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Agosto 2018

La larga marcha de Nicaragua Sandinista

Por GERALDINA COLOTTI*, Resumen Latinoamericano, 18.07.207

Día tras día, ha tomado forma en los medios italianos la enésima versión de conveniencia, que esta vez tiene que ver con los acontecimientos en Nicaragua. El enésimo “relato” en sentido único, a uso, consumo y consolación de una cierta izquierda inepta y desencarnada. Víctima del “miedo de las masas” que no ha sabido guiar y a la qual no sabe hablar más, indignada contra “todas las guerras” sin haberlas impedido ni siquiera una, obsesionada por el peligro del “socialismo autoritario” pero incapaz de frenar el autoritarismo verdadero, esta “izquierda” se sacia de una sóla fuente. Sigue siempre al mismo tipo de flautistas: las fake-news difundidas dal gendarme global.

Y así, el paso siniestro de la Conferencia Episcopal nicaragüense se convierte en el camino conciliador de los mediadores imparciales, que llevan el crucifijo en el cuello como símbolo de libertad y democracia. Aquel del pueblo que grita: “golpistas, asesinos” a los obispos que han bendecido las torturas, se transforma en el paso del paramilitarismo y de la tiranía. Responsable de todo, la “pareja venenosa” Ortega – Murillo. Un esquema simplista y inútil como lo que ve la acción de un sólo actor – el imperialismo Estadounidense y sus complots -, y no la mezcolanza de contradicciones sociales, internas e internacionales, que mueven el contexto actual.

El 19 de julio de 39 años atrás, la revolución sandinista entró victoriosa a Managua, luego de haber llamado a cosechar esperanzas y fusiles desde todas las partes del mundo. La última revolución del siglo pasado, del gran siglo XX, que todavía proyecta sus “fantasmas” en esta Europa de zombies feroces. Fantasmas para enterrar o fortalezas para un nuevo futuro?

En el surco de Cuba, una parte de América Latina ha escogido la segunda opción, apostando nuevamente sobre el socialismo del Siglo XXI. En la Europa capitalista, derrotados los puntos más altos de la lucha de clase, el primer lugar en Italia, por el contrario, ha prevalecido la eliminación, la pérdida de referencias y de categorías marxistas para explicar un mundo en pedazos que amplifica las contradicciones.

Saberlas encarar, antes de todo, llevaría a reconsiderar el énfasis con el que se ha llevado al ejemplo y es más se ha asumido como modelo estratégico el compromiso táctico que ha permitido vencer a la fuerzas conservadoras a nivel electoral en algunos países: desde el Brasil, a Nicaragua y también en Ecuador. Alianzas institucionales de los pies de arcilla, cuando como contrapeso a la presencia de los sectores capitalistas no crece la organización del poder popular: una organización en dialéctica entre el terreno económico y aquel político que apunte a construír una nueva hegemonía, quitando siempre más espacio a las fuerzas adversas. Se sabe que en los propios ámbitos del Estado y de la democracia burgués, las derechas y sus clones en la izquierda compatible con el sistema tienen el juego más fácil: apoyan a los gobiernos progresistas como la cuerda que sostiene al ahorcado, para hacerlos retroceder, lo más atrás posible. Se lo ve en Ecuador, se ha visto en Brasil, mientras no ha funcionado en Venezuela, gracias a la extraordinaria vitalidad del poder popular.

Por el contrario, qué cosa ha sucedido en Nicaragua? Hasta hace poquísimo tiempo, se ha elogiado el modelo económico nicaragüense, donde todos parecían hacer negocios también si a los sectores populares, al mismo tiempo, se les mantenían coberturas y garantías. Con Ortega en el gobierno y gracias a la adhesión de Nicaragua al ALBA de Cuba y Venezuela, el país ha obtenido el índice de crecimiento más elevado de América Central. Entre el 2005 y el 2014, el proyecto Borgen ha reducido la pobreza del 30%. El salario mínimo anual ha aumentado del 5 al 7% neto de la inflación. Un modelo que, mirando bien, basaba la propia solidez más en proyectos de economía popular que de sello capitalista. A diferencia del gobierno Lula que en Brasil ha reducido el número de pobres dando subsidios directos a las familias más necesitadas, el de Ortega ha optado por las inversiones públicas para hacer crecer la economía popular.

