presidencia Pro Témpore (PPT) a Venezuela, el retorno a la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE) y la cada vez mayor sintonía con la Alianza del Pacífico. La CELAC, el foro que consigue aglutinar a todos los países del continente con las excepciones de EEUU y Canadá, también sufrió con la inasistencia de ciertos líderes a la última Cumbre presidencial que se celebró en enero de este año en Quito.… Acontecimientos que, si bien no buscan derrumbar los procesos, sí bajar su perfil o su orientación política.

El segundo de los factores que puede estar detrás de este debilitamiento de los procesos de integración es el marcado carácter intergubernamental de los mismos. Es cierto que la supranacionalidad de todas las instituciones se ha mostrado perjudicial cuando no existen las condiciones sociales, económicas y políticas de cohesión entre los países. Sin embargo, junto con el intergubernamentalismo para la toma de decisiones que afectan a la soberanía de cada uno de los países, es necesaria la creación y fortalecimiento de otras instituciones de carácter supranacional en aquellos ámbitos en que la heterogeneidad de los países no ponga en riesgo a la soberanía nacional.

Este tipo de instituciones ayudarían a construir ciertos mecanismos de irreversibilidad relativa que permitan lidiar con los intentos de debilitamiento de alguno de los países miembros. Algunas de las instituciones que se hacen necesarias en la región son: el Banco del Sur y del Fondo del Sur; mecanismos para la resolución de controversias a nivel regional y que no estén al servicio de los grandes capitales; creación de una Agencia Pública de Calificación que no esté a merced de los intereses especulativos; el fortalecimiento del comercio intrarregional con mecanismos propios como el SUCRE; y la ampliación o profundización de los proyectos y las empresas grannacionales.

Estas instituciones, a su vez, ayudarían a avanzar en otro de los grandes déficit de la integración postneoliberal y que constituye el tercer factor identificado de debilidad: la falta de integración productiva regional y concreción de una inserción diferente en la economía mundo. Se ha conseguido romper con el sofisma de la apertura comercial como punta de lanza de la integración regional, y en los discursos políticos han abundado las referencias al cambio de la matriz productiva y la complementariedad productiva entre los países de la región. Sin embargo, la realidad es que no se ha conseguido avanzar sustancialmente en la ruptura del modelo primario exportador y dejar atrás la tradicional División Internacional del Trabajo que ha condenado a los países de la región a su posición periférica.

La integración o complementariedad productiva, así como ciertas instituciones supranacionales, permitirían la creación de resistencias frente al intento de tabula rasa que persiguen los gobiernos neoconservadores en la región. Es rompiendo con las lógicas de la dependencia como se construye soberanía. La complementariedad productiva a nivel regional, frente a la competencia y el comercio desigual extraregional, deben cimentar la construcción de un verdadero polo de poder en la región, ya no sólo a nivel político, sino acompañado de un fortalecimiento equilibrado del rol de los países de la región en la economía mundial.

[1] Martín-Carrillo, S. (2016). Multipolaridad e integración postneoliberal en América Latina. Publicado en http://www.celag.org/multipolaridad-e-integracion-postneoliberal-en-america-latina/ el 12/08/2016.


http://www.celag.org/la-integracion-regional-en-disputa-amenazas-y-debilidades-en-el-regionalismo-postneoliberal/







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