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Mayo 2018

El Proceso de Cambio y sus horizontes de transformación

Jhonny Peralta Espinoza

Estar a la altura del Proceso de Cambio implica asumir errores, realizar una autocrítica y, sobre todo, proponer formas de seguir adelante de manera coherente para profundizar el cambio, y porque todavía hay muchas cosas que se pueden seguir haciendo de otro modo. No es tiempo de claudicar ni renunciar, ni olvidar la deuda social que todavía se tiene con el pueblo. Sólo así, el pueblo estará dispuesto a luchar y a defender ese proyecto que le ayuda a la búsqueda de su felicidad y la construcción de su identidad; por tanto, sólo podremos construir nuestra identidad si formamos parte de un proyecto compartido – colectivo, un nuevo “modo de convivencia” (Estado Plurinacional) donde todas y todos participemos en su construcción. Este proyecto jamás la derecha lo hará porque tiende a fomentar lo individual y a generar individuos “perdidos”, sin identidad.

Relación experiencias populares y la institucionalidad

 

Ya Lenin diferenciaba entre poder del Estado y aparato del Estado, en este sentido es útil preguntarse qué clase o qué movimientos sociales ocupan el poder o están instalados en la administración de ese poder; con esto Lenin intentaba demostrar que todo Estado no es neutro, que como sostiene Zavaleta Mercado “…se puede tener el poder del Estado y no controlar el aparato y a la inversa. Sólo la ocupación global de ambos aspectos garantiza finalmente la existencia de una revolución socialista…”. Lo que la experiencia boliviana demuestra hasta el presente es que las instituciones estatales siguen reproduciendo, en algunos grados, jerarcas racistas, que nacieron conservadores y morirán reaccionarios, y que no cambiarán con mediaciones prebendales (doble aguinaldo) y, más aún, al construirse las instituciones de manera corporativa (rosquera) han favorecido más a sus intereses, que a los intereses de los sectores indígenas y populares. A esto se suma que estas instituciones tal y como funcionan en la actualidad, sólo han logrado un vaciamiento de la democracia reflejado en la despolitización del funcionariado; y si hubieron militantes de izquierda que ingresaron a la administración pública con la idea de transformarlas, han bajado los brazos y se han acomodado al orden de las cosas. Esta legitimación de un Estado colonial, republicano y neoliberal, aunque se llame plurinacional, siempre ha provocado el vaciamiento de las prácticas democráticas en las filas del funcionariado, que potencia una transformación regresiva profunda y continua en el sentido de la derrota de la democracia en todas sus formas.

Por esto urge reflexionar ¿si las instituciones estatales que hemos heredado están dibujadas, diseñadas, de forma corporativa o no y si son favorable o no a los movimientos sociales? ¿Si el aparato estatal está o no forjado para defender los intereses de los movimientos indígenas?, y lo más grave, ¿si hemos tomado conciencia de esta situación? Por qué no hemos hecho nada para transformarlos y sólo las estamos legitimando.

Y no hicimos nada porque hasta ahora en las instituciones del Estado Plurinacional predomina la concepción de la democracia como forma de gobierno, donde las normas, leyes, procedimientos son materializadas a través de las acciones de un grupo de expertos, “políticos profesionales”, que ven a la política no como una práctica colectiva, sino como una técnica; esta “profesionalización de la política” reservada a un grupo de expertos jamás ha sido tocada, la apropiación del poder en esos niveles sigue reproduciendo derechos feudales familiares hereditarios (castas sociales y familiares que ayer sirvieron al neoliberalismo y hoy son, coyunturalmente, masistas de salón), y que hacen de la corrupción política su pan de cada día.

Frente a esta realidad los sectores populares requieren como condición un debate reflexivo de esta ofensiva del Estado que no tiene nada que ver con su carácter plurinacional, más aún es necesario que los movimientos sociales resignifiquen el concepto y sentido de la democracia, que no solo sea asumida como forma de gobierno, sino fundamentalmente como estilo de vida, y esto implica la incorporación de prácticas culturales que expresen una cultura política de compromiso, convicción y lucha, o sea que le den sentido a un proyecto político propio de convivencia.

