(Home page)

PARA UN POSICIONAMIENTO TEÓRICO LATINOAMERICANO: LA RECTIFICACIÓN DEL MARXISMO DESDE EL ZAPATISMO

Por Diego Tagarelli

Desde los inicios de la experiencia zapatista, muchos teóricos han intentado dar una respuesta o, al menos, motivar la búsqueda de una definición sólida sobre la importancia de determinados tipos de "movimientos sociales" que vendrían a modificar el orden teórico del marxismo. Más allá del debate teórico profundo planteado, lo cierto es que se ha generado desde hace tiempo una fuerte polémica en torno a las categorías marxistas como consecuencia de la aparición de estos nuevos movimientos políticos y como resultado de la crisis en que se halló el marxismo como ciencia. Lo que vamos a sostener aquí es que estos movimientos, más precisamente, el movimiento zapatista, no se encuentra enfrentado al marxismo, sino que permite, tanto en su nivel práctico como teórico, la posibilidad de reintegro y apertura a la teoría marxista desde su propia contrariedad, la posibilidad de otorgarle al marxismo un carácter ilimitado de acción e interpretación, la condición de reconocerle su misma existencia como ciencia y opuesta en todas sus modalidades a ideologías que deforman la manera de ver el mundo. Ideologías que incluso son persistentes dentro del marxismo.

Por consiguiente, también sostenemos aquí, la incorrespondencia con un marco teórico cerrado y estructurado en función de ciertas categorías rasas a la hora de sistematizar la propuesta abajo esbozada. Este artículo pretende, de la misma manera que nos enseña el zapatismo, enfrentar determinadas ideologías que permanecen adheridas al campo de la ciencia inaugurada por Marx. El marxismo, a nuestro entender, es una ciencia que se encuentra atravesada por divergentes posiciones teóricas e ideológicas que hacen a la conformación de un conflicto interno dentro de ella. Tal conflictividad, a la vez que permite su avance o retroceso y nos muestra la crisis del propio campo marxista, nos abre la posibilidad de adoptar un determinado posicionamiento que asentirá sobre posteriores lineamientos teóricos.

El zapatismo, proyecta un a priori, o mejor dicho, un posicionamiento particular que permiten enriquecer al marxismo y reintegrarle su condición teórica ilimitada. Pero este reintegro no viene dado tanto por su carácter inusitado del movimiento, sino más bien, por su reclamación y réplica a la estructuración en que se encuentra el marxismo. Por ello, en el marco de la crisis que ha sacudido al marxismo, el zapatismo permite un proceso de rectificación del mismo que abre la posibilidad de que la alternativa de la crisis sea positiva, tanto para devolverle su capacidad de crítica, como para contribuir a la búsqueda de nuevos caminos de transformación. La rectificación propugnada por el zapatismo, por tanto, no es para ahogar y asfixiar al marxismo o para permitirle a los sectores intelectualmente dominantes la justificación de su dominio teórico e ideológico, sino, por el contrario, para romper con ciertas limitaciones que agarrotan al marxismo y para restituir, desde desencajadas experiencias, la posibilidad de apertura que comprende el marxismo en su interior.

He aquí planteada la hipótesis del artículo: ¿Es posible un proceso de rectificación en el marxismo desde la experiencia zapatista? ¿Es necesario un proceso de rectificación para posibilitar el crecimiento del marxismo? ¿Es el zapatismo un replanteo teórico opuesto al marxismo? ¿Cuáles son los lineamientos básicos que postulan una filosofía propia en el zapatismo? ¿Existe en el zapatismo un posicionamiento particular que permite la presencia de una teoría latinoamericana? ¿Hay una ruptura con ciertas ideologías deformadoras desde el zapatismo?

EL MARXISMO COMO CONTINENTE INACABADO DE LA CIENCIA.

