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Diciembre 2016

La muerte de Fidel Castro y los retos actuales de la revolución cubana. Una valoración crítica

Ernesto Che Guevara, Fidel Castro y Camilo Cienfuegos

El viernes 25 de noviembre murió Fidel Castro, a los 90 años de edad. Pocos revolucionarios llegan a esa edad, la mayoría muere en el camino de la lucha. Fidel Castro fue el principal dirigente de la revolución cubana que inició el 1 de enero de 1959, con el triunfo militar de la guerrilla, apoyada en una huelga general de masas, que logró el derrocamiento de la corrupta dictadura de Fulgencio Batista. En estos 57 años, la vida y muerte de Fidel Castro ha estado íntimamente ligada al destino de la revolución cubana.

Del triunfo revolucionario a la revolución socialista (1959-1961)

En el contexto de la “guerra fría” de los años 60 del Siglo XX, el triunfo de la revolución cubana, a solo 90 millas de Estados Unidos, originó una airada repuesta del imperialismo yanqui. El Movimiento 26 de Julio (M-26J) era una dirección nacionalista pequeñoburguesa, nunca se propuso como meta la revolución socialista, su programa era esencialmente democrático, pero las presiones del imperialismo norteamericano no le dieron tregua, y forzaron a la dirección castrista a ir mas allá de sus objetivos originales.

Los ataques, sabotajes y atentados, la fracasada invasión contrarrevolucionaria de bahía de Cochinos, provocaron una repuesta revolucionaria de las masas cubanas. En 1961 Fidel Castro declaró el inicio de la revolución socialista en Cuba. Los grandes capitalistas y las empresas transnacionales fueron expropiados.

Se cumplió el pronóstico de León Trotsky, descrito en el Programa de Transición: “no se puede negar categóricamente, por anticipado, la posibilidad teórica de que, bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crack financiero, presión revolucionaria de las masas, etc.), los partidos pequeñoburgueses, incluyendo a los stalinistas, puedan ir más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la burguesía. En cualquier caso, una cosa es indudable: aunque esta variante, sumamente improbable, se realizara alguna vez en alguna parte, y el “gobierno obrero y campesino”, en el sentido arriba mencionado, se estableciera de hecho, representaría meramente un corto episodio en la vía hacia la verdadera dictadura del proletariado”: (El Programa de Transición, 1938)

Entonces, Fidel Castro tiene el gran mérito histórico de haber encabezado una lucha democrática, con métodos revolucionarios como la vía armada y movilización de masas, pero en este proceso, forzado por las presiones del imperialismo norteamericano, logró avanzar hacia el socialismo, rompiendo el statu quo mundial. De esta forma se constituyó el primer Estado obrero, socialista, en el hemisferio occidental. En poco tiempo, se hicieron sentir las conquistas económicas y sociales en los campos de la nutrición, salud y educación, a pesar de los nefastos efectos del bloqueo imperialista.

El auge guerrillero en América Latina

En esta fase, Fidel Castro se convirtió en un dirigente de talla mundial, con gran influencia sobre la vanguardia revolucionaria que se formó en las décadas de los años 60 y 70, que por todos lados intentó reproducir mecánicamente la experiencia de la revolución cubana. Miles de revolucionarios valiosos perdieron sus vidas en el intento.

El auge de las guerrillas llegó a su clímax con el fracaso de la guerrilla del Che en Bolivia, en el año 1967. El Che Guevara comprendió correctamente que si bien es cierto la revolución cubana había logrado dar el salto hacia el socialismo en 1961, una economía azucarera en una isla no podía consolidarse. Por ello el Che Guevara, retomando la experiencia de Simón Bolívar, impulsó la idea de la revolución continental. La revolución cubana lograría un respiro solo si se desarrollaba la revolución el continente. Por eso acuñó aquella famosa consigna de “crear uno, dos o tres Vietnam”.

Era una estrategia correcta, pero cimentada en una táctica guerrillera, que a la larga demostró ser errónea. La guerrilla es un método de lucha defensivo que corresponde a determinadas situaciones concretas, pero que no se puede generalizar a todos los países y situaciones. La captura y fusilamiento del Che Guevara marcó el inició de un declive de las guerrillas, salvo algunas excepciones como Centroamérica y Colombia, situaciones muy particulares.

Abrazando al stalinismo

La muerte del Che también implicó un giro de la dirección castrista hacia la burocracia stalinista de la URSS, que desde la crisis de los misiles en 1962 comenzó a tener una creciente influencia sobre la revolución cubana.

