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Bolivia: ¿Que estará detrás del Estado compartido?

Jorge Lora Cam
Junio 2008

Introducción

La aparición de cientos de artículos y ensayos sobre Bolivia es resultado de que en este país la sociedad está en movimiento y todas las fuerzas sociales se encuentran en tensión, aparentando ir a una guerra civil, a un magnicidio o quizás a una invasión. En realidad no hay nada de eso, por ahora, porque no hay motivo para hacerlo. En Bolivia el neoliberalismo aún es hegemónico; si recorremos Bolivia con ojo crítico veremos que en cualquier relación social permanece—cuando no se refuerza— el colonialismo y que las políticas gubernamentales no son más que lo que Petras llama nacionalización del neoliberalismo. Parecería una antinomia, pero no lo es. Las estructuras son neoliberales, la sociedad civil y la cultura también, las instituciones, la economía con sus empresas y trasnacionales, el mercado controlado por ellas y el consumismo, el régimen político, la educación, la jerarquía de la iglesia, hasta el racismo.

En dos años y medio de Gobierno masista el neoliberalismo aún es hegemónico y Bolivia ha retrocedido políticamente, pues ha crecido la resistencia al cambio gracias al Gobierno, a su proyecto de poder y a su incapacidad para resolver problemas políticos. A pesar de ello Evo Morales goza aún de un innegable apoyo porque una mayoría del pueblo sigue esperando el cambio y no encuentra otro líder social alternativo y confiable. PODEMOS (que recogió la escoria de ADN y el MIR), el partido preferido del gobierno norteamericano y el MNR (que implementó el neoliberalismo en megacoalición con los anteriores), están en alza, cuando los movimientos sociales los creían sepultados con las avalanchas sociales del 2003-2005-2006 y la elección de un presidente indígena.

La derecha se extiende y amplifica su poder regional, se paramilitariza con apoyo externo y usan la fuerza cada vez con mayor intensidad para defender sus haciendas y recuperar los fondos públicos que parcialmente perdieron al cambiar la administración; evitan expresiones de apoyo al Gobierno, agreden a representantes gubernamentales y garantizan la muerte civil, para proteger a sus dirigentes y sus actos ilegales. Ponen a funcionar su poder judicial y crecen sus fuerzas policiales. Se apoderan de las competencias estatales y disputan la legitimidad cada día con los medios bajo su control. El Gobierno retrocede y ellos avanzan.

La soberbia y las amenazas campean en los discursos de ambas fuerzas. El manejo mediático por las dos fuerzas, del triunfo o derrota del ilegal referéndum autonómico sobre los estatutos en Santa Cruz no es matizada, no obstante que la derecha cruceña obtuvo una abstención inesperada (40%) y muchos votos en contra, su influencia en la sociedad civil es muy grande. No se puede ocultar que cerca de la mitad de la población votó por el sí y que ello le da legitimidad al proceso. No transcurrieron más de 3 semanas y la derecha sucrense representada por el Comité Cívico Interinstitucional con el apoyo del poder de la medio luna organizaron un repudio social en la capital a la anunciada visita del Presidente que terminó con una agresión de los pre-paramilitares fascistas sobre la Policía y los campesinos masistas que pretendían brindarle un ritual de obediencia al jefe del ejecutivo.

El Gobierno ante el recrudecimiento del racismo y la violencia de la derecha, el desorden y la ausencia de autoridad recurre a la condena internacional, a la autovictimización y al llanto. El 31 de mayo los Prefectos de Beni y Pando, con sus pequeñas ciudades, organizan los referendos autonómicos y el rechazo es aún mayor que en Santa Cruz; que si fuera legal una auditoría electoral podría invalidarlos. Ponen en evidencia que la legitimidad de los Prefectos es claramente decreciente, que la Unión Juvenil se convierte cada día en un ejercito irregular, paramilitar, que circula impunemente ejerciendo violencia por todo el país y que no sería extraño que ahora sea hasta una fuerza electoral, que con su voto evite la invalidación y no llegar al 50% de la abstención.

Algunos analistas calculan que los votos fraudulentos podrían llegar al 20%. Después de estas experiencias crece la incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir en Chuquisaca y Tarija. En todo caso, otra vez se verificara el rechazo a la política de los terratenientes, la confrontación ciudad-campo, la alienación-desidentidad-ignorancia a que está sometida la juventud universitaria y el derroche del impuesto a los hidrocarburos.

Los logros del ejecutivo sólo han sido mediáticos y político electorales: mientras la llamada nacionalización sigue bajo la crítica, la Constitución aunque en el archivo solamente despertó y acrecentó el regionalismo opositor, la revolución agraria apenas logró repartir tierras fiscales bajo la antigua ley INRA. La primera respuesta a la crítica ya no es el tiempo o el aprendizaje, ahora dicen que si los dejan gobernar, tendremos un final feliz. El problema no es cronológico, el problema radica en la inacción ante problemas emergentes al no entender a su país, en el proyecto y en la voluntad para construir otro país, que no sólo no se descoloniza sino que el Gobierno carece cada día de autoridad para siquiera reformarlo y está trasladando la soberanía a instancias internacionales, sin autocrítica al respecto.

Tres problemas centrales no resueltos –a nuestro parecer— podrían cambiar el rumbo de la lucha, si los movimientos sociales se apoderan de ellos y le dan salidas: un Estado compartido o el socialismo; autonomías departamentales oligárquicas o regionalización departamental con Estado plurinacional y autonomía municipal indígena; y un Estado multicultural blanco-mestizo o Estado intercultural que recupere lo mejor de las tradiciones indígena, blanca y mestiza.