Si pensar por sí mismo quiere decir desligarse de toda adhesión ideológica "que deforman la manera de ver el mundo". Más aún, considerando el rechazo de los presupuestos ideológicos como inspiración exclusiva de tal o cual visión sobre la realidad: ¿podemos decir que Marx era marxista? Sabemos que Emiliano Zapata no era marxista sino el mejor domador de jinetes del Estado que se hizo el más puro de los líderes de la revolución mexicana. Sabemos que gran cantidad de movimientos populares no se autoproclaman marxistas; que Artigas y Bolívar (grandes inspiradores de nuestro pensamiento latinoamericano) no eran marxistas ni que las importantes reivindicaciones sociales de muchos líderes políticos populares no fueron tales por ser marxista. También sabemos que la historia teórica del comunismo, incapaz de consistencia propia, y que innumerables intelectuales de aula, son marxistas que cultivan la obra de Marx como limitación iluminada de un pequeño dios esperando en el paraíso la llegada de su cuento eterno. Cabe de nuevo la pregunta: ¿Marx era marxista?

Veamos algo más de cerca: El movimiento zapatista, en tanto que uno de los movimientos más originales y trascendentes que ha dado América Latina, nace de su fracaso, de un fracaso infligido por el encuentro de los pioneros del EZLN con las comunidades indígenas, en tanto que lejos de convertir a éstas a la lógica de la organización marxista-leninista, el contacto, produjo un choque cultural que terminó transformándose en una dinámica de sublevación indígena. Es decir, en un principio, el EZLN es una organización ajena a las comunidades de Chiapas, un grupo guerrillero ideológico diferenciado totalmente de las necesidades específicas del indio-americano y que se plantea que era necesario derrocar el orden político establecido e instaurar un gobierno hacia el socialismo y hacia la implantación de la dictadura del proletariado y el comunismo. Pero cuando se produce ese choque con el medio indígena, el zapatismo lejos de movilizar a las comunidades, germinó y se desarrolló en el seno de los sectores de la población indígena, produciéndose un proceso de transformación, de "rectificación", a tal punto que se invalida un análisis ideológico marxista tal como lo profesaban anteriormente. Aquí el zapatismo no nace nuevamente con una ideología estructurada, sino que construye una nueva visión de la realidad a partir de su manifestación práctica: "un mundo donde quepan muchos mundos".

El zapatismo sufre un proceso de reeducación, de remodelación, de rectificación. Como si los hubieran desmontado de todos los elementos que tenían: marxismo, leninismo, cultura urbana y los volvieran a armar, pero de forma diferente e indefinida: "Bienvenidos a la indefinición", reclama Marcos. El alzamiento zapatista, pues, es el fruto de su propia crisis y la verdadera práctica teórica del zapatismo ha consistido, en mi criterio, en superar a la teoría misma como campo impenetrable a partir de la incorporación de otras prácticas y saberes; una teoría que en vez de partir de los famosos problemas filosóficos comienza por eliminarlos para partir de la nada". En el zapatismo y desde el zapatismo, como consecuencia de su manera de hacer y formular un nuevo tipo de política y práctica teórica, se manifiesta esa posibilidad de liberación del pensamiento y realización transformadora del marxismo que gran parte de la superestructura intelectual ha decretado como limitada obra y como agónica filosofía materialista.

Entonces, repensar las categorías del pensamiento marxista en términos de categorías abiertas implica por lo tanto desligarse de la idea de que existe un proceso inexorable, necesario y único para todas las sociedades. La historia no es un proceso en el que cada momento se halla preñado del anterior y en el que cada acontecimiento es sólo aparentemente contingente. No hay leyes de la historia, pero puede haber leyes en la historias. No hay en absoluto ninguna ley que presida el encuentro de la toma de consistencia. Por el contrario, tendríamos que pensar que la historia revela una pluralidad de caminos y direcciones, y aunque es posible que la sociedad esté motivada por tendencias más o menos constantes, la historia misma cae en el mundo de lo impredecible. En el zapatismo no es el comunismo la resultante teórica de un momento práctico actual. Tampoco es un clásico proyecto de poder. En fin, no es el sometimiento del pensamiento marxista al subsistente dogmatismo institucionalizado, sino el reintegro inmediato de "los títulos de teoría y de teoría revolucionaria", a la teoría marxista desde la propia experiencia zapatista. La experiencia zapatista, a nivel teórico, o mejor como diremos, al nivel de su práctica teórica, se ha caracterizado por un intento de deshacer lo cuentos que permanecían pegados a la teoría marxista y que impedían su desarrollo.