En 1961, con el salto hacia el socialismo, el stalinista Partido Socialista Popular (PSP) se fusionó con el M-26J, creando el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), fortaleciéndose la visión y el programa stalinista dentro de la conducción cubana. Más adelante, en 1965 se fundó el Partido Comunista de Cuba (PCC), reflejo del proceso de transformación de la conducción castrista en un nuevo partido stalinista, ligado a la burocracia del Kremlin, pero con cierto grado de autonomía en su proyección hacia América Latina. Esta ligazón con el stalinismo produjo un régimen de partido único, que negaba libertades democráticas a los propios trabajadores y las masas cubanas. Se instauró una dictadura burocrática que no solo perseguía a los contrarrevolucionarios, sino que, de igual manera, sofocaba cualquier crítica, encarcelaba y fusilaba a los opositores, aplastaba brutalmente cualquier intento por corregir el rumbo de la revolución socialista. Se reprodujo una copia del régimen stalinista existente en la URSS, con algunas variantes propias. La falta de críticas acentuó la burocratización de la dirigencia cubana.

La revolución cubana logró sobrevivir al bloqueo del imperialismo yanqui, entre otros factores, por la “ayuda” soviética. La isla por sí sola, a pesar del heroísmo de su pueblo, no podía resistir la ira de la más grande potencia imperialista. Desde 1961 hasta 1989, la burocracia del Kremlin apoyó a Fidel Castro con petróleo, tecnología, armas, alimentos y precios subsidiados. Esta “ayuda” soviética, vital para la economía de la isla, no fue desinteresada. Los burócratas rusos apoyaron a Fidel Castro con el objetivo que éste abandonara las tácticas guerrilleras, moderara su política y se transformara en un aliado internacional de la ex URSS en los procesos de negociación globales con el imperialismo norteamericano

Esta dependencia económica comenzó a transformar a la dirección castrista en un apéndice político de la burocracia del Kremlin. Aun con su conversión al stalinismo, Fidel Castro impulsó en 1966 la conferencia Tricontinental y la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL), y en 1967 creó la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), como organismos encargados de impulsar la lucha antiimperialista en América Latina y los países del tercer mundo.

En 1968, por ejemplo, Cuba se negó a condenar la invasión soviética que aplastó la revolución política contra la burocracia stalinista en Checoslovaquia. Lo mismo pasó cuando en 1979 el Ejército Rojo invadió Afganistán, a pesar que Fidel Castro era el presidente del “Movimiento de Países No Alineados”, se negó a condenar la invasión.

El fracaso de la guerrilla del Che Guevara y el giro hacia los gobiernos “progresistas”

El fracaso militar de la guerrilla del Che en Bolivia, en 1967, puso fin al apoyo incondicional de Cuba a los movimientos guerrilleros. Ante el bloqueo del imperialismo y el aislamiento decretado por la Organización de Estados Americanos (OEA), Fidel Castro apoyó solamente a los movimientos guerrilleros que enfrentaban dictaduras militares.

A partir de ese momento, el castrismo hizo un giro en su política, y ante la soledad del bloqueo imperialista, y el fracaso de la estrategia de extender las guerrillas en América Latina, busco nuevos aliados en quienes apoyarse, esta vez fueron los gobiernos nacionalistas burgueses que surgieron en América Latina, especialmente en Panamá y Perú.

En 1968 los militares panameños dieron un golpe de Estado al gobierno de Arnulfo Arias Madrid, iniciando una revolución nacionalista. Entre estos “militares progresistas” estaba el general Omar Torrijos, quien terminó copando el poder e inició un acercamiento con Cuba. Ese mismo año en Perú, el general Juan Velazco Alvarado encabezó un golpe de Estado contra el presidente Fernando Belaúnde Terry, iniciando otro proceso nacionalista y acercamiento con Cuba.

Estos acercamientos con gobiernos nacionalistas significaron un respiro comercial y diplomático para la revolución cubana, pero también reflejaron el abandono de la revolución continental propugnada por el Che Guevara.

A finales de 1970 se produjo el triunfo electoral de la Unidad Popular (UP) en Chile, y Salvador Allende fue electo presidente, abriendo una situación revolucionaria. El castrismo, negando sus propias tradiciones, y en la búsqueda de romper el aislamiento diplomático, apoyó incondicionalmente el experimento que terminó en el golpe de Estado de 1973 y en el asesinato de Allende.

En ese mismo periodo, como parte de una estrategia de lograr imponer una negociación con el imperialismo norteamericano, de hacer sentir su presencia en el contexto internacional, tensionando las contradicciones al máximo, el castrismo envió tropas a África, especialmente en las guerras civiles de Angola y Etiopía, evitando el colapso de estos gobiernos que enfrentaban guerrillas contrarrevolucionarias apoyadas por Estados Unidos y Sudáfrica.

El ascenso revolucionario en Centroamérica y el rol del castrismo

En julio de 1979, la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), en alianza con la burguesía opositora, encabezó la insurrección de masas y dio al traste con la dictadura somocista. Era el primer triunfo guerrillero desde que en 1959 Fidel Castro había logrado tomar el poder. Centroamérica parecía ser la excepción de América Latina.