En términos teóricos el Gobierno del MAS demuestra una vez más la inutilidad de las teorías neodesarrollistas de la modernización y del liberalismo político posmoderno.

Estado Compartido o reconfiguración neoliberal del Estado-región.

El haber optado por un Estado compartido le está trayendo muchos dolores de cabeza al Gobierno. Ni quieren hablar de socialismo. Para Álvaro García es un mal recuerdo. Prefieren capitular y cederles el poder y parte del Gobierno a la oposición a enfrentarlos; ser víctimas de sus abusos racistas a reprimirlos. Pudieron –y aun pueden— haber tomado algunas iniciativas elementales dentro del propio régimen liberal como: investigando las fortunas malhabidas, realizando una auditoria de la deuda externa, utilizando legalmente las auditorias a las petroleras, destruyendo la propiedad latifundista, persiguiendo a la narcopolítica y el lavado de dólares, combatiendo a políticos corruptos como Filemón Escobar o Marinkovic, o a quienes reciben fondos golpistas de USAID, juzgando a quienes saquearon el país desde el Gobierno o desde instituciones financieras, enfrentando el proyecto de convertir a Santa Cruz en región de agrocombustibles, sancionando a los agresores de indígenas, funcionarios y políticos del gobierno, por ejemplo. Con un proyecto distinto al de los principales movimientos tampoco han contribuido a la construcción de un poder social y político alternativo o apoyado la organización popular, a la formación de cuadros revolucionarios. Mientras que la derecha sí lo está haciendo con la contrarevolución.

Después del referéndum autonómico del 4 de mayo en Santa Cruz, PODEMOS y la innombrable Embajada al parecer deciden preparar el golpe final post referendos autonómicos con el voto: derrotar a Evo-Álvaro en el referendo revocatorio y destituirlos como síntesis final de la lucha étnico-clasista por el poder.

El otro elemento considerado para tomar esta decisión fue el miedo de la derecha a la movilización y a la lucha popular, que ha podido hacer caer gobiernos y su potencial está intacto. PODEMOS, que sí acepta compartir el poder con el MNR, UN y el MAS, no concertó con los Prefectos y Comités Cívicos, con la idea de darles una feliz sorpresa, pero sólo consiguieron reprimendas por el irrespeto al nuevo poder cívico-prefectural y –según ellos- haberles puesto una tablita de salvación al Gobierno que sólo atinaba a rogarles un dialogo.

Y es que esta oligarquía maneja tanto la opción de la escisión— por una nueva república— como también concentrar todo el poder estatal para la derecha. Otra no les sirve, a no ser que el ejecutivo acepte que la nueva constitución sea otra vez reformada e incluya las principales de las 43 competencias autonómicas departamentales excluyentes de otros poderes.

A diferencia de la dirigencia del MAS, la derecha no quiere compartir el poder y es capaz de desatar una contrarrevolución armada en defensa de sus intereses. El Gobierno –que responde a una laxa multitud—está dispuesto a ceder en todo lo que pueda, pero en los límites marcados por los movimientos; si retrocede más corre el riego de desbarrancarse y quedarse en la soledad total. En este sentido el referendo revocatorio lo favorece porque puede recuperar legitimidad y cambiar los escenarios de confrontación.

Esta verdadera guerra de referendos para muchos analistas es parte de la crisis estatal. En ese juego el Gobierno deja pendientes: el de la constitución y el dirimitorio de la tierra, y ahora privilegia su legitimidad sin importarles aliarse con el diablo. No se está negociando el socialismo del siglo XXI, sino la construcción del Estado plurinacional con base comunitaria, fundamento de la interculturalidad y de la economía solidaria, que es a lo que aspiran los pueblos indígenas. Hoy todo parece posible.

Sin embargo, tampoco es del todo cierto que el racismo separatista apoyado por los Estados Unidos sea el principal factor de obstrucción de la revolución boliviana, tampoco que la preocupación central de la oligarquía sólo sea sacar a un indígena de la silla presidencial; lo que aquí trataremos de mostrar es que la principal responsabilidad de esta encrucijada en la que se encuentra el Gobierno reside en el propio proyecto gubernamental onegeista-pactista de Evo Morales y su teórico de una trasnochada modernidad: Álvaro García. Sería un error pensar que éste es un proyecto impuesto por el Vicepresidente: es de ambos y del gabinete. La izquierda aunque debilitada y aislada no fue invitada a gobernar, quizás por el fracaso de la UDP, pero de haberlo hecho, de seguro hubiese conseguido un mejor Gobierno.

La ausencia de mediaciones en el pensamiento y en la acción en torno a una estrategia de poder revolucionario, confiando en que el Gobierno sí lo tiene, están llevando a la debacle a las propuestas anticapitalistas de la izquierda, que no construye una opción propia. El ejecutivo central en realidad oscila entre el más abstracto pensamiento burgués de García y el pragmatismo más obsceno de los onegeistas – con honrosas excepciones. Obliga a refugiarse al primero en el mundo filosófico de Negri o Virno y a los otros, en el institucionalismo y la canalización tecnocrática de los conflictos. A veces pareciera que fungen de espectadores de la lucha étnico-clasista, pero podemos observar que sólo actúan con fervor cuando están motivados por las elecciones que sancionan su estabilidad, pero a su vez desmovilizan y normalizan al capitalismo neoliberal.