LA TEORÍA COMO INTERIOR

Bien sabemos que uno de los aportes principales de Marcos es haber traducido la palabra indígena en un palabra político-poético a partir de haberse dejado impregnar del lenguaje simbólico y del medio social de los sectores indígenas. Dentro de esa toma de posesión de sí y del mundo indígena, se diseñan los lineamientos básicos y las categorías del discurso de la emancipación zapatista que, dicho sea de paso, se diferencia de las concepciones ideológicas dominantes, sean burguesas o marxistas. Y digo burguesas o marxistas dominantes porque, en gran parte, ambas concepciones comparten su manera de definirse sobre la realidad: su compromiso real con una superestructura al servicio de la ideología dominante. Para el intelectual formado por esta superestructura el alzamiento zapatista fue un proceso dejado en el olvido y en el desprestigio intelectual por cuanto no coincidía con sus exigencias teóricas dogmáticas. ¿Cómo romper con este bloqueo teórico al infinito camino del continente teórico abierto por el propio Marx? Claro que esto no es posible sin un verdadero posicionamiento social y teórico del que el zapatismo no es ajeno. Lo que constituye una filosofía no es su discurso de demostración ni su discurso de legitimación. Lo que la define es su posición en el campo de batalla filosófico. O sea, el zapatismo entiende que además la lucha de clases se desarrolla también en el terreno de lo ideológico y, por eso, en el ámbito de la teoría.

Ya dijimos que el zapatismo sufre un proceso de transformación, de un grupo de vanguardia revolucionaria a un ejército de las comunidades indígenas. Aquí es el momento en el cual surge la conciencia zapatista y el momento en que rectifican los principios teóricos adquiridos de su formación pequeñoburguesa previamente adquirido. Y si existe una ruptura que no se compatibiliza con sus ideales de lucha anteriores es porque su práctica en el movimiento zapatista es diferente. Y esa diferencia se caracteriza porque el mismo movimiento zapatista compromete un pensamiento que es interior y no exterior al mismo. Una de las consecuencias que se desprende de esto es que en el zapatismo se afirma la primacía de la práctica sobre la teoría, a partir de un proceso de transformación sometido a sus propias condiciones de existencia. Así, más que el reparto de la riqueza o la expropiación de los medios de producción, la revolución comienza a ser la posibilidad de que el ser humano tenga un espacio de dignidad. Y esto que puede parecer la afirmación de una ideología humanista o de un marxismo humanista infundado, es el reclamo combativo de reivindicaciones más profundas que tienen que ver con el reclamo indígena y latinoamericano. Por ejemplo: la defensa de la tierra, que evoca desde el medio indígena un espacio de dignidad, representa sin embargo el mural de explotación, expulsión y desalojo de las comunidades indígenas al que ellos hacen referencias en sus discursos. Es decir, no desaparece, por ejemplo, el concepto implícito de luchas de clases y de relaciones de producción, pero el sentido de asimilación que les otorgan es otro, diferente y tiene que ver con el lenguaje combativo del zapatismo que no proviene exclusivamente de las lecturas de Marx. No hay un posicionamiento exclusivo dentro del campo de las ideas humanistas de Marx, de la misma manera que no la hay dentro del pensamiento científico de Marx. Es, por el contrario, su propio sentido de su propio discurso teórico, que al no divorciarse de su práctica cotidiana, definen la indefinición de un marxismo ilimitado. Y sin embargo, bien saben los expertos del conocimiento académico que esto no es más que el reintegro a los títulos de teoría revolucionaria e ilimitada que pueden aportarse al marxismo sin necesidad de proclamarse marxista. ¿Qué significa ser marxista?

