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México: fuerzas, discursos, consensos y divergencias


María del Rayo Sánchez

La distribución de fuerzas a principios del 2005


La Senadora Sauri –ex presidenta del PRI— enjuicia a posteriori la distribución de fuerzas después de las vacaciones de Año nuevo del 2005. El PRI habría cometido un profundo error al no adelantar el destape de su candidato, al menos un año antes. Ahora tiene que conformarse con un tercer lugar. La entrada en acción de López Obrador, que comienza con la proclama de un programa muy limitado, a medida que avanza la campaña, va encontrándose con un extraordinario apoyo popular. Ese apoyo se endurecerá como reaccionando frente a una serie de acciones de la Derecha panista y priísta, que buscan sacarlo de la campaña, lo que encuentra su punto álgido en la operación Ahumada y los intentos de desafuero.

La operación no tuvo el éxito esperado, y las tendencias en las encuestas siguieron ubicando en primer lugar a López Obrador, seguido muy lejos por Calderón—que ha emergido ya como triunfador en la lucha interna del PAN—y más atrás, Madrazo, que no logra zafarse de la permanente agresión de los gobernadores unidos en torno al TUCAM y de la gente de la "profesora" Gordillo.

Se trata ya de un movimiento en donde se polarizan y decantan las fuerzas entre un proyecto conservador, neoliberal, llamado a entregar los recursos del país y a deprimir aun más la condición laboral, y un proyecto que empieza a formular reparos a ese modelo, reforzando la presencia de masas en la ejecución de esta visión alternativa, todavía no bien definida.

La situación del PRD se ve favorecida por el fuerte descontento que comienza a presentarse frente a diversos fracasos del Gobierno, tanto en el frente interno, con una fuerte crisis de empleo y de salarios. como en el externo, donde prima una diplomacia timorata y doblegada. Al caso, por ejemplo, la doble retirada en el asunto de la secretaría de la OEA, donde Derbez debió someterse a la voluntad de Condolezza Rice. En el frente interno, pesaba la dura política salarial que iba generando el asomo de grandes conflictos, por ejemplo, en el sector minero. La Derecha también se resentía por la inhabilidad de Fox para llegar a crear bases políticas que hicieran posible la continuidad de las privatizaciones. Y en el seno del PAN todavía no lograba consolidarse la nueva directiva de modo que pudiera sostener al candidato de "la pasión por México". Por otra parte, la estrechez del conflicto de cúpulas en el interior del PRI, paralizaba a este instituto y a su candidato.

Todo esto obliga a reencontrar fórmulas de intervención y aseguramiento del capital electoral que venían del período autoritario, esto reforzando, en primer lugar la actividad del Presidente como propagandista del modo panista de hacer las cosas:
"En la carrera por la sucesión del 2006, el presidente Vicente Fox desplegó una serie de acciones hacia la captura de votos para "mi muy querido PAN", y para ello puso en marcha una estrategia de promoción nacional sobre los "logros" alcanzados en su administración.

Para llevar adelante este plan, ya inmerso en el campo de la batalla electoral, se convino en Los Pinos intensificar sus giras de trabajo a lo largo y ancho del país, en las que Fox inició un bombardeo de cifras, estadísticas y números, "incuestionables", según sus propias palabras, sobre lo realizado en sus más de cuatro años de gobierno, y que ahora son difundidas en las "Jornadas por la Inversión y el Trabajo".