Tras las sesudas reflexiones del Vicepresidente, muchos creímos que no había una estrategia de poder y que con ella y un frente popular, los avances serían más firmes. No obstante, como veremos en esta breve reflexión, es si existe el poder compartido. Se está jugando con las expectativas de millones de indígenas y campesinos, de la izquierda y el pueblo entero. Si tenemos memoria no podemos olvidar que el Vicepresidente sólo aparece para negociar con la derecha, incluso amenazando a la oposición.

Tal es la confusión, en gran parte por atribuirle al Gobierno objetivos que no tiene, que el momento político actual es caracterizado por los analistas de diversas maneras, recurriendo a una u otras de las múltiples determinaciones, considerando por anticipado que algunos de los rasgos y problemas son añejos y permanentes: crisis de Estado, cambio civilizatorio, descomposición estatal, debilidad gubernamental y ausencia de autoridad, reemergencia de las dos Bolivias, círculo vicioso gubernamental, perdida de legitimidad urbano-mestiza del Gobierno, renacimiento del viejo sistema político, renacimiento de la derecha, empate catastrófico, separatismo y regionalismo imperial, movilización plebiscitaria y desmovilización de la conciencia, confusionismo respecto a lo clasista-étnico y regional, ausencia de estrategias de poder en el MAS y hegemonía neodesarrollista y pactista, doble poder, burocratización de la gobernabilidad, disminución de dinamismo económico, persistencia neoliberal, pérdida de expectativas populares, ausencia de fuerzas constituyentes de una nueva Bolivia, falta de construcción colectiva de alternativas, etc. etc.

Un rasgo que es dejado de lado por la mayoría es la voluntad gubernamental de compartir el poder entre indígenas y oligarquía, como le llama García a una distribución pactada del poder. Y hacía allá vamos, a la verdadera síntesis de la bifurcación.

La oligarquía en el referéndum autonómico probablemente no logró ni el 50% de los votos, además de una abstención de más del 40%; sin embargo no podemos negar su hegemonía en este aspecto (así los expresó el referendo autonómico en julio de 2006 y el cabildo de al menos medio millón, en diciembre del mismo año) y cómo le sirve para negociar. Igual le sirve al Gobierno que tiene el argumento y pretexto para aceptar gran parte de los estatutos, modificar el texto constitucional e intentar consolidar una distribución del poder. El haber dejado el problema de la tierra para un referéndum dirimitorio, no es un cabo suelto, es también parte de esa estrategia de poder. El 5 de mayo llegaba a Santa Cruz García Linera y en algún noticiero se anunció que el referéndum dirimitorio sería dejado de lado. Nunca más se habló de la presencia de García, ni qué hizo en Santa Cruz. Tampoco es casual que ante la negativa al dialogo de los sectores hegemónicos en las prefecturas y Comités Cívicos, PODEMOS haya aceptado el referendo revocatorio.

La demanda del poder regional cruceño no obstante su centralismo respecto a su hinterland y su pretensión de cederle al Gobierno central las competencias que no le interesan, tiene fundamentos justos. Así como la conciencia nacional le otorga fuerza al Gobierno, la conciencia regional le ofrece sustento al regionalismo, sobre los propios partidos que lo apoyan. Ambas fuerzas utilizan a los habitantes de Santa Cruz o a los campesinos. La derrota del Gobierno en las calles y en las urnas, a pesar de las objeciones ya anotadas, lo obliga a recurrir al Estado-de-derecho neoliberal, a reconstruir sus instituciones y devolver al Congreso y a los partidos tradicionales un papel protagónico que ya lo iban recuperando al apoyar las autonomías. María Galindo opina que el proceso constituyente fracasó por que no logró ser el escenario de deliberación del proyecto de país

    …no logró involucrar a toda la población, sino mas bien fue asfixiada desde dentro por el propio Gobierno y su injerencia paternalista permanente. Fue el escenario donde políticamente se ruralizó al sujeto indígena, que en Bolivia tenía la vocación de ser un sujeto universal, portador y protagonista del cambio social. Se giró en torno del discurso étnico nacionalista, aislando lo indígena, anulando la posibilidad de construir alianzas complejas en todos los sentidos. La constituyente nació muerta, porque fue partidizada desde el principio, porque fue asfixiada como prolongación de la lógica del poder gubernamental desde el principio. De sus frustraciones y errores se ha alimentado, ha crecido y engordado la derecha.1

El MAS rechazó reiteradas veces la posibilidad de dar una salida institucional al problema regional, desacatando el mandato del referéndum. Tampoco se incorporó plenamente en la nueva constitución y mas bien se introdujeron la autonomía regional, indígena y municipal. De este modo le dio las armas que necesitaba el Comité Cívico cruceño, la prefectura y PODEMOS para agitar la bandera regionalista.

Ni la Constitución, ni la acción práctica contemplaron la descentralización política, ni establecieron las competencias y mas bien crearon múltiples autonomías –cinco escalas de gestión estatal en lo subnacional y 10 niveles de administración y Gobierno, más seis niveles de autonomía en el departamento—creándose un terreno de inaplicabilidad y desafiando a una radicalización de la derecha que recurrió al símbolo más alto de la soberanía liberal: el voto popular y el derecho a la resistencia.

