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Junio 2017

El CNI forma su Concejo Indígena de Gobierno: ¿es éste el inicio de la nueva Revolución mexicana?

J.G.F. Héctor

Praxis en América Latina

Un nuevo momento histórico

El 28 de mayo, el Congreso Nacional Indígena (CNI) nombró a su Concejo Indígena de Gobierno (CIG), conformado por 71 concejales hombres y mujeres de más de 15 estados de todo el país. Esto marcó el final de la primera etapa de un proceso iniciado en octubre de 2016, cuando el CNI, reunido en su Quinto Congreso, se declaró:

en asamblea permanente [para consultar] en cada una de nuestras geografías, territorios y rumbos el acuerdo de [...] nombrar un CIG cuya palabra sea materializada por una mujer indígena, delegada del CNI como candidata independiente que contienda a nombre del CNI y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional [EZLN] en el proceso electoral del año 2018 para la presidencia de este país1.

Entre octubre y diciembre de 2016, en efecto, dicha consulta tuvo lugar. 430 de 523 comunidades aceptaron la propuesta y, a continuación, decidieron reunirse nuevamente en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, del 26 al 28 de mayo, para llevar a cabo la Asamblea Constitutiva del CIG y elegir a su vocera.

En la sesión final de dicha Asamblea, hubo oradores no sólo de los pueblos originarios de México, sino de otros sectores sociales en lucha (ver p. 3): una comisión de padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; Arceli Osorio, madre de Lesvy Osorio, universitaria asesinada; Luis Fernando Sotelo (a través de una carta), preso político, así como Shannon Rivers, del pueblo akimel o’otham de Arizona, Estados Unidos, entre otros. Esto reafirmó la idea de que, si bien el proceso del CIG tendrá a los pueblos originarios de México como a sus protagonistas (una verdadera vanguardia desde abajo), en realidad está abierto a todos los sujetos que, sin importar las “falsas fronteras” nacionales, buscamos construir una sociedad nueva, más allá del capital.

Esto ya había sido expresado desde los primeros comunicados del Quinto CNI:

Llamamos a los pueblos originarios de este país, a los colectivos de la Sexta [simpatizantes del zapatismo], a los trabajadores y trabajadoras, frentes y comités en lucha del campo y las ciudades, a la comunidad estudiantil, intelectual, artística y científica, a la sociedad civil no organizada y a todas las personas de buen corazón a cerrar filas y pasar a la ofensiva, a desmontar el poder de arriba y reconstituirnos ya no sólo como pueblos, sino como país, desde abajo y a izquierda [...] Los llamamos a organizarnos y parar esta guerra, a no tener miedo a construirnos y sembrarnos sobre las ruinas dejadas por el capitalismo2.

Asimismo, el recién formado CIG aclaró nuevamente que, a pesar de que sí buscará registrar a su vocera como candidata independiente a la presidencia de México en 2018, ello obedece más a motivos pragmáticos que a que su lucha se vaya a reducir a los estrechos marcos electorales:


María de Jesús Patricio Martínez,
vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) (Foto: Radio Zapatista)

[No vamos a registrar a nuestra vocera] para hacer una campaña electoral; es un registro que pueda dar otros medios que no tenemos a nuestro alcance, como el llegar a muchos lugares por medio de los medios de difusión. No vamos a ir a pedir el voto; lo que vamos a hacer es tratar de organizar a la gente, articular las luchas, las experiencias, [...] reconstruir el tejido social, la vida de nuestros pueblos [...] Es una coyuntura muy importante, ¿por qué dejársela solamente a los partidos? [...] Ésta no es una campaña electoral: [...] es una campaña por la vida3.

El proceso del CIG tiene, por ello, un carácter neta- mente anticapitalista: se trata de construir “un nuevo país, un nuevo mundo”, con nuevas relaciones humanas, no de “humanizar” al capital reduciendo la explotación. Pero esto sólo puede ser logrado, como bien lo sabe el CIG, a partir de las “grietas en el sistema”, es decir, de las acciones y pensamientos de liberación que nacen desde abajo:

No sólo pretendemos arrebatarles [a los opresores] el destino que nos han quitado y desgraciado; pretendemos desmontar ese poder podrido que está matando a nuestros pueblos y la madre tierra, y las únicas grietas que hemos encontrado y que han ido liberando conciencias y territorios, dando consuelos y esperanza, están en la resistencia y rebeldía [...]

No buscamos administrar el poder: queremos desmontarlo desde las grietas que, sabemos, somos capaces [...] Confiamos en la dignidad y honestidad de los que luchan: de los maestros, de los estudiantes, de los campesinos, de los obreros, jornaleros, y queremos que se profundicen las grietas que cada uno de ellos han ido labrando [...] Queremos hacer tantas grietas, que ellas sean nuestro gobierno anticapitalista y honesto4.