El activismo político del presidente Fox se ha visto reflejado en las casi 20 giras que ha realizado sólo en los meses de mayo y junio por Nuevo León, Sinaloa, Durango, Colima, Chihuahua, Sonora, Baja California, San Luis Potosí, Coahuila, Tamaulipas, Jalisco, Nayarit, Yucatán, Michoacán, Guanajuato, Puebla, Hidalgo, Querétaro, Veracruz y Morelos, aunque algunos de estos estados los visitó en más de una ocasión en este mismo periodo." (El Universal, 20 de junio del 2005)

Cinco días después, el portavoz de la Presidencia Rubén Aguilar, sostenía: "todo
funcionario tiene derecho a impulsar los valores e ideales de su partido o de su proyecto de gobierno, pero siempre en el marco de la ley" (25 de junio de 2005)

Lo esencial, sin embargo, en el desplazamiento de fuerzas hacia la elección por venir comenzaba a darse en las fuertes movilizaciones de masas que rodeaban a la candidatura perredista, soslayando incluso a la dirección partidaria e incluso sus situaciones personales comprometidas. El caso Bejarano, por ejemplo, no origina una baja sustantiva del apoyo popular a AMLO. Como tampoco las declaraciones críticas del sub comandante Marcos. El intento de desafuero, potencia aún más la indignación colectiva, y tras las manifestaciones del DF, una expresión multitudinaria en apoyo a López Obrador, se provoca un cambio en el discurso de Emilio Chuayffet Chemor, que había sido uno de los promotores del proceso de desafuero, y que ahora llega a decir: ""tenemos que devolverle el fuero. Andrés Manuel (López Obrador) debe gozar plenamente de su fuero". Mientras que de modo visionario, Manlio Beltrones, Presidente de la Cámara, llega a decir: "Se hace una invitación a que el Presidente no se inmiscuya en los temas electorales, en la organización de las elecciones de 2006 o en las controversias al respecto; no es su facultad, para eso existen el IFE, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Registro Federal de Electores y los partidos políticos". (La Jornada, 30 de abril 2005)

La retirada del apoyo del PRI podía obedecer a toda una serie de circunstancias que alguna vez la historia podrá revelar. De hecho, la percepción de un tercer lugar ya casi inamovible, daba lugar en el PRI a dos opiniones. Una que encabezaba Elba Esther Gordillo, y que buscaba cerrar una alianza con el PAN, y otra que no descartaba una alianza "agnóstica" o "socialdemócrata" con esta potente fuerza emergente, la de López Obrador, una fuerza que rebasaba al propio PRD. Por entonces, muchos priístas distinguidos comienzan a diseñar ese salto. En esto no había nada de extraordinario.

Pero tener el primero, segundo o tercer lugar en las preferencias—o cualquier otra consideración puramente cuantitativa no nos da la clave de la verdadera "relación de fuerzas". En esto hay que considerar situaciones donde se hace valer la inclinación de las clases sociales y lo que podía implicar en un clima de creciente polarización y de desgaste de la capacidad de maniobra de algún sector, el empresarial, por ejemplo, el modo como había llegado a distribuirse el excedente de petróleo, la enorme importancia que comenzaba a cobrar el pueblo pobre. También tiene un peso cualitativo en esa relación de fuerza la clase política que llega con su propio historial, ideología y modos de manejar su cotidianidad.

Como señalábamos, nos encontramos en este año con la continua descomposición del PRI y sus inmensos desajustes políticos internos, los conflictos en el PRD entre sectores todavía socialdemócratas y semimarxistas, y sectores abiertamente liberales, y la nueva situación del PAN en el poder, administrado por un ala de extrema derecha que va ganando influencia a la sombra de las presiones norteamericanas.. Mientras emerge una fuerza sin nombre, o con muchos nombres, una multitud que busca dar una expresión política a demandas que empiezan a susurrarse y van convirtiéndose en gritos y consignas que la sabiduría de los que mandan no logra todavía entender.

Discursos dominantes


Los lingüistas están de acuerdo que hay condiciones de producción de los discursos, referencias, justificaciones, un contenido que maneja una infinidad a posibilidades en una cultura determinada, que se ata a ella hasta definirla y expresar su esencia, aún distorsionándola. Al respecto, el discurso "ideológico". Y lo que viene a interesarnos: el discurso político, ése que según Pierre Ansart
(1) es de significación y de práctica, que contiene claves importantes sobre la dinámica social. En el discurso se describe, se trata sobre todo en una sociedad de sujetos en competencia o en yuxtaposición, de ordenar conductas, de seducir. Y todo esto se maneja positivamente en el espacio del discurso político, tan diferente de una narración literaria o de un texto científico.