El triunfo revolucionario en Nicaragua abrió una situación revolucionaria en Centroamérica, y se produjo un vertiginoso crecimiento las guerrillas en El Salvador y Guatemala, que tenían al castrismo y al sandinismo como principal dirigente y ejemplo a seguir.

Pero Fidel Castro ya no era el mismo. Cuando visitó Nicaragua, el 19 de julio de 1980, declaró tajantemente: “Nicaragua no debe ser otra Cuba”, es decir, no debía expropiar a los capitalistas sino mantenerse dentro de la economía capitalista. En ese momento, la dirección castrista ya no propugnaba por nuevas revoluciones socialistas. Apoyó el planteamiento de la conducción sandinista de mantener la “economía mixta, el pluralismo político y el no alineamiento”

Contradictoriamente, el triunfo de la revolución nicaragüense y la situación revolucionaria en Centroamérica, ampliaron el radio de influencia del castrismo, rompieron parcialmente el bloqueo, y le proporcionaron al gobierno cubano una enorme capacidad de negociación

Pero donde el castrismo mostró una faceta inusual fue en la creación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, apoyando la incorporación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) que había sostenido abiertamente la necesidad de una salida negociada. La inteligencia cubana y sandinista colaboraron en el proceso de liquidación de la corriente de Cayetano Carpio, que se oponía a la salida negociada y propugnaba por el derrocamiento del régimen cipayo salvadoreño. La liquidación de Cayetano Carpio permitió el control ulterior del PCS sobre el FMLN y el encausamiento hacia la salida negociada, que finalmente se concretó en 1992.

El derrumbe de la URSS y el inicio del “periodo especial

El derrumbe de la ex URSS en 1990, se hizo sentir inmediatamente en Cuba. La economía cubana, bloqueada por el imperialismo norteamericano, se vio sometida una pavorosa asfixia. El Producto Interno Bruto (PIB) descendió un 34%, en el periodo de 1990-1994. En este último año, con las primeras y tímidas medidas de apertura capitalista, se paró la caída de la producción y se alcanzó a duras penas un 0,7% de crecimiento del PIB. En 1995 el PIB creció en 2,5% y en 1996 alcanzó la cifra de 7,8%.

Después del derrumbe de la ex URSS y de los Estados Obreros de Europa del Este, con el pretexto de la sobrevivencia de la revolución, Fidel Castro inició con firmeza una apertura gradual hacia el capitalismo. Esto fue lo que se denominó el “período especial”, que fue de grandes penurias para las masas cubanas.

Este proceso de restauración capitalista trajo los primeros cambios políticos, como las reformas a la Constitución en 1995, en donde se introdujo el concepto de propiedad privada. Asimismo, se aprobó, entre otras leyes importantes, la Ley No. 177 sobre Inversiones Extranjeras, el Decreto No. 162 sobre Aduanas y el Decreto No. 165 sobre la creación de Zonas Francas y Parques Industriales.

Por esas ironías de la historia, Cuba en la medida en que iniciaba un lento y contradictorio retorno a la economía capitalista, también reprodujo las mismas lacras sociales que la revolución había erradicado. Con el auge del turismo, ha resurgido la prostitución, los night club y cabarets que el mismo Fidel Castro había clausurado al inicio de la revolución, por considerarlos una afrenta para los cubanos. Antes del triunfo de la revolución en 1959, Cuba vivía esencialmente del turismo (prostitución y casinos) y la venta de azúcar. Ahora, el castrismo pretende salir de la bancarrota entrando al mismo camino.

La revolución bolivariana: un respiro para Cuba

El fin del periodo especial (1991-1995) llegó al mismo tiempo del triunfo electoral del coronel Hugo Chávez en 1999, quien propició el acercamiento con el gobierno cubano, proporcionando el vital petróleo a la isla y estableciendo solidas alianzas políticas con el castrismo.

El Presidente Hugo Chávez propuso en 2003 la creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) en oposición al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que impulsaba Estados Unidos. La presencia de Cuba le dio un tinte socialista a la propuesta del ALBA, pero en realidad lo que ocurrió realmente es que Cuba avanzaba hacia los países capitalistas, que tenían gobiernos nacionalistas de izquierda que explotaron el boom económico de los altos precios de las materias primas.

El gobierno de Raúl Castro

En el año 2006, Fidel Castro estuvo al borde de la muerte, lo que le obligó a renunciar a la presidencia de Cuba en 2006 y entregar el poder a su hermano menor, Raúl Castro. Por una casualidad se inició una larga transición política en Cuba. El cambio de personajes implicó algunos cambios políticos. Fidel Castro, quien encabezó la revolución anticapitalista, no podía iniciar el gran salto hacia atrás, debía hacerlo otra persona, pero que fuera del núcleo de confianza del poder. Ese personaje era Raúl, quien décadas atrás había sido nombrado como la línea de sucesión ante una repentina muerte de Fidel Castro. De esta manera Raúl ha impulsado reformas económicas graduales que marcan un claro camino haca el capitalismo, mientras Fidel conserva la aureola de revolucionario y se convierte en el héroe de la revolución cubana.