Así, para que las mayorías nacionales que ahora defienden y construyen la nación no sea absorbida por un Estado que todavía es conservador, porque tiende a reproducirse a sí mismo, es fundamental procrear hombres y mujeres que hagan funcionar al Estado pero en defensa de los indios, los obreros, las mujeres, los niños, los maestros… o sea que tomen conciencia que el Estado Plurinacional somos todos, que el destino de este proyecto de convivencia compartido depende también de su conducta, de sus relaciones humanas, de sus prácticas culturales. Pero esta reacción comprometida, revolucionaria del funcionariado con el Proceso de Cambio no puede ser el resultado de una reacción espontánea y voluntarista de los funcionarios públicos, es fundamental tomar medidas revolucionarias y una de es ellas es la purga de una parte del funcionariado que no está comprometido con las transformaciones del país. Esta es una medida mínima para que el poder y el aparato del Estado vayan siendo ocupados por las fuerzas sociales que desean y aspiran a la radicalización del Proceso de Cambio.

Relación experiencias populares y las clases medias

 

Si los movimientos sociales tienen que tener un aliado cuasi natural son las nuevas clases medias vinculadas al Proceso de Cambio, empero hasta ahora estos estratos medios no han logrado construir una identidad política debido a que el dinero es “un mal trasmisor de identidad”, amén que son machacados por los valores culturales del capitalismo y su gran número sólo ha producido individualidades. Estos sujetos individuales “recién llegados” que disfrutan de educación, salud y vivienda de calidad, con mucha influencia en el Estado y que disputa espacios y mandos con las tradicionales clases medias, y que según A. García “[…] ya no milita en ningún movimiento social territorial, pelea por una cultura de distinción y su modo de unificación política es una incógnita”; hoy es vista como la lotería electoral tanto para el Proceso de Cambio como para la derecha antinacional.

Ya Zavaleta Mercado afirmaba que “el pathos de las capas medias consiste en que nunca, o casi nunca, descubren de dónde viene su perdición” y por lo tanto su andadura es errabunda, incierta, culturalmente se asumen como mestizos y políticamente están a merced del péndulo histórico. Sin embargo, es el Proceso de Cambio el que les brinda la oportunidad de ejercer una de las últimas libertades del ser humano, cual es elegirse y ser parte de este proyecto de convivencia colectivo, donde la democracia resuena desde su “…sentido original de la palabra democracia: no la gestión pacificada de los conflictos mediante el consenso, sino el poder conquistado por una parte de la ciudad en una guerra contra el enemigo oligárquico… demokratia es el nombre de un régimen en el que el poder es ejercido por la masa de los pobres…” (Laval y Dardot)

La última palabra la tienen las clases medias, o siguen reproduciéndose como individuos perdidos sin identidad producto del neoliberalismo o elaboran su narrativa en interacción e identificación con este proyecto de convivencia inclusivo; si se deciden por lo último, serán capaces de producir un acontecimiento donde sencillamente decidirán optar por la defensa de valores morales y políticos trascendentes que tienen que ver con la defensa de una sociedad de iguales, objetivo por el cual tanta gente se ha dejado la vida. Este acontecimiento cambiará, no cabe duda, la vida de las clases medias, para reconsiderarla desde la perspectiva de su pasado, porque de ahí en adelante tendrán que ser fieles a esa comunión con los movimientos populares.

El Proceso de Cambio que ha prohijado a estas clases medias no puede ser transigente frente a su falta de compromiso y espíritu revolucionario, caso contrario son traidores en potencia, es hora de pedirles cuentas y ser inflexibles con sus debilidades, su mala fe, sus errores y denunciarlos si hay asomo de algún vicio que vaya en contra de la Revolución Democrática y Cultural; y, por más, que gocen de mejoras en su situación económica debido a las transformaciones del país, sus impulsos democráticos no pueden ser cooptados por la derecha reaccionaria, es el momento de exigirles acciones políticas que implican: formación política, trabajo de campo para elaborar proyectos junto a los sectores populares, trabajo político en sus fuentes laborales; todo porque solo la conciencia política vislumbra un futuro revolucionario.

Relación experiencias populares y avance democrático poscapitalista

 

Un revolucionario no está movido tanto por la idea de un futuro perfecto, sino por la conciencia de un pasado al que no quiere volver. Uno de los logros fundamentales del proceso de cambio es la recuperación de la función social del Estado, aspecto que, precisamente, nos está llevando, poco a poco, a reducir la pobreza y la desigualdad gracias a la recuperación de nuestra soberanía mediante la apropiación del excedente económico que proviene de nuestros recursos naturales. Queremos redistribuir el ingreso porque queremos una sociedad de iguales.

El 2003, 6 de cada 10 mujeres atendían sus partos en hospitales, ahora son 9 de cada 10. En los últimos 11 años se han construido 1.007 establecimientos de salud, 2.700 consultorios en los barrios, un plan de construcción de 47 hospitales, un reactor de investigación y tres centros de medicina nuclear.