Podemos así examinar, diversos discursos de la clase política mexicana, y discutir su lógica interna, sus referencias y remisiones, su capacidad ordenadora y hasta "protectora". Sus dobleces en el proceso de búsqueda de aceptación. También podemos percibir en ella la utilización de dobles lenguajes, lenguajes que se superponen, o en donde uno, a veces el más efectivo, es escandaloso cuando se hace público. Pero no todos son discursos dominantes. Llamemos dominantes, los que prevalecen y se repiten, y que son de un pesado contenido ideológico. Los que vienen a corresponder con una instalación, una hegemonía, un predominio, la emergencia de un movimiento poderoso. Pero también son dominantes los que usa el poder con más frecuencia. Porque siente que lo proyectan más fácilmente hacia el alma popular.

Algunas pocas veces el discurso dominante viene a resultar directamente de la imaginación y la idiosincrasia, de la manera de conducir sus relaciones políticas, de parte de algún político destacado. Pero hoy, en la época de la mercadotecnia, este discurso precisa de comités redactores, comités escrutadores y encuestadores. No tiene por qué ser expresión del político, o si se quiere del Príncipe mexicano del siglo XXI; basta que lo exprese reiteradamente un canal de televisión. Es un texto que debe pasar la prueba de audiencias radiofónicas y televisivas. Debe responder a la inquietante presencia del respaldo institucional, y hasta de las ideas tradicionales, aceptadas por la familia, la iglesia y la propiedad. O lo contrario, según las épocas. Podría hasta ser que el discurso dominante exprese eso: dominación. Dominación de clase, de generaciones, de géneros. Pero, en lo esencial, el discurso político se convierte en la glosa de lo que dicen las figuras principales del escenario, candidatos, por ejemplo, pero principalmente lo que le recitan al público, en tono jurídico, el comentarista López Dóriga o el payaso Broso.

En México, como en otros países el discurso dominante se crea y recrea permanentemente en los medios, a través de noticieros y comentaristas. No siempre es una caricia agradable. Puede ser dañino. Podría ser terrible para la audiencia si esta careciera de capacidad para apagar la tele.

Pero es también un discurso que elude problemas, y los sustituye por una retórica abstracta. Por ejemplo, la dura cuestión petrolera a la que no se puede aludir directamente con términos como "privatización" o "venta al extranjero", se subsume en el renglón " cumplir con las reformas estructurales", o bajo la más sabia alusión "atraer inversiones que dan trabajo"o también "modernización" y "progreso". Al descifrar el significado de estos términos, surge inevitablemente una presunción de inseguridad.

Eliseo Veron ha destacado un aspecto importante en discursos como estos, y es "el sentido producido", (2) de alguna manera queda la huella del sistema productivo en el producto (las condiciones políticas en que se enuncia y el deseo de manipular). La manipulación—proyectada luego en el área pública a través de medios amaestrados para eso, conduce a una fragmentación del sentido. Y entonces surge como "verdad" de este discurso que más que informar, oculta. Cuando examinemos más abajo algunos discursos de la campaña electoral, notaremos estas señales, o como dice Veron, "huellas sobre la superficie discursiva". Y nunca estos discursos están al margen de la promoción de una figura política.

