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Enero 2018

Encuentro de la Nación Aymara: Historia y cambio paradigmático



Pablo Velásquez Mamani*
PUKARA

Gran parte de la historia del indianismo y el katarismo es desconocida por la población. Eso se debe a la falta de difusión y el encubrimiento, pero también,

a la falta de la escritura de una historia propia. El propósito de la presente nota es el de dejar testimonio de los actos de los nacionalistas aymaras para la posteridad.

El acto histórico

Los días 16, 17 y 18 de noviembre de 2017 se llevó a cabo el Encuentro de la nación Aymara, en instalaciones del Centro Cultural Torino La Paz-Bolivia.

La importancia del evento es significativa ya por el hecho de realizarse en un contexto adverso, donde una parte de la población aymara se encuentro embaucada por el indigenismo comunista, y que hace inviable cualquier gestión política independiente.

Muy a pesar de ello, el encuentro fue gestado y financiado con el aporte de los militantes del nacionalismo Aymara en su totalidad, mostrando una capacidad de acción propia.

Sin embargo, lo más importante del evento, fue el cambio de perspectiva.

Por lo general los diversos encuentros son para alimentar la expectativa y curiosidad de antropólogos e hippies, algo como un exotismo académico, o por el contrario eventos financiados por ONGs o el gobierno para realizar propaganda política, con la sazón de una interminable cantidad de quejas y pocas propuestas.

A diferencia de lo anterior, el encuentro Aymara gestionado por el nacionalismo Aymara tuvo los objetivos principales de organizar y establecer acciones principalmente en las áreas: política-educativa, económica y jurídica, a cargo de Pablo Mamani y Claudia Condori; Fernando Untoja, Oscar Coca y Jaime Castaya; y Liborio Uño y Magaly Copa, consecutivamente. Todo ello entorno a los pasos necesarios para lograr la finalidad: soberanía política de la nación Aymara, el Estado Aymara. Contando además con una mesa en pleno para el asunto de la Mujer Aymara contemporánea, con la participación de Claudia

Condori, Elizabeth Huanca, Magaly Copa y Brisseida Nina Quispe. Todo ello sin olvidar la gran ayuda organizativa de Jaime Flores y América Gutiérrez, y los aportes importantes de MarioUrdininea, Rodolfo Castro y Alfredo Rengel.



Las temáticas expuestas así como las perspectivas rompieron con los esquemas y estereotipos convencionales. Cuestión algo difícil de asimilar para una participación heterogénea que estaba acostumbrada a verse en los moldes indigenistas, y no verse como nación.

De igual forma sucedió con la conclusión del evento en el festival musical: Aymara Fest, que en este año va en su tercera versión, ofreciendo al público una

combinación de música ancestral y música contemporánea aymara (sikuris, khantus, hip hop, rock, cumbia). Evento único en su especie por su cualidad.



Por lo previamente expuesto, se trata pues, sin duda alguna, de un acto histórico importante

para la nación Aymara, porque estamos frente a un cambio paradigmático en lo que refiere la política e ideología aymara.

Sobre las lecciones emergentes

Sin embargo, todo acto, toda idea llevada a la práctica deja lecciones y tareas importantes para el futuro.

Se tuvieron algunos tropezones sobre todo con la mentalidad colonial de dependencia y provincianismo aún persistente. Y esta es una de las lecciones y tareas importantes, cambiar de mentalidad al pueblo aymara. La nación Aymara, como el aymara de carne y hueso, puede y debe ser libre, y ello empieza con pensarse libre y sin ninguna dependencia.

La segunda lección y emergencia es la de unificación de la nación Aymara. El problema más grande dado por el colonialismo es la división de la nación. Treta dada al colonizado con etiquetas otras para evitar su unificación, y por ende la consecución de un objetivo bien definido. El MNR embaucó al aymara como campesinado, el MAS, no sólo que ha seguido ese camino, sino que ha constitucionalizado tal error, llamándolo indígena—originario—campesino. Este lastre se manifestó en la reducción de la demandas aymaras en simples demandas agrarias, y en la actualidad, en la búsqueda de un inexistente buen vivir. Todo sin olvidar el folklorismo y clasismo de tropel. Estas aberraciones se expresaron de varias maneras en el encuentro. No obstante, el presentar el nacionalismo como vía política fue poco a poco aceptado por su coherencia histórica y teórica. De lo cual puede concluirse una tercera lección.

El asunto de repetición de clichés del MNR o el MAS, y una resistencia al nacionalismo, incluso por indianistas y kataristas, se debe en gran parte a la diferencia generacional.

Para las personas de avanzada edad, era inconcebible un Nacionalismo Aymara, mientras en las generaciones más recientes se entendía sin problema mayor. Lo propio ocurría con el asunto de la consideración del aymara como ancestral o moderno.

Por otro lado, vinculado a este tema, se hallaba la distinción entre el arcaísmo o purismo y una posición abierta. El nacionalismo Aymara planteaba asumir la contemporaneidad y la realidad actual en tanto el objetivo principal. Mientras tanto, las voces más puristas (generalmente octogenarios) remitían al pasado

inmediato, su experiencia o estampas antropológicas.

Sin embargo, a pesar de las contradicciones, nadie oponía a la Nación Aymara y el objetivo de soberanía política. Fue bastante evidente que la liberación es un objetivo compartido, un bien común, pero problemas y lastres del pasado así como lenguajes y códigos de comunicación diferían. El colonialismo nos ha separado, es tiempo de unir a la nación Aymara.

La realización de este evento, evidencia que, a pesar de los varios detractores emergentes tanto desde el poder colonial o de posiciones puristas, el camino y objetivo que ha asumido esta generación son los correctos.

Un encuentro es apenas el inicio de una serie de acciones y propuestas que seguirán para lograr el objetivo principal concreto, cosa que era difusa entre

indianistas y kataristas de antaño (respetando y reconociendo todo lo que ellos lograron), y que hoy felizmente el nacionalismo Aymara ha conseguido.

El indianista Fausto Reinaga decía: “Yo levanto mi copa por aquél que logre superarme”. Creemos que ese día ha llegado, y aunque queda mucho por hacer, estamos más cerca de nuestro objetivo histórico.

* Es nacionalista Aymara y miembro del MINKA.

PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Periódico Mensual Enero 2018 Qollasuyu Bolivia Año 12 Número 137. pp. 3,10.

http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-137.pdf







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