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Septiembre 2017

Aram Aharonian:


“En la izquierda hacemos una comunicación de plaza sitiada”

Ernesto J. Navarro

Cuando vi el título del libro que recientemente publicó Aram Aharorian: “El progresismo en su laberinto“, recordé de inmediato que durante una entrevista al periodista Oscar Yánez (fallecido en 2013) éste señaló (palabras más, palabras menos) que en Venezuela todo el mundo tenía rabo de paja y que Chávez andaba con un fósforo en la mano.

Y es que Aram Aharonian no teme meter el dedo en la llaga, como tampoco teme a los debates. De allí que el título de su libro sea una provocación al debate más que un análisis definitivo.

Conocedor como es de la realidad latinoamericana, el periodista que lo mismo da clases que escribe artículos y libros y entrevistas, esta vez hace de entrevistado.

Sobre su libro y sobre las cosas que allí escribió, le preguntamos…

– ¿Qué hizo que los gobiernos de izquierda se encuentren en un laberinto?

– Creo que si hubiera que hacer alguna frase, similar a aquellas de ‘la década ganada’ o ‘la década perdida’, diría que fue una década desperdiciada, en muchos países latinoamericanos, porque en lugar de construir nuevas sociedades, nos quedamos en una redistribución del bienestar para sectores que habían sido pospuestos en las políticas sociales de los gobiernos de derecha.

El gran problema que se ha suscitado es que nuestros gobiernos progresistas tampoco han sabido vender esperanza. Generalmente, cuando hace una promesa electoral se quedan en exponer ‘lo que les dimos en estos cinco, diez o quince años’, y no hay mensajes de esperanza para construir un futuro mejor, sobre todo para esas nuevas generaciones que esperan que les diga cómo hacer para transitar el camino que les queda.

Nos encontramos una derecha latinoamericana que realiza una ofensiva muy diferente a la de los años 90, donde el pensamiento crítico es un gran obstáculo para su avance.

El problema más grave que se presenta es un dilema sobre si nuestros países deberían transitar hacia el fortalecimiento republicano o ayudar a que se derrumbe.

¿Ese pensamiento crítico sigue presente en los medios que se asumen de izquierda?

– Parece que cuando hablamos de pensamiento crítico, se entiende que debemos hacer una comunicación de ‘plaza sitiada’. Es decir, nos atacan y entonces nosotros debemos atacar y defendernos.

Comunicacionalmente somos muy reactivos y poco proactivos, nos cuesta mucho decir qué es lo que hacemos y además, cualquier crítica que se nos hace a los procesos progresistas, generalmente es tomado como si viniera del enemigo. Hemos perdido la capacidad de asumir un pensamiento crítico y creo que eso es necesario para poder crecer, para corregir errores, para seguir adelante.

Muchas veces nos quedamos con consignas y con aquellos que simplemente aplauden a los gobernantes de turno, sin siquiera pensar o ver que más allá de un gobierno está el futuro del continente.

¿Por qué la izquierda latinoamericana llega al gobierno y no al poder?

Justamente el problema es el sistema republicano, donde hay un poder fáctico mucho más allá del gobierno formal.

Es un poder fáctico compuesto por la banca, la financiarización, las corporaciones trasnacionales, los medios de comunicación, las burguesías nacionales, que no están dispuestas a perder el control que han tenido sobre nuestras repúblicas los últimos 200 años.

Sin cambios estructurales, sin cambios de fondo, sin cambios que vayan más allá de una matriz productiva, sin cambios en la estructura real del poder judicial (en muchos países un poder muy corrupto y que solo beneficia a los grandes capitales); será muy difícil poder desarrollar gobiernos y mantenerse en el gobierno.

En el caso venezolano, un gobierno progresista logró el apoyo de las fuerzas armadas, en los otros países los militares o se mantuvieron muy distantes o intervinieron cuando hizo falta a favor de los poderosos.

Usted señala a una derecha diferente a la de los años 90 ¿Cree que esa derecha podrá barrer culturalmente lo que hizo la izquierda en el gobierno?

En América Latina el problema no es una derrota electoral sino las derrotas culturales. Yo creo que con el aparato comunicacional y mediático, con el bombardeo y el terrorismo mediático permanente pueden ir creando imaginarios colectivos muy distantes de la realidad real, como lo están creando en caso de Venezuela.

En ese espacio nosotros estamos atrapados cuando nos quedamos hablando únicamente con los convencidos y no tratar de llegar a aquellos que no están convencidos de nuestras causas.

Si antes las batallas eran con misiles o con ametralladoras hoy es simbólica, ideológica y cultural, de ideas y para eso se necesita otro tipo de armas y muchas veces, la caja de herramientas con las que estamos trabajando está fuera de uso y necesitamos estar al tanto de las nuevas tecnologías, del ‘Big Data’, de las nuevas formas de llegar a los imaginarios colectivos mucha veces ya no logrados por la mano del hombre sino por algoritmos metidos en la inteligencia artificial.

¿Cuál es la insistencia de la derecha regional con Venezuela?

– Porque no es un modelo fracasado, se ha mantenido, ha sido la locomotora de la integración regional y atacar a Venezuela simboliza desmembrar la integración de la última década para imponer los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales.

Detener el modelo venezolano sería un gran hándicap para imponer los modelos de expoliación que han impuesto en Brasil por vía del golpe de Estado, en Argentina por una ajustada elección y en otros países de la región.

Para los poderes fácticos, Venezuela sigue siendo el mal ejemplo que hay que extirpar para demostrar que nunca más habrá una revolución que llene de emoción, que ponga a los ciudadanos en el centro de la política.

Recientemente un periodista dijo “Si Venezuela cae, cae la humanidad” ¿Le parece exagerada esa apreciación?

– Es una frase preciosa, yo la pondría en mi escritorio…

La humanidad va a caer, no sólo si cae Venezuela, sino por una serie de circunstancias. Lo que pasa es que sería un antes y después de Venezuela. Hay que crear una conciencia latinoamericana de que si cae Venezuela, atrás caerán los demás, uno detrás del otro. Nos jugamos el futuro de la región y eso nos llevaría a ser, nuevamente, el patio trasero de EE.UU.

Venezuela es un pueblo que sigue resistiendo y que demuestra que todo lo aprendido con Hugo Chávez sigue vigente en ese pueblo bravío.

Últimamente hemos vistos discrepancias entre gobiernos de izquierda de la región ¿A qué se deben esos roces?

– Hay algo que se llama pragmatismo, algo que se llama chantaje y algo que en el sur decimos ‘apriete’.

Existen gobiernos que están siendo presionados duramente por EE.UU. para lograr votos, y a pesar de ello no han logrado las sanciones que pretendieron contra Venezuela.

EE. UU. sigue persiguiendo la participación de gobiernos de la región en una fuerza militar, supuestamente de paz, para intervenir en Venezuela. Hasta ahora, no les ha ido muy bien. Eso no quiere decir que renuncien a sus objetivos. Realizando esas presiones lograron actuaciones como las de Uruguay que, con un gobierno que se asume de izquierda, se puso contra Venezuela y a contramano de las decisiones de su partido político.

No obstante ha ido bajando la virulencia de los ataques a Venezuela después de la elección Constituyente, y se observa un clima más tranquilo dentro país, lo que ha dejado sin argumentos a intelectuales de izquierda que hablan de cosas sin saber realmente qué es lo que pasa.

Foto: Jorge Olmo Sgrosso


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