En esta visión, se puede apreciar la
importante influencia que el movimiento zapatista ha tenido sobre el CNI: en
sus más de 20 años de construir auténtica autonomía indígena —sin pedir
permiso, ayuda o reconocimiento alguno por parte del Estado—, los zapatistas han logrado dar origen, en pequeño, a un nuevo mundo. Esto ha implicado, en primer lugar, la expropiación de la tierra a los grandes propietarios para darle un nuevo sentido a la producción: no orientada a la generación de mercancías, sino a resolver necesidades sociales. Asimismo, ha requerido la imaginación y creación de formas de autogobierno que ayuden a organizar esta nueva economía y esta nueva cultura: una “forma política, al fin descubierta, que permit[e] realizar la emancipación económica del trabajo”, como diría Marx de la Comuna de París.

En pocas palabras, la experiencia zapatista ha significado la construcción de nuevas relaciones humanas, empezando por la más elemental de todas, de acuerdo nuevamente con Marx —la relación hombre-mujer:

En esta relación natural de los géneros, la relación del hombre con la naturaleza es inmediatamente su relación con el hombre, del mismo modo que la relación con el hombre es inmediatamente su relación con la naturaleza, su propia determinación natural. En esta relación se evidencia, pues, de manera sensible [...] en qué medida la esencia humana se ha convertido para el hombre en naturaleza o en qué medida la naturaleza se ha convertido en esencia humana del hombre. Con esta relación se puede juzgar el grado de cultura del hombre [ser humano] en su totalidad5.

Podríamos decir: a partir del enorme papel que juegan las mujeres en el movimiento zapatista—y, por extensión, en el CNI—, uno puede “juzgar” el poder emancipador de dicho movimiento. El hecho de que la vocera del CIG sea precisamente una mujer tiene un significado profundísimo (ver “Liberación femenina...”, pp. 1, 4), incapaz de ser captado si lo vemos sólo desde el estrecho marco de la “igualdad de género”.

Ahora, el CIG buscará recrear todas estas experiencias de liberación a lo largo y ancho del país, construyendo a partir de las acciones e ideas que nacen desde abajo. Sin ello, ninguna sociedad nueva es posible, como nos lo han mostrado en múltiples ocasiones los zapatistas, tanto en su práctica como en la teoría. No obstante, hace falta algo más: debemos ser plenamente conscientes de esta forma radical de cambiar al mundo, de modo que podamos seguirla usando como “guía de liberación” con los distintos sujetos sociales, en los diversos “calendarios y geografías”. En otras palabras: es necesario “elevar” nuestras experiencias emancipadoras a método. Esto significaría, por tanto, la unificación total entre teoría y práctica revolucionarias, entre trabajo mental y manual que pondría fin, de una vez por todas, al sistema capitalista. Contribuir a esta unificación es el modo pleno en que podemos participar en el proceso del CIG de dar origen “a un nuevo país, un nuevo mundo”. Profundicemos más sobre esta cuestión del método.

¿Un nuevo comienzo?

Desde que fue anunciada la propuesta de formar un CIG, se hizo evidente que ésta significaba dar un paso adelante en la lucha por la emancipación. Se trataba, como en varias ocasiones lo han dicho el CNI y el EZLN, de “pasar a la ofensiva”: “Ya [son] 20 años [desde la creación del CNI] de abrazar con nuestros dolores, de contagiar con nuestras lágrimas, de estar quejándonos, de conocernos, y vemos que [la opresión] no se acaba. ¿Vamos a hacer otro congreso [para exponer], como siempre, nuestras denuncias?6”, nos comparte Magdalena García, hoy concejal del CIG.

Aunque el CNI rechace la propuesta”, que originalmente fue hecha por el EZLN, según nos cuentan el Sub Galeano y el Sub Moi, “con sólo ponerse a pensar, a discutir, a dialogar, ya no será igual, porque se pasará del ‘esto nos hacen’ a ‘vamos a hacer algo’, y eso ya lleva a otro pensamiento7”.

Es decir: la idea de formar un CIG implicaba ir más allá de las denuncias, las críticas y la resistencia contra el sistema, para empezar a construir algo nuevo, que significaría la verdadera destrucción del capital. Este doble ritmo transformador —la negación u oposición a aquello que nos oprime y la creación de algo distinto— es de hecho la forma histórica que asume todo proceso revolucionario. Los zapatistas la han (re)descubierto a partir de su propia experiencia emancipadora, y han hablado de ella en varias ocasiones; ahora, se la han compartido al CNI:

Nuestra rebeldía es nuestro no al sistema. Nuestra resistencia es nuestro a otra cosa es posible8”. “Las zapatistas, los zapatistas [...] marchamos a veces, no para desafiar al tirano, sino para saludar a quien [...] lo enfrenta. Para desafiarlo, construimos. Para desafiarlo, creamos. Para desafiarlo, imaginamos. Para desafiarlo, crecemos y nos multiplicamos. Para desafiarlo, vivimos9”.

Naturalmente, la construcción de lo nuevo, el “pasar a la ofensiva”, no pueden ser simplemente una acción o serie de acciones abstractas, sino que tienen que estar llenos de sentido emancipador, elaborado a partir de las acciones e ideas que nacen desde abajo: acciones e ideas sobre cómo darle un nuevo sentido (humano) a la producción económica, sobre cómo crear formas de gobierno en consonancia con dicha reorganización del trabajo, sobre cómo recuperar el equilibrio en nuestra relación con la naturaleza, etc.