Sin embargo, las figuras políticas tienen sus discursos estratégicos de suyo. Algunos bastante bizarros, que originan algún desconcierto. Por ejemplo, ¿qué se puede hacer cuando el año 5 se inaugura con un discurso de Bush donde dice—y él sabe muy bien por qué—que habla con Dios? O cuando en medio de los procesos de desafuero contra López Obrador, el Presidente Fox dice: el 19 de enero: "el país está en paz, tranquilidad y armonía"? ¿O el discurso de la Suprema Corte, que es un fallo, que dice "queda prescrito el delito de genocidio y no hay aplicación retroactiva de la ley contra quienes cometieron este ilícito antes de 1982…? ¿O el decir de Guillermo Ortiz, Gobernador del Banco de México, de que la posibilidad de que se incremente el riesgo político en el país podría afectar tanto a la inflación como al crecimiento? (23 de enero).

A lo largo del 2005 los discursos políticos dominantes se recortan, como decíamos arriba, en sus dobleces. Hay una circulación en corto, donde los mismos transan en su lenguaje peculiar, las condiciones estratégicas de su trabajo. Eso se realiza en términos a veces muy duros, muy vulgares, que estrujan la esencia misma del poder en un espacio preciso que ellos reconocen: por ejemplo: "tanto para mí, tanto para ti" (algunas interjecciones agregadas para marcar la familiaridad o la superioridad). En el fondo está el reparto inmisericorde del estado patrimonial y la búsqueda de ventajas por encima de la ignorancia popular. Luego está el discurso público-público, razonado sobre vetustas propuestas legales, o sobre las definiciones de texto de alguna escuela de negocios. Puede a veces ser sobrepasado por las exigencias de la mercadotecnia. Y vimos, por ejemplo tanto al candidato del PRI, de Alianza, de PANAL o del PAN, sujetos a la necesidad de decir "¡Palabra de mujer!", "Tengo las manos limpias, siento pasión por México!" o "Mi propuesta es seguridad y trabajo". Con lo que la seducción terminaba imponiendo un dicho prefabricado, que caía de arriba, como una violación.

El discurso dominante se da en palabras, pero también en gestos, en maneras de vestir. Y comúnmente se vio a los políticos acompañados de un ropero de donde podían sacar el vestido o traje para la ocasión, de gala o casuales. En cada una de sus presentaciones, Rosario Robles usaba un vestido distinto y un "new look". Calderón usa corbatas con rayas diagonales, "como conviene a un candidato triunfante", según un antiguo recetario norteamericano. Con AMLO reestrena la corbata amarilla, mientras Madrazo asume la camiseta roja..

Pero en general, puede advertirse que al abrirse la campaña a principios del 2005, salvo el rumor popular que viene del lado de López Obrador, el discurso político es sigiloso sobremanera en torno a cuestiones liminares de la realidad mexicana. Como desconfiando de ella.

En los textos públicos hay una determinada aceptación de las condiciones de operación del modelo: competitividad, productividad, la visión positiva sobre la inversión "que trae trabajo", la necesidad de ofrecer más oportunidades de trabajo, las buenas relaciones con el gran vecino y socio, el respeto a las instituciones electorales (ya veíamos lo que decía visionariamente Manlio Fabio Beltrones), la mayor seguridad, la intangibilidad de los poderes -hasta llegar la Cámara a oficiar a Fox "que la trate con respeto." Pero también hay alineamientos (en este caso con Negroponte), cuando Fox dice: "López Obrador representaba un riesgo por su falta de respeto a las leyes y a las instituciones". (E.Calderón: "La retirada y lo que sigue", La Jornada 30 de abril 2005). Un discurso éste que se pegará tenazmente al curso de la campaña.

Pero existe en competencia otro discurso que se hace público, el del repudio a cualquier intento de nacionalización, que proviene de los sindicatos, y que empieza a permear el discurso público del candidato del PRD. "Rosendo Flores Flores, líder del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), se fue a las cifras para demostrar el ''fracaso'' de la administración foxista y lo que llamó ''entreguismo'' de este régimen. Señaló que este gobierno ha autorizado inversiones por más de 40 mil millones de dólares a empresas extranjeras en rubros que están restringidos por la Constitución, y que incluso comprometió para 2006 más permisos al capital foráneo en rubros como generación de energía, los cuales ascienden a 12 mil 368 millones de dólares.