El Gobierno sin propuesta alternativa, perdía la posibilidad de aliarse con los sectores progresistas autonómicos, mientras los terratenientes aprovecharon de esta oportunidad para colocar sus objetivos en el centro del estatuto: la tierra, el control de los ingresos y su gran proyecto de producir y enriquecerse con los agrocombustibles. Se estima que entre el 30 y 40% del valor de las exportaciones de soya es subsidiado anualmente por el Estado debido a que produce 1,9 TM por Ha. Mientras que en Brasil o Argentina son 5. Y lo hace con los impuestos pagados por el Pueblo y los ingresos por el IDH; de este modo alienta la deforestación, la producción extensiva y la destrucción del medio ambiente. En 1975 la deforestación llegó a 80 mil Has. por año; en el 2000 a 270 mil y en el 2007 supera las 300 mil.2 Pero además hay que considerar que los productores principalmente extranjeros podría llegar a pagar 180,000 dólares o más por alquilar 300 Has., como ocurre en Argentina. Allí radica el interés en defender la tierra.

La paralización de la reforma agraria sólo muestra que el Estado nunca tuvo el control sobre el territorio nacional y que el Gobierno ha perdido autoridad, minimizándose su poder. Otro interés está en manejar las regalías que debido a sus políticas neoliberales bajaron al 18% y ahora —cínicamente— cuando aumentaron al cincuenta por ciento, pretenden controlarlas para ellos como antes.

En ese aspecto sí fue afectada la burguesía comisionista oriental. La descentralización económica como tal es secundaria pues ya existe y el Gobierno poco ha hecho por institucionalizarla con una estrategia regional. En efecto, entre el 2005 y el 2006, los ingresos del gobierno aumentaron un 24%, mientras el de las prefecturas aumentó 85% y el de los municipios 122%. En el mismo periodo el Gobierno aumentó el gasto en 6%, las prefecturas 68% y los municipios 34%. Esto expresa que no hubo una traducción política de la economía en la política. O sea, no se enfrentó el problema centro-región con un proyecto de país y de bolivianización indomestiza, incluyente de la ciudad y sus clases medias, con visión plurinacional pero con contenido departamental y municipal autonómico.

Las denuncias del Dr. Nelson Yañez, Presidente del Comité Cívico del Beni, contra la injerencia cruceña sobre el Beni como si fuera una provincia o cantón de Santa Cruz, la apuesta por el fortalecimiento de las corruptas, prebendalistas y nepotistas prefecturas es un atentado contra la verdadera autonomía municipal y regional. La asamblea de instituciones municipales y organizaciones cívicas y sociales rechazan el proyecto de estatutos autonómicos del Beni porque no expresan la voluntad e intereses de los pueblos del Beni: por separatista, por concentrar el poder en la prefectura, descartar mecanismos de control social, proteger al latifundio, es ilegal. En Pando los pueblos indígenas y los campesinos, así como gente de los pueblos, también están dispuestos a resistir.

Frenar a la derecha con concesiones tuvo su costo político. Mejor hubiese sido confrontarla. Lo mismo ocurrió con las trasnacionales a las que se les perdonó el haber sobredimensionado las amortizaciones e inversiones, que obtuvieron enormes utilidades no declaradas, evasiones tributarias, contrabando y estafas que significaron beneficios ilegales por 1,740 millones de dólares. Sin embargo personajes intervinieron a favor de las trasnacionales, como el Vicepresidente que intercedió por Petrobrás y otros, por la francesa Total y como ingrata respuesta no hay inversiones.

Se realizó un referéndum ilegal, anticonstitucional y más tarde la prefectura de Santa Cruz se transforma en gobernación, desapareciendo la presencia política del Gobierno central, en claros actos de sedición sobre los cuales no actúa la autoridad.

El referendo de Santa Cruz, reiteramos, fue un fracaso parcial para la derecha, principalmente porque la lucha directa de los movimientos expresados en las calles y en el ausentismo han perforado los muros de la segregación y abierto de modo espontáneo, un forado social, ofreciendo con su ausentismo una nueva posibilidad de expansión al MAS. Los datos oficiales de la institucionalidad cruceña sobre los resultados son sumamente desconfiables y no ofrecen ninguna credibilidad. Sin embargo la derecha está convencida de que su única tabla de salvación es la autonomía total y en su desesperación no le importa actuar en los márgenes de la legalidad. Los estatutos transgreden y usurpan atribuciones estatales, imponen una asamblea legislativa ilegal, pues fue constituida con consejeros que ya habían cesado en sus cargos el 30 de marzo de 2008.

La Prefectura sólo necesitaba ese aval para echar a andar su proyecto estratégico que apunta a la autodeterminación para consolidarse como república soyera bioenergética manteniendo la propiedad latifundista utilizando los excedentes hidrocarburoferos e impuestos, mientras retoma su papel de comisionista de las trasnacionales. De hecho, las primeras medidas así lo confirman. En lo económico: recuperar la exportación de aceites cediendo en los precios internos y seguir demandando el subsidio estatal de 100 millones de dólares; apropiarse de las regalías petroleras y legislar desde su asamblea legislativa sobre la base del Estatuto autonómico en 43 materias exclusivas, en particular sobre las tierras y otros objetivos estratégicos. En la batalla por la legitimidad fijan un salario mínimo de 1000 bolivianos, cosa que no pudo hacer Evo, quien ofreció en su campaña 1500 y se quedó en 577 bolivianos. Si bien una mejor distribución del ingreso puede aumentar la inflación, está en juego la legitimidad de los dos poderes. Y aunque aún no se sabe cuándo los empresarios cruceños efectivizarán los aumentos a una minoría que no llega a los 1000 bolivianos mes (140 dólares), el reto está planteado.