En 12 años el analfabetismo se ha reducido hasta el 2,7%, luego de que en 1995 estuvieran en el 23%. En 1992, la tasa de alfabetización era del 80% y para 2015 esa cifra creció al 92,45%. La reducción del analfabetismo en casi 20 años fue de 12,4 puntos porcentuales.

Entre 1986 y este 2017, el salario mínimo nacional tuvo un considerable incremento, en estos 31 años subió de 40 a 2.000 bolivianos.

En el 2017 la inversión estatal aumentó 9 veces respecto al 2005, siendo uno de los motores del crecimiento económico, acumulando entre 2006 y 2017, 42.712 millones de dólares, con una ejecución del presupuesto 2017 de 77,1%.

La estabilidad del modelo económico y la seguridad jurídica, permitieron que en los últimos doce años las utilidades del sector privado se incrementen en más de 4 veces.

Las superficies cultivadas al año 2005 eran 11 millones de toneladas métricas, al 2017 aumentaron a 17,2 millones de toneladas métricas. Las hectáreas bajo riego al año 2000 eran de 227 mil hectáreas, al año 2017 aumentaron a 434 mil hectáreas bajo riego. En los últimos 10 años, el promedio anual de acopio de alimentos fue de 264 mil toneladas, para garantizar el abastecimiento del mercado interno y la estabilidad de precios.

Con los programas MI AGUA y MI RIEGO se benefició a más de 1,6 millones de personas, con agua limpia en sus viviendas, con mayor rendimiento y valor en su producción agrícola. Los números de conexiones domiciliarias son de 272.720 y el número de piletas 7.780. La superficie incrementada con riego fue de 75.360 hectáreas con una inversión de 682 millones de dólares. Con el programa de perforación de pozos se benefició a más de 160 mil personas y el número de pozos implementados fue 300, aumentando el caudal ofertado a 1.828 litros por segundo, con un número de habitantes beneficiados de 161.597, con una inversión de 4,3 millones de dólares.

En el tema electricidad la oferta de potencia eléctrica se incrementó en 103% entre 2005 al 2017, permitiendo contar con un excedente de más de 600 Megavatios.

En lo que concierne a la industrialización de los recursos evaporíticos el 2013 se implementó la planta piloto de Cloruro de Potasio en Uyuni y Carbonato de Litio en Uyuni con una inversión de 26,4 millones de dólares, hoy tiene una producción de 2.800 toneladas de sales de potasio y 65 toneladas de carbonato de litio. El 2014 se creó la Planta Piloto de Ensamblado de Baterías La Palca en Potosí con una inversión de 5,1 millones de dólares, hoy cuenta con una producción de 2.084 Baterías. El 2017 se implementó la planta de Materiales Catódicos en Potosí con una inversión de 34,6 millones de dólares y hoy tiene una producción de 22,32 Kilogramos. Todas estas Plantas piloto fueron construidas con una inversión total de 66,1 millones de dólares americanos.

La inversión acumulada entre 1994-2005 ascendió a 4.283 millones de dólares, con una renta petrolera de 2.962 millones de dólares; mientras que en el período 2006-2017 la inversión acumulada sumo 13.409 millones de dólares, con una renta de 35.242 millones de dólares.

En lo que concierne a la Industrialización de Hidrocarburos se han creado las siguientes plantas: de tuberías y accesorios, de amoniaco y urea, de GNL, dos separadoras de líquidos, todas ascienden a una inversión de 2.054,3 millones de dólares.

En las instalaciones de gas domiciliario, entre 1994-2005 se instalaron 49 mil instalaciones siendo beneficiadas 243 mil personas o sea el 2,9% de la población boliviana; mientras que en el período 2006-2017 se han beneficiado más de 4 millones de personas que representa el 36% de la población boliviana. A esto se suma que 27 Municipios cuentan con Estaciones Satelitales de Regasificación como parte del Proyecto de Gas Virtual – GNL.

La inversión en la minería entre 1997-2017 como promedio fue de 75 millones de Dólares; y en el período 2006-2007 fue de 298 millones de Dólares.

Hasta ahora se han invertido en carreteras 6.653 millones de dólares en los últimos 12 años en todo el país. Mientras que entre 1825 a 2005 la inversión acumulada para caminos fue de 1.098 millones de dólares. En 12 años se construyeron 4.792 kilómetros de carreteras pavimentadas en todo el país.