Aseguró que en la ''gestión del cambio'' las inversiones de extranjeros en generación de energía eléctrica ''aumentaron 600 por ciento''; dijo que las empresas internacionales ya empezaron a ejercer presión sobre las tarifas; que se le ha cortado a Pemex la posibilidad de producir gas natural, pues en los hechos se están privatizando algunas áreas de esta paraestatal, las cuales ahora están bajo control de unas cuantas trasnacionales.

El secretario general del SME habló de una economía devastada y bajo el dominio de las grandes corporaciones internacionales que se han adueñado de segmentos económicos importantes, imponiendo la precarización de la mano de obra mexicana con desempleo creciente, bajos y miserables salarios; dijo que en los últimos 23 años el salario ha perdido 70 por ciento de su poder adquisitivo; que en la última década la canasta básica alimentaria aumentó 247 por ciento: que uno de cada dos trabajadores sobrevive con menos de 80 pesos diarios, y que cuatro de cada diez no tienen prestaciones, porque están sujetos a contratos verbales. Calificó de criminal el modelo neoliberal y llamó a la unidad de todas las organizaciones para crear un ''frente patriótico nacional'' que defienda a México y lo rescate de los ''vendepatrias''. (La Jornada, 2 de mayo 2005)

Es decir, frente al discurso "dominante" neoliberal, comienza a tomar forma un discurso nacionalista, que es más descriptivo, más propositivo, si se quiere, "más fuerte" y hasta crítico. Frente al otro, que es más remisivo e ideológico.

Es interesante pasar revista a discursos en esta fase de la campaña. Por ejemplo, al discurso de aceptación de Felipe Calderón, aparentemente un discurso amable aunque carente de relieve:
"En primer lugar quiero agradecer al PAN, al partido y a su dirigencia por el desarrollo de un proceso democrático que nos coloca como el único partido político en México que de manera democrática elige a su candidato a la Presidencia de la República.:… Volver a ganar la Presidencia de la República significa cerrarle la puerta al pasado que representa el PRI, de autoritarismo y corrupción y al PRD, de demagogia e irresponsabilidad.

Ganar la Presidencia implica la posibilidad de seguir implementando desde el gobierno federal todo aquello que Vicente Fox ha impulsado de manera exitosa en diversos programas de gobierno.

El Estado de derecho, la igualdad de oportunidades, la democracia efectiva y la economía competitiva y generadora de empleos que necesitamos. Un gobierno de mano firme y con gran pasión por México que lleve adelante, en el gobierno, los ideales de Acción Nacional….

Amigas y amigos lo que está en juego, pues, es el futuro " (de la página Internet del PAN
http://www.pan.org.mx/?P=344&ArtOrder=ReadArt&Article=204788 )
Evidentemente este discurso contiene poderosos envíos ideológicos y términos que evitan abordar cuestiones de fondo: un único partido democrático, metas democráticas limitadas por la mano firme, Estado de derecho y economía competitiva. Marginalmente se supone que puesto que una sociedad de pobres también escucha, está la oferta de generación de empleos. En cuanto a sus adversarios, son netamente autoritarios o demagogos. En el discurso no se descubre la contradicción que albergan todas estas substancias. Ej. una democracia con un único partido democrático, rodeado de autoritarios y demagogos. .El discurso contiene además dos niveles: llamados a una estructura competitiva , y respuestas de una superestructura de gobierno según los ideales de un PAN que no revela con claridad sus inestabilidades recientes. Los elementos que conforman este discurso pudieron darse en cualquier país colonial donde ha tomado presencia el modelo neoliberal. Y pudo ser pronunciado indiferentemente por cualquier líder conservador, sea por Uribe en Colombia, o por Alemán en Nicaragua . En el discurso se nota además la angustia por hacer pegar un lema que conduzca la campaña, como así ocurrió: "Pasión por México". Los discursos de Calderón antes o después no se apartaron nunca de este formato y del contenido del enunciado que comentamos. De este modo buscó su influjo. Como hecho lingüístico, era una expresión de satisfacción para un público satisfecho. Y ordenaba proyectos ya aceptados por las clases altas y medias, al menos como verbalización. Porque cuestiones como la competitividad, habida experiencia, podían resolverse también por la fuerza.