El gobierno de Raúl Castro fue bien recibido por los presidentes latinoamericanos, generando muchas expectativas sobre los ansiados cambios políticos en Cuba.

Cabildeos y visitas a Cuba

Saliendo del “periodo especial” se produjo a primera visita del Papa Juan Pablo II en 1998. El Vaticano comprendió que las cosas estaban cambiando en Cuba, y por eso inició el deshielo, a pesar del discurso abiertamente anticomunista del papa polaco.

El bloqueo imperialista de los Estados Unidos fue intensificado con la Ley Hemls-Burton, promulgada por Bill Clinton.

En el año 2002, bajo la presidencia de George W. Bush, el ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, rompió los tabúes y visitó Cuba siendo recibido con altos honores por Fidel Castro.

El Papa Benedicto XVI viajó a Cuba en 2012. El rol de la Iglesia Católica ha aumentado considerablemente. En sus discursos, el Papa Benedicto XVI abogó por el fin del embargo económico, la reconciliación de los cubanos y restablecimiento de libertades en la isla.

El papa Jorge Mario Bergoglio (Francisco) visitó Cuba en 2015, convirtiéndose en el tercer papa en llegar a la isla, en el lapso de dos décadas.

El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos

La visita del papa Francisco fue el toque final para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, y el anuncio de la visita de Obama a Cuba.

Después de 50 años de bloqueo criminal, cuando la economía está destrozada, y existe la posibilidad real de un estallido social, con millones de cubanos viajando en balsa hacia Estados Unidos, la administración de Barack Obama calculó que había llegado el momento de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba.

Este restablecimiento de las relaciones diplomáticas se produjo simultáneamente al proceso de negociación de la paz en Colombia. La influencia de Cuba ha sido determinante, porque durante décadas las guerrillas de las FARC tuvieron en Cuba a su retaguardia estratégica.

No obstante, el reciente ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, presagia nuevas contradicciones entre el imperialismo norteamericano y la dirección castrista, ahora sin la conducción del experimentado Fidel Castro. El problema ahora no es el rumbo hacia el capitalismo, sino el futuro del régimen de partido único, con ello piensan quebrar el monopolio político de la casta militar que gobierna Cuba, y lograr en ansiado cambio de gobierno que regrese a Cuba al orden semicolonial. En esta lucha por evitar el triunfo de los planes imperialistas, jugarán un papel de primer orden los trabajadores y las masas cubanas.

Una valoración crítica de Fidel Castro

Fidel Castro fue, sin lugar a dudas, un hábil político, un dirigente excepcional. Se le debe juzgar y valorar por sus actos y por el destino de la revolución cubana.

En un complejo proceso de metamorfosis política, Fidel Castro se inició como el guerrillero que tomó las armas contra la dictadura, después se convirtió en el dirigente que reflejó la transición de la revolución democrática triunfante en 1959 a la revolución socialista en 1961, que expropió a los grandes capitalistas y terratenientes, así como a las empresas transnacionales, hasta conducir al país a una mejoría del nivel de vida. Pero también representó a la conducción que, para sobrevivir, giró y abrazó al stalinismo.

En el transcurso del tiempo, Fidel Castro fue moderando su discurso, adecuándose a las duras circunstancias, pero a partir del derrumbe de la URSS inicio un lento y contradictorio proceso de retorno al capitalismo, pero un capitalismo de Estado vigilado por el PCC, como el modelo chino.

Pocas veces en la historia encontramos que un mismo personaje represente las diferentes etapas de la revolución: el triunfo, el termidor y la restauración capitalista, que apenas está iniciando

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a las masas trabajadoras cubanas a redoblar el esfuerzo por contener la ofensiva imperialista, y a defender las conquistas de la revolución socialista que todavía permanecen en pie. El imperialismo quiere invadir y controlar el mercado cubano, engullir nuevamente la isla. La única manera de evitarlo es valorando críticamente el rol de Fidel Castro, retomar los aciertos, rechazar los errores que se expresaron fundamentalmente en la burocratización de la revolución socialista de 1961. La revolución socialista cubana está en peligro, y debemos cerrar filas en su defensa interna e internacional.

Centroamérica, 27 de noviembre del 2016.

Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)

Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)


http://elsoca.org/index.php/america-central/declaraciones-del-psoca/4230-cuba-la-muerte-de-fidel-castro-y-los-retos-actuales-de-la-revolucion-cubana-una-valoracion-critica



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