La gente se preguntará por qué los separatistas comienzan a transformar la realidad desde el primer día con su estatuto y el Gobierno no implementa su Constitución. Y por qué la clase política e intelectuales separatistas cuestionan a PODEMOS por haber aprobado con sus senadores la posible revocación de los gobiernos. Trataremos de responder a estas preguntas.

Respecto a la última, el cuestionamiento a la posible revocación de los gobiernos. Los hechos hablan por sí mismos y al parecer, cuando PODEMOS opta por el referéndum revocatorio es porque conocen los verdaderos resultados del referéndum y que era mejor optar por la destitución avizorando la caída de Morales. El cuestionado secesionismo del Comité Cívico de Santa Cruz estaba poniéndose al descubierto. A muchos cruceños ya les queda claro que el Prefecto de Santa Cruz y el Comité Cívico sólo sirven a intereses privados y esperan otro tipo de autonomía que nadie se la ofrece. Y en éste y otros departamentos, los Prefectos concentrados en la lucha política no han realizado obras y han ido perdiendo legitimidad.

Un nuevo revés esperan en el Beni donde el Comité Cívico, con más de 100 organizaciones, no aceptan la concentración del poder del Prefecto y el intento de imponer estatutos elaborados en Santa Cruz. En Pando, la oposición al referéndum crece. Y si a los prefectos de Cochabamba, La Paz y Potosí se les ocurriese llamar a un referéndum estatutario, desatarían una verdadera guerra civil. Oruro, la tierra del Presidente es un bastión del MAS. Sólo en Chuquisaca y Tarija la hegemonía de la derecha es más consistente. Sin embargo, en Chuquisaca elegirán Prefecto y al mes deberá someterse a su posible revocación.

Mientras tanto la Constitución y la refundación del país están a la espera y este instrumento jurídico queda como simple arma de negociación. Proyecto constitucional que con sus reconocidos aportes es cuestionada por la izquierda por la ausencia de socialismo y por la derecha por atentar contra sus intereses.

La disposición de Morales-García por negociar la Constitución y el referéndum dirimente sobre la tierra choca con la decisión de los movimientos sociales de no aceptar otra vez las imposiciones de la cúpula gubernamental que ya es acusada de capitulación. A fines de mayo García públicamente acepto modificar el proyecto de Constitución y el constituyente y dirigente del MAS, Román Loayza, respondió que sólo los constituyentes podían hacerlo. Además, sostuvo que de ganar Evo el referendo revocatorio, debería sacar a la mitad del Gabinete, aunque no sabemos si es por la ineficiencia gubernamental o por un nuevo reparto del poder donde los indígenas reemplacen a los profesionales onegeistas.

Reflexionar sobre el proyecto gubernamental nos obliga a examinar la ideología y la propuesta política del MAS en el pensamiento de su ideólogo, el Vicepresidente, quien por confesión propia vive en la ambivalencia entre la acción política y la actividad intelectual: a veces es un observador que apuesta al caos y la bifurcación y otras veces viaja a negociar con la derecha; unas veces razona como matemático y otras como ingeniero social; en unas actúa como occidental eurocéntrico y en otras es indigenista a ultranza o como onegeista o como agitador. García propone como estrategia el capitalismo andino o sea la modernización de Bolivia a partir de la construcción de un Estado weberiano y hegeliano que recupere las capacidades políticas y económicas (sic), transforme el Estado en uno que articule los intereses generales con un patrimonialismo popular, cree un Estado multicultural, productor, que emprenda la modernización de Bolivia usando el excedente: la moderna industrial, la microempresarial artesanal urbana y la campesina comunitaria rural.

Respecto a descubrir cuál es el proyecto indígena y verificar si el Gobierno lo cumple. Todos quieren ser modernos. Éste se apoya en la capacidad universalista de la sociedad objetivada en el Estado, trabaja la dialéctica movimiento-Estado, energía social y objetivación de esa energía, apuesta por la autoorganización que se funda teóricamente además en la sociología crítica y en Negri, a diferencia del marxismo tradicional que no es más que una filosofía de la historia que desprecia a las masas y persiste en la organización de partidos. Sin embargo acepta que hay que reposicionar lo indígena en relación a la clase media.3

Como vemos se trata de un pensamiento profundamente eurocéntrico, desarrollista, utilitarista, corporativista, prebendalista, clientelar, que deviene en pragmático, y que coloca al funcionario competente, intelectualizado sobre los demás, que por encima de la sociedad concentra todos los poderes. Observa los movimientos sociales y los lee, sin hacer nada por construir voluntad colectiva, rechazando construir nuevas mediaciones democráticas o levantar debates políticos, y construir hegemonía y legitimidad. Es en definitiva un neoliberalismo de izquierda que tiene como lector privilegiado del mandar obedeciendo, la reflexividad de un García. Define al MAS como un conglomerado flexible con fronteras difusas y móviles de movimientos sociales bajo dirección directa –entendida como estudio, seguimiento, asesoramiento— de intelectuales.

El Estado debe ser ocupado por los movimientos sociales y el Gobierno ejecutar sus demandas. En realidad es notoria la superconcentración del poder en el equipo de Gobierno, la imposición de sus decisiones y la inacción estatal para potenciar la organización, la formación de cuadros revolucionarios y los movimientos sociales, excepto en momentos de crisis.