El discurso de los priístas es diferente: a lo largo de la campaña, sobre todo en este año 5, se advierte la presión que viene de afuera, pero también la necesidad de construir amplios consensos internos, sobre los que hay angustia. El candidato, hablando el 24 de febrero del 2006 ante la CTM, esboza un programa donde se deslinda de la ciega aceptación panista al dogma neoliberal: "No podemos plantear un crecimiento económico, si no hacemos un planteamiento de una fuerte reforma social que acompañe a la economía. La economía por sí sola no tiene la solución que buscan miles de familias para vivir mejor.

La gente quiere una economía en donde primero sea la gente y luego sean las estadísticas. La gente quiere una economía que refleje un Gobierno competitivo, que no gaste más el recurso en el gasto corriente, sino que ponga el recurso de los mexicanos al servicio del pueblo, en infraestructura de carreteras, en los puertos, en los aeropuertos, en el ferrocarril, en los hospitales, en educación, en todo lo que permita generar crecimiento y empleo. Hoy no crece así nuestro país.

Hoy lo que vemos es que todo el dinero que recibe el Gobierno por el excedente petrolero se nos va en el gasto corriente de esta administración y yo me he propuesto amigos trabajadores, dar un giro a esa política, vamos a invertir el dinero en la gente, en mejores escuelas, en más empleos, en mejores salarios, en mayor salud para las conquistas laborales de los trabajadores de la Confederación de Trabajadores de México, conquistas irrenunciables.

Estas son conquistas irrenunciables, para las que habremos de hacer la reconstrucción institucional del Gobierno. Queremos un Gobierno menos caro, menos obeso, más competitivo y barato, que se preocupe por ustedes y por eso estamos en la campaña."
Donde se nota que la pieza central de la operación proyectada está en el Gobierno, es éste el que debe ser competitivo, sobre todo "organizando sus gastos", apoyado en el excedente petrolero. Sin embargo, en encuentros ya citados con organizaciones patronales, estas ofertas se desvanecieron a favor de la iniciativa privada. Luego de la derrota en las elecciones de julio del 2006, la cúpula priísta dará su propia interpretación a esa idea de "giro" en la política petrolera, y revelando ya un amplio acuerdo con el PAN, no oculta su apoyo a las enmiendas de la Constitución que favorezcan la privatización de la industria petrolera.

En las propuestas que viene haciendo el PRD y sus aliados por el Bien de Todos, sobresale desde el principio una negativa de ir hacia una desnacionalización de los recursos energéticos, pero en un espacio más amplio, se sigue manejando la bienvenida "a la inversión que trae trabajo", por ejemplo en la maquila, sistema de producción que no es sujeto a crítica, y en donde los problemas económicos (y sociales) parecerían resolverse con medidas arancelarias. Su programa no siendo anticapitalista, genera obviamente problemas al establecimiento trasnacional.