En Nicaragua los trabajadores del sector privado son alrededor del 15% del total, mientras en el sector informal hay más del 60%. Y a este segundo sector se ha destinado más de 400 millones de dólares, en gran parte provenientes de Venezuela y de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Financiamientos dirigidos a los pequeños y medianos agricultores que han permitido al país producir casi el 90% de los alimentos necesarios y de liberarse de los préstamos del Fondo Monetario Internacional.

Antes con la Revolución Sandinista y luego con el Gobierno Ortega, se ha ampliado la distribución de la tierra, sea a título de propiedad individual que colectiva. Políticas que han favorecido la autonomía laboral de las mujeres, haciendo calar las desigualdades de género al nivel más bajo en América Latina (12do. puesto de 145 países, inmediatamente después de Alemania). Sobre el rastro de cuanto ha sucedido con el chavismo en Venezuela, en Nicaragua se han ampliado las coberturas sanitarias y de jubilación también a las trabajadoras y a los trabajadores del sector informal: incluídos a los trabajadores de las maquiladoras, las grandes fábricas textiles a explotación intensiva ubicadas en las zonas de libre comercio. Zonas de explotación creadas por los gobiernos neoliberales precedentes y que lamentablemente todavía están en plena actividad. El gobierno Ortega, en esto como en muchos otros ambientes de la gestión política, no ha ido hasta las últimas consecuencias.

Pero justamente la reforma del sistema de Seguridad Social que los empresarios habrían querido imponer para sanear las finanzas de la institución, ha activado las sangrientas protestas del 18 de abril, que continuaron hasta luego del retiro de la cuestionada reforma. Cuestionada por quién y por qué? Ciertamente por una parte de los sectores populares, que habrían tenido que contribuír – sólo con el 0,7% – a los fondos para las pensión y la salud. Pero contestada, sobretodo por los sectores patronales que habrían tenido que contribuír con el 3,5%. Y aupada por los terminales del FMI, que habrían querido aplicar la misma receta de lágrimas y sangre impuesta a Brasil y a Argentina o en Europa: mucho más dura.

La decisión de Ortega – seguramente poco discutida y apresurada – entonces puede ser interpretada como un exceso de seguridad en la posibilidad de hacer presión en las negociaciones con el gran capital: basada justamente sobre los datos del crecimiento de la economía – aumento del 38% del PIB entre el 2006 y el 2017 – un crecimiento construído principalmente por los pequeños productores y favorecido por el gasto público.

Pero a saltar al carro de las protestas, cómplice una martillante campaña de mentiras muy bien apoyada por las multinacionales del humanitarismo y por sus micrófonos internacionales, no han sido rostros pacíficos y limpios, en lucha para transportar la bandera sandinista hacia una mayor democracia con más justicia social. Detrás de los asesinatos, las violencias y las torturas a las cuales han asistido también diversos sacerdotes, no están organizaciones campesinas y obreras. Basta ver las posiciones de muchas organizaciones campesinas e indígenas, conocidas a nivel internacional a partir de la Vía Campesina, que apoyan al gobierno y dicen: “Nicaragua quiere paz”.

Las figuras que guían a la oposición al gobierno Ortega pertenecen a las clases dominantes, a los latifundistas, a las jerarquías eclesiásticas y a aquellas oligarquías desvirtuadas por la Revolución Sandinista, pero siempre activas. Los hijos de algunas grandes familias han participado a la Revolución Sandinista, pero luego se han apartado. Algunos de ellos hoy animan al Partido MRS, cuya orientación esta ya muy alejada del socialismo, promueven las actividades de las ongs y de las asociaciones, que atribuyen a Ortega todas las culpas, pero no dudan en acercarse siempre más a las posiciones de la extrema derecha norteamericana.