Este crecimiento y desarrollo económico es importante para salir de la pobreza, pero aún nos quedan retos importantes, y entre esos retos creo que los siguientes son fundamentales para seguir avanzando.

1. Urge la democratización de la salud y la educación, hay que acabar con la educación y la salud de primera, segunda y tercera calidad, creando instituciones de salud y educación que presten servicios de calidad el pueblo saldrá a las calles a defenderlos.

2. Los movimientos indígenas han demostrado en estos doce años que son el sostén político y estratégico del Proceso de Cambio, las autonomías indígenas deben ser la base de la construcción de identidades plurinacionales, es decir, ahora planteando la democracia intercultural como una forma de vida comunitaria cuyo ethos es el Vivir Bien.

3.  La sociedad boliviana no está preparada para “recibir” a una mujer que quiere cambiar de modo de vida rompiendo con las practicas patriarcales. Creemos que el Estado debe apoyar sin reparos la lucha de las mujeres, ese es el camino hacia el logro de la estima social, es decir, cuando la sociedad devuelve a las mujeres una imagen de reconocimiento. De lo que estamos hablando por lo tanto es que las mujeres, a partir de su lucha, tengan una capacidad real de elección de vida, de vivir la vida que ellas escojan (educación, derechos reproductivos, política de oportunidades, cero tolerancia al machismo, etc.).

Hoy la crisis de deslegitimación que impulsa la derecha antinacional no tiene límites, pero es hora de imaginar mínimamente qué sucederá si llega la derecha al gobierno, es importante pensar qué pasará, cómo cambiará el país y a donde volveremos.

Un objetivo fundamental de la derecha es el desmantelamiento de todo lo que se avanzó y que principalmente se expresará en las siguientes acciones:

1. La subasta de las empresas estatales porque el capital privado debe recuperar sus patrimonios perdidos, ya que el capital privado no vela por la nación, sólo le interesa sus bolsillos.

2. El incremento de las tarifas de servicios básicos porque el capital nacional y extranjero busca ganancias mediante la explotación de las empresas subastadas.

3. El despido de funcionarios públicos vinculados al Proceso de Cambio como una vendetta política y una forma de humillación humana.

4. La devaluación monetaria para favorecer las importaciones, debido a que la burguesía parasitaria solo produce para la exportación y no para las necesidades nacionales.

5. La congelación de los incrementos salariales, precautelando la defensa de la plusvalía como el medio para engordar indefinidamente.

6. El olvido socioeconómico y cultural de las comunidades indígenas, porque el neoliberalismo es racista, no es inclusivo y sólo fomenta el individualismo.

7. El rechazo a cualquier apoyo al derecho del uso del cuerpo de las mujeres y lucha contra el patriarcado, porque en esencia el capitalismo es patriarcal.

8. La supresión de los bonos a niños, ancianos, madres gestantes en la medida en que el neoliberalismo está reñido con las políticas sociales.

Estos son los momentos decisivos para ejercer la libertad, es decir, para tomar la decisión de realizarnos mutuamente, comunitariamente, como participes de un proyecto común. Es difícil imaginarnos dar pasos democráticos poscapitalistas en este presente, pero esto no implica intentar construcciones alternativas que solo pueden venir desde abajo. El Estado, que atraviesa un proceso de transición, no puede seguir siendo el motor de las transformaciones; y si queremos que la democracia sea llevada hasta sus últimas consecuencias la experiencia de la democracia sólo pueden ejercerla los sectores populares, es decir la experiencia de un común político.

Pero estos procesos de democratización social y política requieren con urgencia la formación de la primera generación de hombres y mujeres politizados con principios y con moral, generación que se consigue de la única manera como se logran estas cosas: con formación política y cultural, con la apertura de espacios de debate en las universidades, en los ministerios, en las comunidades, en las fábricas, editando publicaciones con una alta dosis de debate político… porque si no lo hacemos no habrán fuerzas humanas que defiendan el Proceso de Cambio el 2019 en las urnas y en las calles, no tendremos nuevas creencias que se vinculen con nuevas prácticas sociales poscapitalistas, no avanzaremos en un nuevo horizonte civilizatorio …en fin, habremos perdido una oportunidad histórica que no la tendremos en mucho tiempo porque el imperialismo habrá vencido sin ninguna oposición digna y revolucionaria.

Serán esos hombres y mujeres politizados los que contagien una cultura política donde las acciones y los argumentos políticos tendrán la capacidad de influir en la realidad, alterar la correlación de fuerzas, y lo más importante una cultura política que a través del conflicto nos conduzca a la victoria.



* Exmilitante Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka.

http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=6767







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