Este discurso, que a pesar de esto, realizaba un más profundo análisis de la economía mexicana, experimenta un giro muy profundo a medida que la concentración de fuerzas por El Bien de Todos, se encamina hacia la defensa de un triunfo en las casillas que les es arrebatado. Y será sustituido por la denuncia a la Derecha en términos que permitirá descubrir el movimiento de dos estrategias: la que encaminará la crítica radical del sistema y el cerrado rechazo de los resultados oficiales, y la que aconsejará concentrarse en la rumia de lo ganado en cargos municipales, estatales y legislativos. Ambas corrientes definen el estado de la sociedad de diferente manera. Unos buscarán fundar una Nueva República, otros, someterse a la institucionalidad vigente, o al orden, como dicen. Son discursos diferentes y al parecer hasta antagónicos. Si no fuera porque contienen todavía un gozne que los une, sobre el que giran respetando la institucionalidad y predicando una vía pacífica que hasta ahora hace entregas como un eficaz sistema de contención a la insurgencia de masas. Es que la dirección perredista se mueve también en el espacio del capital, y de un cierto gatopardismo ideológico donde las proclamas de cambio se hacen para que todo siga igual. Pero vendrá Oaxaca, que pudiera anidar, no se sabe todavía, otra forma de actuar y de pensar.

2.4. Consensos y divergencias


En la primera parte de este trabajo habíamos buceado en la estructura de clases de la sociedad mexicana y en la importancia que venía cobrando la emergencia de una "clase política" de la que se podían definir algunos rasgos, algunas conductas que se repetían entre sus miembros, a más de un modo de presentarse en su vida cotidiana. Todo lo cual le daba alguna especificidad, por ejemplo, su autoreferencia, o sea el hecho de que el político centre su actividad en su propio destino, alejado de compromisos con la sociedad, o el modo de entender su colectivo, como una mafia o sistema de dependencias en la búsqueda de la oportunidad.

Esta visión hace posible entender la comodidad con que se realizan traspasos horizontales entre una organización política y otra, de priístas que se vuelven panistas, o quienes oscilan también entre el PAN y el PRD. A lo que habrá que agregar, en niveles de importancia señalada, como en los lugares del legislativo, las cenas en común, la mansa distribución de cargos, encomiendas y dietas, sobre la base de amplios acuerdos. El estado en que se encuentra el país responde en fuerte medida a condiciones consensuadas entre los grandes grupos políticos del país. No sólo es responsabilidad de los Presidentes de turno, como se da a imaginar a partir del recitado sobre "el período de Salinas", "el período de Zedillo" o el "período de Fox". En torno a ellos y más allá de ellos ha existido, ha operado y se ha desarrollado una clase política que ha conformado sus propias redes de influencia (o de sumisión sobre todo frente al sector empresarial). En esto hay que entender que hay redes formales e informales en la política. Mucho de eso se dio ya en el largo gobierno del PRI, como ha señalado Lorenzo Meyer (3), y sólo tomó un nuevo empuje tras su desestructuración, en un largo rumbo entre la esperanza y la desesperación. (esta es una reflexión de Meyer mucho antes de estos hechos, en la década pasada, a partir de una cita de Esperando a Godot).

Entre las coincidencias entre los diferentes sectores de la clase política, las hay formales, ser el resultado de un importante proceso de selección en el interior de los partidos políticos y de las estructuras del estado, de acuerdo a la ley Michelliana de la organización, donde unos pocos se constituyen en elite y se apoderan de las organizaciones, administrándolas, las convierten en cierto sentido en su peculio, al punto que las llegan a representar cabalmente, o más que representarlas, es su voluntad la que se representa a través de diversas siglas. Este procedimiento formal de ascenso sigue casi los mismos caminos en cada agrupación política mexicana, y se adecúa a condiciones federales, estatales y locales. A mediados de los 90, Meyer analizó esta situación haciendo girar la conformación de la elite en torno al PRI, y no percibió el desgaje que podía tener ya esa misma situación en partidos como AN o en el PRD. (4)