Por otra parte, veamos cómo el auto(re)descubrimiento del doble ritmo revolucionario de negación de lo viejo y construcción de lo nuevo por parte de los zapatistas, así como el habérselo compartido luego al CNI (que lo hizo suyo, lo recreó para sí), se tradujo en un impresionante salto cualitativo en la lucha por la liberación: la creación del CIG. Éste es el poder transformador de las ideas, o, para decirlo de un modo más preciso: éste es el poder transformador de un método, una filosofía dialéctica de la liberación.

Este doble ritmo revolucionario, como decíamos, es histórico. De hecho, es el método al que Karl Marx le dio expresión teórica a lo largo de toda su obra: no porque fuera “un genio”, sino precisamente porque siguió de cerca las luchas de liberación de los trabajadores y otros sujetos sociales de sus días. Fue así que reconoció que tales luchas tenían esa forma doble, a la que denominó dialéctica (tal como su predecesor intelectual, Hegel, le había llamado dialéctica al automovimiento del Espíritu —o mente— en busca de su libertad).


En 1844, por ejemplo, cuando Marx tenía apenas 26 años, escribió que: “El comunismo es el humanismo conciliado consigo mismo mediante la superación de la propiedad privada. Sólo mediante la superación de esta mediación (que es, sin embargo, un presupuesto necesario) se llega al humanismo que comienza positivamente a partir de sí mismo, al humanismo positivo10”. Esto significa que, a pesar de la importancia de negar o incluso llegar a destruir la propiedad privada capitalista (lo que se traduciría en la “colectivización” de la propiedad), esto no es suficiente en sí mismo para dar origen a una nueva sociedad humana: hay que superar esta primera negación, hasta el punto donde se comience a generar un nuevo sentido productivo, con nuevas relaciones humanas... “El comunismo es la forma necesaria y el principio dinámico del próximo futuro, pero el comunismo en sí no es la finalidad del desarrollo humano, la forma de la sociedad humana”. ¡Y eso que Marx no vivió para ver a la Unión Soviética, o a los “gobiernos progresistas” de nuestros días!


El movimiento zapatista, más de 20 años mostrándonos que otro mundo sí es posible

Pero, ¿por qué traemos a colación esto? Porque el estudio, el cobrar conciencia plena de la dialéctica en cuanto movimiento histórico de la humanidad por su liberación, nos permite concretarla en acciones e ideas de transformación desde abajo que signifiquen saltos cualitativos en la construcción de un nuevo mundo. Sólo mediante esta unificación total de teoría y práctica, de filosofía y movimientos de liberación, es que podremos responder plenamente al nuevo momento histórico abierto hoy en México por la creación del CIG: sólo así podremos ayudar a impulsarlo de modo que se convierta en el nuevo comienzo de la Revolución mexicana que tanto necesitamos.

La filósofa y activista humanista marxista Raya Dunayevskaya habló de esta necesidad histórica en los siguientes términos:

Con la importancia que atribuía a la dialéctica, Lenin seguía tratando de expresar su convicción de que los teóricos deben llevar la dialéctica a las masas [recrear la dialéctica con las masas]. Una vez que las masas, y no unos pocos filósofos selectos, aprehendiesen la dialéctica, se alcanzaría la unidad de teoría y práctica, no sólo en el conocimiento, [...] sino, como lo expresara Marx, en el “desarrollo de la capacidad humana que es su propia meta11”.

Éste es el reto que debemos empezar a enfrentar hoy mismo, con todos los sujetos en resistencia, en los distintos “calendarios y geografías” de México y más allá de él; ya que, como lo ha dicho el Sub Moi, ésta es “tal vez la última oportunidad de que estos suelos y estos cielos no desaparezcan en medio de la destrucción y la muerte12”. Hay que estar a la altura teórica y práctica del momento, porque no podemos dejarlo pasar.

Notas

(1) http://enlacezapatista.ezln.org. mx/2016/10/14/que-retiemble-en-sus-centros-la-tierra/

(2) http://enlacezapatista.ezln.org. mx/2017/01/01/y-retemblo-informe-desde-el-epicentro/

(3) “Primera” y “Segunda ronda de preguntas”, audios. http://radiozapatista.org/?p=21392

(4) http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/05/28/llego- la-hora-cni-ezln/

(5) “Propiedad privada y comunismo”. Mss. de 1844.

(6) “Voces del CNI”, Praxis núm. 12, p.1.

(7) http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/11/17/una-historia-para-tratar-de-entender/

(8) El pensamiento crítico frente a la hidra... I, p. 221. (9) Mismo libro, p. 221.

(9) Mismo libro, p. 191.

(10) “Crítica a la dialéctica...”, Manuscritos de 1844.

(11) Filosofía y revolución, cap. 3.

(12) http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/01/01/pala- bras-del-ezln-en-la-clausura-de-la-segunda-etapa-del-quinto-congreso-del-cni/

Praxis en América Latina número 14 (junio-julio 2017). Pp. 1, 2.









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