Una antinomia radica en que la visión de la modernidad se identifica con el capitalismo del siglo XVIII y XIX sin entender el lado conservador recuperado por Hegel y Weber y al mismo tiempo, con los aspectos emancipatorios universalistas del movimiento indígena, olvidando que hay indígenas colaboracionistas y neoliberales. El hacerlo le permite justificar un mesianismo indígena objetivado en Evo y el otro, el intelectual, objetivado en él. Comprender la trama de poder y del colonialismo implica reconocer que sin la colaboración de indígenas y mestizos no hubiese sido posible el imperialismo.

La propuesta de García es civilizatoria, desde occidente, que surge desde su admiración por el modelo cruceño y su apuesta por el cogobierno con la oligarquía: Es la opción por la sociedad organizada en torno a ciudades, por la transformación de la multitud en ciudadanía, y se trata de pasar a otro grado de evolución más allá del régimen colonial. Olvida que desde la primera gran guerra humanitaria y civilizatoria, el colonialismo no ha cesado y la autodeterminación aún es rehén de las oligarquías.

Pretender un cogobierno con ella o introducir la democracia por pactos no es más que una broma de mal gusto. Hablar de civilización es hablar de racismo, de organización de la dominación de la población en ciudades y posteriormente la organización republicana y liberal. La democracia, la libertad y la autodeterminación pueden quedar excluidas, como ya está ocurriendo. Frente a esto la inacción del Estado es evidente. Sólo ha logrado consolidar la dictadura burguesa de logias sin control y establecido un chato corporativismo luego de subordinar al movimiento social.

Los tan criticados partidos políticos tradicionales de corte occidental fueron enjuiciados por su excesivo centralismo que devino en perversión y base de la configuración de una nueva burguesía. Estos partidos tenían células, comités locales, sectoriales, regionales; un Comité central y un Buró político. El partido en Bolivia es reemplazado por un comité, y se reduce a un buró político de onegeistas que no dudamos mantienen sus fuentes financieras intactas. De ahí su extremado burocratismo y conservadurismo. A ellos tampoco les conviene una revolución liderada por quienes llamaron a la abstención y la lucha directa el 4 de mayo.

Este tipo de planteamientos, dizque teóricos entre líderes de ambas fuerzas están alterando el tipo de confrontación y la orientación de la conflictividad. Al dejar de lado la lucha por una nueva sociedad y la implementación del proyecto constitucional construyendo más poder popular, la confrontación entre el MAS y la derecha ahora es por el derecho a la modernidad indígena, a la oposición civilizatoria, al uso de los excedentes y a la aceptación o rechazo de un presidente indígena. Lo que implica retroceder al mero conflicto étnico.

Intelectuales como Máximo Modonesi identifican correctamente tendencias al antagonismo en la lucha de clases, pero yerran cuando nos hablan del fin de la etapa hegemónica del neoliberalismo –cuando aun esta en ciernes—a la que le correspondería la aparición de una nueva etapa del movimiento: la del antagonismo en contextos de vacío hegemónico, caracterizada por movilizaciones de mayor amplitud que las protagonizadas por los movimientos.4

Las derecha enmascara y manipula las contradicciones, problemas y necesidades históricas: regionalismo, racismo y mestizaje. Tres elementos de matriz colonial que deben ser subvertidos, deconstruidos y reconstruidos desde otro punto de partida y con otra perspectiva estratégica. No sólo reconocidos a medias y rechazados, deben ser examinados cotidianamente en su profundidad, porque son parte de la memoria histórica.

En la realidad actual la dominación simbólica vista arqueológicamente muestra su fuerza. La pregunta es: por qué Santa Cruz, Tarija y Sucre tienen una matriz ideológica conservadora, mientras que en las otras ciudades se va diluyendo como en Cobija, Trinidad, o buscando alternativas como en La Paz, El Alto, Cochabamba, Oruro o Potosí. En términos generales, podemos decir que en las ciudades de corte hispánico que se implantan en países indígenas como Guatemala, México, Perú, Ecuador o Bolivia –con mayor residencia española colonial y después de criollos en las nuevas repúblicas— la alienación es más arraigada entre criollos y mestizos y se expresa en el autoracismo.

Recordemos el Perú de los 70-80 del pasado siglo y como eran las ciudades como Lima, Arequipa, Trujillo o bien, en el México actual: Puebla, León, Querétaro, Guadalajara, Zacatecas o San Cristóbal de las Casas. En Guatemala, Ciudad de Guatemala y Antigua. En Ecuador, Guayaquil o Quito y en Bolivia, Sucre, Tarija o Santa Cruz. El criollismo, lo ladino, lo cholo, lo huachafo, la religiosidad católica, el conservadurismo, lo híbrido, la memoria hispánica, el occidentalismo envilecido y hasta las posturas posmodernas caracterizan una cultura que recoge valorizaciones extremas de la diferencia para ocultar la dominación: lo más vetusto y negativo de las culturas oculto en lo moderno y objetivado en la composición étnica-clasista, con sus imaginarios, lo simbólico como prejuicio y habitus, las heterofobias, alterofobias, machismo. Un racismo multilateral que va desde el genocidio y/o la invisibilización hasta el autorechazo.

La ciudad segrega y discrimina al campesino, identifica el valor de cambio con superioridad, al Estado con el poder, a la educación con la cultura. En la escala clasificatoria de las gentes, se mueven los estereotipos de blanqueamiento, supervivencia e integración sumisa y entonces, el indígena quiere ser mestizo, el mestizo criollo que coincide con la migración campo-ciudad. Cuando el mestizo se enriquece paralelamente se blanquea. El racismo al revés es sólo una artimaña del poder para anular la lucha por la dignidad.