REPLANTEAMIENTO DE LA CULTURA POLÍTICA

La lógica del poder, o sea de la dominación, ha sido tentación casi absoluta del marxismo. Pero al participar de esa lógica histórica, imponiendo una interpretación dialéctica de la dominación, que va engendrando su propio negativo, no pudo escapar a la tentación de oponer otra forma de poder con las mismas pautas políticas. Así, para muchos marxistas intelectuales, el zapatismo tendría que conformarse en partido político institucionalizado, porque sería la expresión política de la clase social que es necesario representar para dirigir y enseñar. En síntesis, los mismos métodos, las mismas políticas, con las mismas instituciones, porque todo es, en definitiva como dirían los intelectuales de aula, una cuestión de relación de fuerzas.

Pero creo, que hay dos cuestiones a desarrollar y entender como interpretación del zapatismo. Por un lado, muchos confundieron poder con Estado, poder con Gobierno. Como si tener el control del Estado se volviera sinónimo de la toma del poder, del gobierno. Por otro lado, muchos otros confundieron que la relevancia política del nuevo sujeto social transcurre ahora por la autonomía de los movimientos autosustentables que están completamente fuera del Estado. Como se ve, ambas concepciones comparten la idea de Estado=Poder; Estado=Gobierno, pero con una simple diferencia: Unos reivindican la necesaria e inevitable dictadura del proletariado y la toma del Estado. Los otros la descartan pensando en la insignificancia que tiene el Estado para las clases populares y reivindican con libros de moda posmarxista el término poco satisfactorio de "nuevos movimientos sociales". Unos consideran el impostergable y único desafío de la vanguardia obrera en cuanto que las condiciones de clase así lo imponen. Otros llaman a la advertencia peligrosa de considerar las contradicciones sociales como motivador de la historia y ascienden a los nuevos movimientos sociales a una categoría que los opondría a los de clase.

Y lo que verdaderamente se pone de manifestación en el zapatismo, es algo no considerado ni por "unos" ni por "otros". Es que en lo que hay que llamar la atención es en el hecho de que buena parte de los nuevos sujetos políticos se han constituido a través de su relación antagónica con formas de subordinación recientes, derivada de la implantación y expansión de las relaciones de producción capitalista. Es decir, numerosas y nuevas luchas han expresado la resistencia contra las nuevas formas de subordinación, que por un lado, plantean la negativa y aislamiento "relativo" a la toma clásica de poder, y por otro lado, han expresado su función de permanencia en las luchas de clases y en el Estado. Todo se aclara si entendemos que el Estado no es sólo el poder político centralizado de la clase dominante, sino que el Estado se manifiesta como "cuerpo" de Estado, donde actúan las formas materiales, económicas, políticas e ideológicas de dominación.

Por eso, una de las diferencias más grandes que marca el zapatismo es en cuanto a la cuestión del poder. Los zapatistas afirman no aspirar ellos mismos al poder. Según Marcos, el EZLN se habría distanciado del proyecto de conquista de poder, lo que no equivale a decir que se hayan distanciado de un proyecto de lucha y resistencia que implique aislarse del conjunto del aparato estatal en sus formas de dominación. Y esto porque su proyecto de lucha no se resume en su relación con la esfera política, sino ante aquello que los zapatistas han dado en llamar la "sociedad civil" como un espacio relativamente separado del poder político (que no implica una oposición de separación absoluta entre el Estado y la Sociedad Civil).

El Estado se encuentre relativamente separado de la lucha de clases, en tanto que necesita esa separación relativa para poder intervenir en la lucha de clases. Cuando el zapatismo advierte de que su lucha no se reduce a su relación con la esfera política, es para decir que el Estado como instrumento y aparato de la clase dominante se separa de la sociedad civil para intervenir en ella y así poder perpetuar su dominio a través de todo un complejo de aparatos en los cuales la sociedad civil está sometida. El Estado, por lo tanto, no se reduce a una relación con la relación de producción propia de un modo de producción dado, que define por completo la forma política e ideológica del Estado, sino que se encuentra también una función plena del Estado en la reproducción del capitalismo. En este sentido, el zapatismo entendió que no basta poner obreros en puestos ocupados antes por burgueses, no basta con dar órdenes revolucionarias para que sean ejecutadas, sino, por el contrarío, poner en cuestión las funciones del Estado, como así también la reproducción de las relaciones de producción.