Por otro lado, los estudiantes de las universidades privadas del Movimiento 19 de abril han sido recibidos y elogiados por los representantes del anticastrismo de Miami, siempre en primera fila en la renovación de los financiamientos Estadounidenses para “promover la democracia” en ciertos países como Venezuela, Cuba y Nicaragua: Ileana Ros Lehtinen, Marco Rubio, Ted Cruz y también se han reunido con los representantes del partido ARENA, la derecha salvadoreña.

Los ex-sandinistas que escriben en los diarios que le gustan a una cierta “izquierda” europea, además muestran, muy claramente su dirección, dirigiendo llamados constantes a aquellos sectores de los empresarios que han apoyado al gobierno Ortega como garantía de estabilidad: el suyo – explica – será al caballo ganador, apoyado por los dólares de la administración Trump.

Por cual canal llegan aquellos dólares, lo explica una minuciosa investigación de Global Research. Desde el 2014 a hoy, la National Endowment for Democracy (NED) ha dado más de 4.400 millones de dólares para construír una oposición en Nicaragua, más de 700.000 sólo en el 2017. Financiamientos dirigidos, sobretodo a las Ongs, con el objetivo de crear un amplificador internacional e influenciar la opinión pública utilizando para este fin argumentos aparentemente más de izquierda, de quien se presenta como “verdadero sandinista”.

Según Global Research, reciben bolsas de estudio de la NED la organización feminista Azalea Solis y la organización campesina de Medardo Mairena, mientras los estudiantes del Movimiento 19 de abril viajan y se hospedan con los dineros de Freedom House, otra emanación de USAID o NED. Una red de cerca 2000 jóvenes. A más del grupo mediático Confidencial (el de Chamorro), la NED financia el Instituto de estudios estratégicos y políticas públicas (IEPP), cuyo Director Ejecutivo, Felix Maradiaga, es otro dirigente del MRS muy cercano a los Estados Unidos.

El elenco de Glogal Research es largo y da una luz ulterior sobre la propaganda de guerra de ciertas grandes holding humanitarias (incluída Amnesty International), ya vista en acción contra Venezuela bolivariana.

El esquema implementado es siempre el de las “revoluciones de colores”, que funciona también contra la policía nicaragüense, que hasta ayer era aclamada como un ejemplo de cercanía al pueblo y de respeto a los derechos humanos. A diferencia de los otros países centroamericanos, Nicaragua, hasta ahora, ha sido considerada también como ejemplo por el alto nivel de seguridad y el bajo índice de homicidios.

Ahora, el libreto utilizado presenta rasgos idénticos a los vistos en las protestas del 2014 y del 2017 en Venezuela (las guarimbas): videos sangrientos construídos para la ocasión, muertos inculpados a una sóla parte, agresiones y ataques atribuídos a “grupos paramilitares” pagados por la “pareja Ortega-Murillo” a la que se la quiere sacar del gobierno como pre-condición para dialogar.
“Quieren cambiar las cosas? Háganlo a través del voto”, ha dicho Ortega, que en el 2016 ha sido reafirmado para un tercer mandato con el 72,4% de los votos y el 66% de participación. El gobierno sandinista ha propuesto inmediatamente un Diálogo Nacional con la mediación de la iglesia católica, y ha dicho estar listo a examinar todas las propuestas. Mientras tanto, ha sido creada una Comisión parlamentaria para la verdad y la paz y una Consulta independiente del Ministerio Público.

De las decisiones políticas, será necesario discutir profundamente. Pero sin injerencia extranjera. En el Foro de San Paolo, que se ha desarrollado en Cuba, Ortega ha recibido el apoyo de los otros países del ALBA y de los movimientos populares que han denunciado los planes de los Estados Unidos contra la integración Latinoamericana.

Traducción Gabriela Pereira

* corresponsal en Europa de Resumen Latinoamericano



http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/07/18/la-larga-marcha-de-nicaragua-sandinista/







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