Y es que el racismo, lo mismo que el mestizaje, solamente se pueden entender en su contexto colonial. Lo abigarrado de las mentes coloniales –más aún cuando tienen poder y pertenecen a los sectores medios— las hace complejas y difíciles de entender; sino pensemos en una Rigoberta Menchú, en un Vicepresidente del gonismo como el katarista Cárdenas, un militar como Gutiérrez en Ecuador; un Toledo en Perú o un Juárez en México. Hay que leer a Memmi o a Fanón para empezar a entender sus complicados razonamientos y comportamientos.

¿Indios contra mestizos? Con la política gubernamental esta contradicción se ha avivado debido en gran parte al tratamiento que se le ha dado. Aunque el indígena está en todo el país, en la ciudad y en el campo, en lo urbano y lo rural, el autoreconocimiento no es lo mismo. Cuando el Gobierno interpela al movimiento indígena, responde el campo y el campesino y no el indígena de la ciudad que se identifica como mestizo, ni el mestizo indígena que sí responden parcialmente al llamado de los comités cívicos y las prefecturas. De hecho el Estatuto autonómico de Santa Cruz dice que este departamento es mestizo.

El racismo es una realidad innegable; existe por el oriente y también el occidente, de los blanco-mestizos respecto a los demás, al otro, al diferente. Pero también existe un autoracismo social en relación al semejante, al igual que también es individual respecto-a-sí-mismo y grupal. Se moderniza pero prosigue; va mas allá de los rasgos físicos, ahora es moderna y posmoderna: tiene que ver con los nombres, los apellidos, los ingresos, la cultura; el consumo, el vestido, el lenguaje, la comida, la música, las fiestas. Diferenciarse para distanciarse de sus orígenes.

Racismo y discriminación se da en muchas formas en todo el país. En el ejercicio de algunas profesiones, en el Oriente, no hay lugar para el colla, el caso del abogado tramitador; en las universidades y el mundo intelectual el espacio es mínimo, lo mismo que en la oficialidad de las Fuerzas Armadas. La fragmentación de los sujetos colectivos e históricos es una necesidad de la dominación y el Gobierno de Morales ha reducido el problema desde su persona y existencia individual.

Con este Gobierno no se han dado indicios de una descolonización cultural que destruya al racismo como pensamiento legitimador de la desposesión, de la violencia, expoliación, genocidio y del pensamiento occidental cristiano como única visión del mundo. La presencia de algunos indígenas en el ejecutivo, el congreso y la constituyente no dice nada del reconocimiento y desarrollo de la cultura y saberes ancestrales, de la memoria histórica y la cultura de resistencia, pero sí de la aceptación de la visión del mundo hegemónica: se reproduce la jerarquía del saber académico objetivado en los intelectuales onegeistas, se reproduce la enajenación a los saberes occidentales, se pretende desaparecer la lucha y sus tradiciones, la organización de resistencia que derive en la configuración de un bloque social de construcción de poder y combate militante con nuevos sujetos ético-políticos.

Y cuando hablamos del indomestizo, rechazamos la visión criolla, caricatura occidental que al buscar la colonialidad moderna, esconde la diferencia colonial y, simbólicamente utiliza al mestizo: manipula su doble conciencia, sumisa y liberadora, blanca criolla e indígena, desidentidad-identidad y le hace creer que es la matriz de lo nacional imitando a occidente. Recuperar al mestizo desde la memoria anticolonial y el proyecto radicalmente anticolonial socialista es la forma de desmitificar el mestizaje, pasando de la negatividad a la concreción de aspiraciones solidarias interétnicas, interculturales y plurinacionales.

Existe una propuesta de constituir una república indomestiza que podría ser una salida frente a un indianismo aislante. Bolivia tiene un Gobierno cuya composición es blanco mestiza con un 2% de mestizo-indígenas. Y entonces uno se pregunta, por qué no convoca e interpela a esa población para crear una poderosa organización anticolonial y anticapitalista? Si bien es cierto, blancos mestizos e incluso muchos mestizos indígenas fueron convocados por gobiernos burgueses para crear la nación boliviana bajo hegemonía oligárquica. Y aunque también es cierto que estos mestizos urbanos en América Latina –y quizás a nivel global— se convirtieron en fuerzas contrarrevolucionarias como en Chile. Queda la pregunta sobre si es posible invitarlos a formar parte del frente antiimperialista.

Estado liberal y Estado indígena.

Dos modelos de Estado o civilizaciones en lucha, sin solución. Para García Linera la crisis de Estado se da cuando hay problemas en la correlación de fuerzas del Estado, en la estructura de fuerzas con capacidad de decisión, en la ideología y en las instituciones que objetivizan las relaciones anteriores.

Bolivia vive una etapa de esta crisis que le llama empate catastrófico donde se confrontan dos proyectos, dos bloques sociales con voluntad y ambición de poder y una parálisis del mando estatal. Bolivia está en la bifurcación entre un neoliberalismo reconstituido o un Estado popular, indígena, nacional y revolucionario.5 Con esta definición tenemos varios problemas y también sus consecuencias.

El primero es el punto de partida, los dos proyectos. Y ¿si en realidad son más de dos?

1. Pablo Regalsky sostiene que el Gobierno entiende que su vialidad radica en rescatar a una derecha con capacidad de presión, “su instinto lo empuja a favorecer que la derecha crezca lo suficiente para colocar en vereda a los movimientos sociales y no puedan crecer en sus demandas”. Desde este razonamiento la salida a la crisis de Estado para la dirección del MAS y del Gobierno es reforzando el actual Estado neocolonial.