Más allá de la participación de los excluidos en el sistema político, exigen ser reconocidos en su identidad. No piden ser tratados como ciudadanos iguales a los demás ni diferentes a los demás, sino como ciudadanos en sus diferencias. Dice Marcos: "Hay que organizar a la sociedad no para que pida al gobierno, sino para que resuelva sus problemas aunque el gobierno no las resuelva. La comunidades zapatistas trabajan para resolverlos según sus posibilidades". Además, y por sobre todo, es necesario tener en cuenta que el poder no significa un poder por el poder, sino que no es otra cosa que lo se hace con él, lo que el produce como resultado. Se aspira a un replanteamiento de la cultura política en el sentido de una inversión de la pirámide de poder. El movimiento zapatista provocó que una gran cantidad de indígenas tomara conciencia de que la satisfacción de sus demandas debe pasar por modificaciones en las políticas de los municipios, barrios, federaciones, etc. Hacer que las minorías étnicas ya no sean obligadas a abandonar su identidad a causa del poder. "Nada existe sin esa cooperación productiva que forman los hombres desde abajo". Muchas de las teorías acerca del poder, entre ellas las marxistas, consistían en la idea de tomar el poder con los de abajo para desde arriba impulsar las transformaciones a pesar de los de abajo. El zapatismo ha puesto en marcha un nuevo desafío a estas teorías y prácticas para generar un movimiento que se inscribe en la posibilidad de que la crisis del marxismo sea positiva.

Luego de la conquista y genocidio indígena en todo el territorio americano, la construcción de una sociedad latinoamericana liberada de los sucesivos modelos de dependencia colonial ha requerido de un proceso de búsqueda y reconstrucción de la propia identidad. Proceso que fue retomado siempre en diversas oportunidades a lo largo de la historia como consecuencia de las repetidas rupturas que los latinoamericanos han experimentado en la conformación de su propia identidad. El sujeto social americano se encuentra, por lo tanto, envuelto en una sucesión de recomienzos; en un proceso de afirmación de un nosotros histórico latinoamericano. Pero quién es ese nosotros que se afirma como valeroso y que se conoce a sí mismo en el alzamiento zapatista.

Podemos decir que las expresiones tales como "democracia", humanidad", "dignidad", sociedad civil", pueden inducir a ciertos equívocos sino se estudia en profundidad. No es, reitero, parte de un posicionamiento de la ideología humanista liberal, sino una búsqueda radicalizada de la democracia que se engendra desde abajo, desde los planos más profundos de la estructura social. Veamos el concepto y práctica que nos trae el zapatismo en cuanto a "Movimiento". Marcos hace alusión a un movimiento de "resistencia", llamado "subterráneo" porque se da entre los de abajo y por debajo de los movimientos institucionales. Claro que no faltan quienes, como dijimos al principio, quitan el carácter social y clasista de los movimientos sociales por considerarlos fuera de las relaciones de producción. A mi juicio, el zapatismo no vendría a ser una arbitraria agrupación de una categoría que los opondría a la de clase, sino la novedad del mismo, en tanto que ponen en cuestión nuevas formas de subordinación dentro de las relaciones sociales desiguales de clase. Muchos se han puesto a pensar en un nuevo sujeto revolucionario privilegiado que vendría a reemplazar a la clase obrera, la cual habría fracasado en su misión histórica, pero no es más que la postura teórica de desconcierto de los "comisarios políticos". Por el contrario, si bien aceptamos el cambio cuantitativo y cualitativo en la conformación y composición de las clases sociales, en su reestructuración y desarticulación relativa de la esfera productiva, hay que afirmar que la existencia de las clases sociales, y no sólo en la infraestructura económica, está vigente siempre en el modo de producción capitalista y es más que un capricho teórico de decretar la muerte de las clases sociales. Que mejor manera que describir esta afirmación social del zapatismo que a través del propio Marcos: "Mientras arriba se decreta la política del desencuentro, en el sótano del mundo los otros se encuentran a sí mismos y al otro que, siendo diferente, es otro abajo".