Hay también condiciones sustantivas de cada organización, provistas por otras cercanías de clase que van coagulando—como ya hemos señalado—políticas y asociaciones pragmáticas (de ordinario corruptas) programáticas. Lo que conduce a que prevalezca cierta orientación social en la selección de los mandos. El PAN, de una época muy temprana se asoció a una débil burguesía, que en la medida de su progreso fue también alimentando sus filas y sus presupuestos. El PRD fue la preferencia, desde su nacimiento, de sectores insatisfechos con el PRI, fundamentalmente sectores medios e intelectuales. No hubo hacia él una atracción de parte del poder económico, salvo ligeras incursiones de conveniencia coyuntural. La extensa burocracia de estado siguió también la onda de ese tipo de conveniencias, manteniendo una cierta inercia sujeta a los vaivenes del PRI y a oportunidades de ascenso personal. El crecimiento de la oferta burocrática panista hasta llegó a ser seductora para algunos sectores iluminados, que cumplieron etapas finales de su carrera separándose del movimiento social para servir en puestos secundarios (y a veces no tan secundarios como en el caso de Muñoz Ledo y Jorge Castañeda) del gobierno foxista.

El sentido convergente se acumula en una cerrada aceptación de la institucionalidad y del orden. Eso tendrá su peso en la evolución de la situación que estamos examinando. En el extremo se verá que la clase política es renuente a abandonar los pegamentos con el privilegio, y en coyunturas decisivas opta por el conservadurismo, y es reacia a entregarse a excesos de idealismo o generosidad.

Su ideal viene a ser desde luego el estar en el poder. Y estar confortablemente ubicada en la línea central del torrente de oportunidades. Establecida en un proceso de reparto de esas oportunidades tras la desaparición del presidencialismo priísta, sabe apreciar la negociación, lo que también llama "el diálogo", los movimientos constructores de consensos con sus pares, una cierta queda cohabitación. Y es así como en algunos estados ya manejan un sistema muy integrado de colaboración y de sano reparto del presupuesto. Pareciera ser que todos han hecho alguna lectura del primer volumen del Capital donde Marx nos señala cómo dos mercancías con valores de uso diferentes pueden intercambiarse en condiciones de igualdad, sobre el principio de que "ambas contienen la misma cantidad de trabajo abstracto"…

Pero, como también se viene notando, hay diferencias de origen, se suman también fuertes diferencias en relación con la sobrevivencia del modelo colonial que se nos ha impuesto, y luego se agregan cuestiones respecto al proyecto económico que para unos sectores es salvavidas, y para otros, camisa de fuerza. Entre las diferencias de origen llegan a anotarse también grandes distancias confesionales. Algunos sectores—ubicados en el PAN—profesan un catolicismo cristero, mientras los más católicos del PRD y los de PRI llegan sólo a límites guadalupanos, siendo en su gran mayoría de formación agnóstica. A su vez, en el PRI y en el PAN, la nueva constitución colonial de México es materia intangible si es que no se conduce entre ellos una postura abiertamente favorable. También entre ellos la instauración del mercado abierto a las trasnacionales llega a incluirse en su plataforma programática, y hasta en la conducción de sus negocios particulares. En el PRD hay una distancia a este respecto: hay una crítica soterrada a la globalización imperial que se sustenta entre sus principales voceros. Por ejemplo, en relación a la cuestión petrolera. En el proceso que sigue al destape del gran fraude del año 2006, se verá de qué modo tan asombroso muchos altos dirigentes del PRD, y numerosos intelectuales supuestamente "progresistas" terminan como cómplices del Presidente "espurio". Quizás no se podía esperar otra cosa. Y en la otra banda, ¡vaya cómo se manifestaba la confluencia entre el PRI y el PAN!

Todas estas coincidencias y divergencias dieron su contribución al modo sui generis de como va emergiendo la clase política mexicana en el año 2006.

Notas


1) Pierre Ansart "Sociología del discurso político. Sociología de los conflictos", en Mario Monteforte Toledo (coord.) El discurso político, UNAM, ed. Nueva Imagen, México 1980, pp.11-26

2) Eliseo Veron, "La semiosis social", en Monteforte, cit. Pp. 145-165.

3) Lorenzo Meyer: La Segunda muerte de la Revolución mexicana, ed Cal y arena, Mex. 1992)

4) Id.ob.cit.


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