2. De acuerdo con este mismo analista, el Gobierno se limita a sanear las finanzas estatales a tal grado que trabó la posibilidad de que la constituyente sea fundacional y soberana desde la misma ley de convocatoria, subordinándola al Estado. Desde el inicio, este Gobierno cedió ante la lumpenburguesía y las trasnacionales al grado de ser un simple administrador del Estado neoliberal dejándoles el espacio regional con presupuesto, tierras y otros recursos.6

3. Por tanto, los proyectos no son dos sino por lo menos tres o más, pues existe otro sector del pueblo que está por las autonomías indígenas para refundar el Estado plurinacional desde ahora, y reivindica la soberanía popular para resolver el problema de la tierra y el agua y en base a ella retomar la alianza ciudad campo. Otros como Soliz Rada, proponen reconstituir el movimiento nacional y abandonar el indigenismo a ultranza defendido por las ONG y un proyecto de la derecha que apuesta a quedarse con todo el poder.

4. El voto no resolverá los graves antagonismos entre estrategias de poder. La salida puede ser permanecer por largo tiempo en la bifurcación si el Gobierno no hace nada por superarla con acciones que desarrollen el antagonismo o cedan totalmente ante el otro proyecto.

Para García, si los indígenas quieren consolidarse como núcleo del Estado tienen que mostrar que son capaces de recoger también los intereses de la clase media y del empresariado. La solución está en un hecho electoral. Si la plurinacionalidad es el nuevo ordenamiento estatal que busca la igualdad y la equidad en la diversidad de culturas una necesidad, el desarrollo territorial, cultural y de la gobernabilidad indígenas es un instrumento de lucha permanente. En la dinámica de la contrarrevolución el pactismo es una mala opción, pero hay que considerar que los indomestizos y las clases medias urbanas sí responden a la convocatoria antiterrateniente y anticolonial.


Para algunos intelectuales la crisis de Estado se da por la ruptura entre Estado-Prefectos y la salida radica en abrir la constitución y la devolución del IDH. Para otros la solución pasa por un diálogo que no haga retroceder los intereses de los pueblos originarios y sectores sociales que apoyaron al MAS.

Reconstruir lo popular desde la movilización organizada de sus bases hasta la construcción de un gran frente de lucha por la nueva bolivianidad solidaria, autodeterminate y soberana es el desafío: los movimientos sociales con los indígenas y mestizos, obreros, campesinos y trabajadores en general, con la izquierda, sindicatos y centrales, comités de defensa regionales, municipios autónomos, luchadores sociales, académicos, estudiantes, etc. Debemos definir una estrategia de poder anticolonial, anticapitalista hacia el socialismo y establecer dónde y cómo avanzar en base a objetivos. Esclarecer contra qué proyecto nos enfrentamos, cuáles son sus objetivos y quiénes lo representan. En qué lugares y con qué tipo de organización debemos concentrarnos en la lucha por la tierra, el control de los recursos naturales, oposición a proyectos depredadores como los biocombustibles o la deforestación; bloquear el fortalecimiento de la derecha, reivindicar la justicia, la igualdad/ diferencia, la dignidad, la democracia construir la organización de la economía solidaria.

Creemos que sin negar la necesidad del diálogo con el Gobierno y la oposición, hay que desterrar definitivamente el pactismo como táctica, y exigirles una inversión pública masiva, protección a los derechos humanos y medio ambiente, que recupere las palancas de decisión pública y redistribuya la riqueza, que aplique los aspectos positivos de la nueva constitución.

Los compromisos de Evo con los demócratas norteamericanos y con las ONG europeas, con Soros y Gorbachov, las buenas relaciones con connotados gonistas,7 no sólo explicarían su proyecto político y su silencio ante la confrontación Chavez-Rey de España y su pasión por jugar fútbol –cuando otros criticaban a la Europa imperialista— en la última cumbre AL-UE, sino su ambigüedad o ausencia ante todos los problemas cotidianos del país.

De ser ciertas las sospechas de Ochoa Urioste y Soliz Rada, el pueblo está aún más obligado a una mayor independencia e incluso a destituirlo. Recordemos como los forajidos expulsaron al ambiguo ex Presidente Gutiérrez en Ecuador.

Que no se diga que sólo criticamos y que ello es muy fácil; entre líneas hay propuestas para discutirse, considerando que la potencialidad para el cambio es enorme y que una derrota no va a ser solamente la de Evo-Álvaro y su Buró Político, sino de los sujetos históricamente construidos que pugnan por una nueva sociedad.

  1. María Galindo, “Quiero escribir, pero me sale espuma”, Pulso 448, del 4 al 10 de mayo de 2008. P.8
  2. Bernardo Corro, “Impacto del referendo cruceño en el Estado unitario”, Pulso Ibid, p.14.
  3. Maristella Svampa y Pablo Stefanoni, Entrevista a Álvaro García Linera, OSAL 22, Bs. As. FLACSO, septiembre 2007.
  4. Máximo Modonesi, “Crisis hegemónica y Movimientos antagonistas en América Latina”, www.dariovive.org Julio 2007.
  5. Alvaro García Linera, “Empate castastrófico y punto de bifurcación”, www.daríovive.org, abril 2008.
  6. Pablo Regalsky, “Bolivia: grandes oportunidades, grandes peligros. La cuestión civilizatoria”, www.herramienta.org,
  7. Mauricio Ochoa Urioste, “Los otros amigos de Evo Morales”, www.rebelion.org, 29-05-2008.



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