Ahora bien, ¿Cómo se manifiesta políticamente el movimiento zapatista? Lo primero que hay que decir, es que se trata de la expresión de un gobierno no ejercido por una clase política. Las "Juntas de Buen Gobierno" son rotativas. Es un gobierno que surge de "mandar obedeciendo", sin afán de poder. Como dijimos los zapatistas no aspiran a la toma del poder del Estado, tan sólo han construido niveles y ámbitos de gobiernos alternativos en el que "la rebeldía de las bases tiene el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de Gobierno".

Lo otro que hay que decir es que el zapatismo como movimiento político testimonia una práctica social que refleja una sociedad campesina e indígena alternativa, no cerrada ni corporativa sino "abierta a todos los mundos" y manifiesta una tendencia como movimiento a emanciparse del sistema que los expulsa, porque en vez de luchar por reintegrarse al mismo, están creando un "no sistema", otras formas de vida y de relaciones sociales en cada uno de sus actos que, sin embargo, no pueden ser calificados como fuera de las relaciones sociales, económicas, políticas, e ideológicas del conjunto de las sociedad y el Estado.

Entonces, ¿cuáles son las limitaciones que surgen en torno al marxismo y cuáles pueden ser las posibles ilimitaciones teóricas que abre la práctica del zapatismo? Hay una especie de insistencia en estos "comisarios intelectuales" del marxismo por dualizar a los movimientos sociales como "políticos" y "no-políticos", y ha adjudicado el calificativo de no políticos a todos aquellos que no se sitúan a nivel de los partidos y del Estado por ser parte de un escalón inferior en las relaciones políticas. De aquí cierta hipótesis de que hay cierto marxismo enfermo de del mito "previsor" basado en el conocimiento de supuestas leyes del desarrollo social, a punto tal que ni siquiera tiene la modestia de revisar lo pasado para hacerse cargo. Pero eso siempre ha podido interpretar lo que ha pasado y lo que va a pasar, raras veces lo que está pasando. Marcos mismo alertó sobre "los peligros de una izquierda obcecada de vivir del y en el pasado" y dice: "pocas veces un pensamiento ha sido más rico y creativo como el de la izquierda en el llano y pocos tan cerrados y torpes como el que tuvo al llegar al poder.

Todo se resuelve, pues, preguntando sobre el lugar desde donde preguntamos: "Producir teoría desde un movimiento social o político no es lo mismo que hacerlo desde la academia". Queda claro que, por un lado, la institucionalización del marxismo y, por otro, las derrotas de los proletariados en el primer mundo y el derrumbe de capitalismos nacionales y populares en el tercer mundo, produjeron una limitación del marxismo, tanto en su conocimiento como su manera práctica de manifestarse. Y esta limitación no es más que la consecuencia de producir intelectualmente fuera de los movimientos sociales transformadores de nuestro tiempo. Por consiguiente, "Nosotros creemos que un movimiento debe producir su propia reflexión teórica y que incorpora la práctica transformadora de ese movimiento". Cuando se piensa dentro de estos movimientos es que es posible, no sólo una real interpretación de lo que significan, sino también de acercar el marxismo al zapatismo en forma crítica. Hay que leer a Marx críticamente, hay que rectificar sus lineamientos ideológicos y dogmáticos, hay que transformar y otorgar al marxismo su carácter ilimitado desde el propio zapatismo, desde la propia experiencia cotidiana y práctica de transformación y resistencia. "Las respuestas a las preguntas sobre el zapatismo no están en nuestras reflexiones y análisis teóricos, sino en nuestra práctica." De nuevo, la teoría como interior. El zapatismo entendió que hay una filosofía que actúa en su historia, pero una filosofía sin filosofía, una filosofía que actúa al nivel de la necesidad de los hechos, imperando así el primado de la práctica y de la asociación de los hombres sobre la teoría.

