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Febrero 2018

¿Logró descolonizarse Bolivia?


Santos Diamantino*

PUKARA

La propuesta de la Constitución Política del Estado, C.P.E., era construir un país intercultural, intracultural y plurilingüe. No obstante, luego de 8 años de haber promulgado la C.P.E., seguimos preguntando si fue posible construir una Bolivia intercultural dejando atrás el pasado de la colonización directa o indirecta; si se ha podido utilizar el paradigma intercultural, intracultural y plurilingüe como una herramienta fundamental de la descolonización. Reflexionando, pregunto si los valores del Proceso de Cambio pudieron borrar la colonización del Saber y del Ser del pasado dominante; si después de once años el gobierno a través de sus diversos ministerios pudo deconstruir el pensamiento occidental (en instituciones educativas); en otras palabras: ¿El Estado pudo descolonizarse a sí mismo? Mi primer prejuicio es “que es más de lo mismo”, para que mi opinión deje de ser un prejuicio, es básico argumentar porqué considero tal enunciado.

Para argüir políticamente que algo está bien, debe demostrarse que es así en la realidad, no sólo quedarse en el discurso. En varias ocasiones se oyó afirmar al Presidente Evo Morales que estamos bien en relación a otros países. Sin embargo, cuando analizamos la realidad social, cultural y política, encontramos diversas contrariedades que van incluso en contra de la C.P.E., hago referencia al manoseo hobbesiano utilitarista del gobierno acerca de los principios establecidos en la Constitución, como el “respeto e igualdad entre todos, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del vivir bien; con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta tierra; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para todos.” La pregunta es: ¿Es así como estamos viviendo en la actualidad?

El gobierno boliviano del partido del Movimiento Al Socialismo no ha dejado de ser colonial, las actitudes institucionales como humanas son las mismas que las del pasado. Por eso varios de sus opositores antes eran aliados del MAS (Rafael Puente, Felix Patzi, Román Loayza, Alejandro Almaraz, el fallecido Filemón Escobar), quienes desaprueban que Evo Morales se mantenga en el poder durante 20 años. Además de considerar que su programa de gobierno está cimentado en la extracción de los recursos naturales.

El proyecto político del M.A.S. abandonó las ideas originales en defensa de la Madre Tierra, convirtiéndose en abanderado de políticas extractivistas. Otro nudo del rastro colonial del gobierno es el exceso de poder ganado en los comicios electorales, que trajo como efecto círculos de corrupción y enriquecimiento personal (hago referencia al tráfico de influencias a favor de empresas chinas). Como afirma Rafael Puente: “hay una intoxicación de poder en este proceso”.

Otra característica es que al gobierno de Evo Morales le son permisibles todas acción que vayan en su favor, aunque una mayoría haya afirmado su rechazo a ciertas delicias que el poder le ofrece a nuestro presidente; me refiero a la consulta del 21 de febrero de 2016; a su autoproclamación como defensor de los Pueblos Indígenas; al voto nulo en las últimas elecciones judiciales; a las marchas que Jesús Verá (afín al partido de gobierno) realizó sin ser reprimido por la policía como ocurrió con otras manifestaciones como la petición de más presupuesto por parte de la U.P.E.A. o la derogación del artículo 205 de parte de los médicos; o el tema de la renta de los discapacitados, más propiamente personas con capacidades diferentes.

La desigualdad social y política en 2017 ha sido y es la herida que aún no supo sanar el M.A.S., porque no es un verdadero médico especializado en estos temas. Sí tiene un liderato de bases originarias y campesinas, pero no ha sabido canalizar estos problemas que en la C.P.E. son principios irrenunciables. No se eliminó el maltrato humano, y más cuando éste se hace tangible en las instituciones privadas o estatales. Un ejemplo sobre este hecho: Según un reporte periodístico entre 2010 y agosto de 2017 se conocieron 15 denuncias por violación de derechos de trabajadores, producidas en condiciones salubres de trabajo cometidas por empresas chinas (datos del Observatorio Boliviano de Empleo y Seguridad). Las denuncias llegaron al Ministerio de Trabajo; sin embargo, las acciones del mismo fueron insuficientes. Llegando a ser en algunos casos condescendientes con las prácticas de vulneración de derechos por parte de estas empresas. El CEDLA informó hasta el año 2016 en Bolivia existían 100 compañías chinas, la mayoría consorcios estatales.

