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Julio 2017

Ecuador:

Lenín Moreno, el diálogo y la necedad de asumir al enemigo


Juan Francisco Torres

Será que la necedad parió conmigo,

la necedad de lo que hoy resulta necio:
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio”

Silvio Rodríguez

Ecuador está atravesando un momento político muy convulsionado. La inestabilidad orientadora del Movimiento País y el Gobierno Nacional, genera preocupación sobre la continuidad del proceso de la Revolución Ciudadana; esto, mientras la oposición celebra y aprovecha los aprietos para posicionarse y ganar terreno de manera cómoda.

Durante el primer mes de Gobierno de Lenín Moreno, los análisis políticos y los actores políticos comunicacionales, han posicionado, en el imaginario colectivo, 3 ejes: 1) La llamada política del consenso y diálogo para la conformación y gestión de gobierno, 2) La popularidad de Lenín Moreno, que en el tiempo de Rafael Correa los medios omitieron; y, 3) La disputa entre Lenín Moreno y Rafael Correa.

Muchos análisis intentan confundir la política con la psiquiatría y debaten la abstinencia y la lujuria del poder pero no la esencia de los acontecimientos. Sin embargo, su publicación, que no es inocente, es parte fundamental para seguir minando la tensa relación que existe en el Gobierno Nacional.

Nada se ha dicho sobre las condiciones reales que marcan el desarrollo del país. La situación económica que, con la acertada gestión de Rafael Correa, se encuentra en recuperación como lo señala el Banco Central, donde “el primer trimestre del 2017 la economía creció en 2,6% en relación al primer trimestre del 2016. Son dos trimestres seguidos de crecimiento positivo, siendo este el más alto en los últimos dos años. Además el 72% de las ramas de la economía tienen crecimiento positivo, es decir, 7 de cada 10 actividades han crecido y el consumo en los hogares del Ecuador se incrementó”i

Con una situación favorable y de auge económico, el desenvolvimiento social estaría estable. Lo que sí ha sucedido. Sin embargo, el mello de la convulsión política no se encuentra en las “relaciones personales” sino en las relaciones de poder y la correlación de fuerzas entre los distintos sectores, representantes de clases y grupos económicos que buscan tener, en este nuevo gobierno, condiciones favorables para la toma del poder político.

La disputa inter-burguesa, entre un pasado oligárquico que no quiere morir y la burguesía modernizante que intenta acabar de nacer, es el momento por el que transita la historia ecuatoriana. Obviamente los sectores progresistas y populares han encontrado en la burguesía modernizante (como clase económica dirigente) y la tesis del Socialismo del Siglo XXI (como dirección política) el mecanismo para mejorar las condiciones de vida de la población, por eso su amplio y reiterado apoyo.

Desde el anuncio de la conformación del gabinete de Lenín Moreno, se pudo ver la clara correlación de fuerzas. Por un lado, los sectores progresistas se encuentran desarrollando la política pública social del Estado. El sector de la “izquierda revolucionaria oficial” –a favor y en contra- se encuentra expectante; la primera corriendo el riesgo de dejarse seducir y caer en el confort burocrático y de incorporación en la lógica estatal, y la segunda aliada de la reacción y del imperialismo, todo esto en contraposición a la derecha que ha logrado posicionarse en el espacio estructural económico, espacio condicionante y prioritario para el destino del proceso.

En consecuencia, el diálogo no es la política de un gobierno, en este caso de Lenín Moreno, como se ha pretendido hacer creer -además que es un error conceptual- sino que es el resultado directo de los pactos con distintos sectores para haber logrado la victoria electoral y con los cuales tiene obligadamente que dialogar como política de cuotas.

El diálogo es un fenómeno, no la esencia de una posición o proyecto político, es una forma, un método democrático pero no la democracia en sí mismo. El diálogo es la expresión que se transmite en base a los intereses de clase que representa cada dialogante.

La democracia se fortalece mediante el cumplimiento de la voluntad mayoritaria –no en la exclusividad del diálogo- que a su vez sea participativa y permanente. Incluso, en la necesidad de realizar alianzas pero sin perder los principios, y no en pretender solucionar los problemas sociales mediante la conciliación de clases, utilizando el diálogo como fórmula.

La historia se encuentra regida por leyes que no pueden ser ignoradas, peor aún modificadas. Engels, escribió que Marx fue “el primero que descubrió la gran ley que rige la marcha de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases socialesii.

La sabiduría popular expresa que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno y de buenos actos está lleno paraíso. La lucha de clases está presente, la solución no es indefinirse; es asumir al enemigo.

Ecuador, 09 de julio de 2017

ii Prólogo publicado en el libro "Karl Marx. «Der Achtzehnte Brumaire des Traducido del alemán. Louis Bonaparte», Hamburgo, 1885.


http://www.alainet.org/es/articulo/186698







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