La pregunta es ¿existe ese Estado que se basa en el respeto e igualdad entre todos? ¿El gobierno protege al trabajador, en qué medida? ¿Es real ese Estado que sobrevalora al considerado indígena, originario campesino, o sólo es ese recurso electorero al que hay que darle plata para que esté tranquilo? Si reflexionamos usando este hecho de abuso, quienes trabajan ahí son personas de escasos recursos (por no afirmar el indígena, originario campesino) y clase media, entonces ¿a quién defiende el gobierno?

Más de lo mismo. Existen conflictos irresueltos en demandas coyunturales o estructurales de varios sectores, en el entendimiento de las normas, en comprender cómo debe ser el ejercicio del poder. No existe una transformación substancial en la representación y práctica de relacionamiento con la otredad (me refiero al sujeto político, social y cultural).

La descolonización, eslogan de moda al inicio, hoy gran ausente en la práctica política del actual gobierno.

Fuente ilustración: http://www.elsalmon.co/2012/09/culturas-juveniles-o-tribus-urbanas.html

La colonización (indirecta) sigue vigente en este tiempo, tanto en el Poder, el Conocimiento y en el Ser, por eso existe aún marginación y sometimiento de grupos en la sociedad. Lo pernicioso es que en el gobierno, como en el pueblo de a pie, no se distingue este fenómeno por ser un híbrido ideológico del siglo XXI. Despojarse del mismo sería una pérdida de una parte de su Ser. Don RafaelPuente afirmaba que “la docilidad y la obediencia se han vuelto comportamientos comunes en la política boliviana (y eso está bien para el pueblo). El presidente está condenado a escucharse a él mismo siempre porque todos tratan de decirle lo que él quiere oír. ”En otras palabras, tenemos un gobierno boliviano que si argumentas en contra de él, eres un vendido al imperio. O en palabras de Álvaro García Linera, eres un “pseudoizquierdista de pasarela y deslactosa aliada a fuerzas ultraconservadoras”.

Al respecto, me pregunto si el vicepresidente alguna vez ha leído al filósofo Rene Descartes, quien decía: “Hemos de pensar que los que sostienen opiniones contrarias a las nuestras no son necesariamente bárbaros, muchos saben usar la razón tan bien como nosotros y hasta mejor”. Incluso, el tildar a una persona de “algo” es ya un acto de racismo ideológico. Diógenes de Sinope decía “el insulto deshonra a quién lo infiere, no a quién lo recibe”. El Presidente Morales como el Vicepresidente Linera, ignoran a los que opinan contra ellos, se ríen de ellos, posteriormente los atacan, sintiéndose después ganadores ante los medios y “el pueblo”.

Por eso en Bolivia desde lo político como desde su operatividad, no se ha logrado desarmar la conciencia individual y colectiva. Se reconoce que hay una interacción de poco diálogo y entendimiento, es decir, el político de este tiempo tiene la capacidad de entender al Otro en su diferencia, sin asumir la misma. No existe la utopía del Vivir Bien, sí el deseo de vivir mejor y estar mejor.

Para hacer realidad la C.P.E. se tiene que desaprender en las mentes, interpelar no sólo el pasado sino el presente para un futuro prometedor. Se deben sanar las heridas del pasado para pasar al otro estado, acercándonos más a las personas del campo como de las ciudades; interactuando, no cerrándonos al grupo que nos apoya. Como ya afirmó el Katarismo, hay que tratar de insertar el paradigma de la democracia intercultural, dialogando, aceptando ideas diferentes, conviviendo democráticamente. El Estado debe descolonizarse a sí mismo, desde sus leyes, sus prácticas, sus lógicas de operación, para ello deben y debemos aprender a desestructurar simbólicamente nuestros deseos individuales.

* Santos Diamantino es antropólogo, filósofo y músico.

PUKARA Cultura sociedad y política de los pueblos originarios. Periódico Mensual Febrero 2018 Qollasuyu Bolivia Año 12 Número 138. Pp.5.12.

http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-138.pdf







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