A continuación, vamos a reproducir palabras de Marcos que, a grandes rasgos, nos muestran los planteos fundamentales del zapatismo como movimiento revolucionario y distinto. La intención es detectar los elementos tétricos necesarios que expresan su práctica para, a partir de ahí, realizar su interpretación de correspondencia con el marxismo.

"…Nosotros somos guerreros. Unos guerreros muy otros, pero al fin y al cabo, unos guerreros. Y los guerreros sabemos pocas cosas. Y entre las pocas cosas que sabemos, sabemos de armas. Así que mejor les voy a hablar de un arma. En concreto, les voy a hablar del arma de la resistencia…

Nosotros, además de guerreros, somos indígenas mexicanos. Vivimos como viven la mayoría de los indígenas en México, es decir, muy mal… Sin embargo, aunque vivimos como la mayoría de la población indígena del país, es decir, en la pobreza, no vivimos igual que la mayoría de la población indígena. Nuestra pobreza es igual a la pobreza de los demás, pero es diferente, es otra pobreza. Nosotros somos pobres porque así lo escogimos. Desde el inicio de nuestro alzamiento nos han ofrecido de todo para conseguir que nos vendamos, que nos rindamos… Pero escogimos no vendernos… porque resulta que nosotros somos indígenas y también somos guerreros. Y los guerreros son guerreros porque luchan por algo. Y nosotros los zapatistas luchamos por buenas viviendas, buena alimentación, buena salud, buen precio para nuestro trabajo, buenas tierras, buena educación, respeto a la cultura, libertad, independencia, justicia, democracia y paz. Sí, luchamos por todo esto, pero para todos, no nomás para nosotros. Por eso nosotros los zapatistas somos guerreros, porque queremos "Para todos todo, nada para nosotros"

Si nos hubiésemos rendidos, si nos hubiésemos vendido, hubiéramos salido de ser pobres, pero otros lo seguirían siendo…Resulta que al ver que no nos rendíamos, que no nos vendíamos, el gobierno empezó a atacarnos para obligarnos a rendirnos y a vendernos. Nos ofrecían muchas cosas: dinero, proyectos, apoyo, y si los rechazábamos, se enojaban y nos amenazaban. Así que entendimos que negándonos a recibir el apoyo gubernamental, resistiendo pues, hacíamos enojar a los poderosos. Y no hay nada que le guste más a un guerrero zapatista que hacer enojar a los poderosos. Así que con singular alegría os dedicamos a resistir, a decir no, a transformar nuestra pobreza en un arma. El arma de la resistencia.

…Claro que no es la única arma que tenemos. Por ejemplo tenemos el arma de la palabra. Tenemos también el arma de nuestra cultura, de nuestro ser lo que somos. Tenemos el arma de la música, el arma del baile. Tenemos el arma de la montaña, esa vieja amiga y compañera que pelea junto nuestro con sus caminos, escondrijos y laderas, con sus árboles, con sus lluvias, con sus soles, con sus madrugadas, con sus lunas… Porque no sólo los zapatistas son guerreros de la resistencia. Hay muchos grupos que también han hecho de la resistencia un arma. Y si vemos el común de todos ellos, veremos en común que no tienen nada en común, que todos y todas son diferentes, son otros. Y esto es precisamente lo que tenemos en común, que somos otros y diferentes. No sólo eso, también tenemos en común que luchamos para seguir siendo otros y por eso resistimos. Y somos otros y diferentes para los poderosos, o sea que no somos como ellos quieren que seamos, sino como de por sí somos. Y el que es como somos notros, lejos de querer imponer su ser al otro o diferente, busca un espacio propio y, al mismo tiempo, un espacio de encuentro…El poder sí quiere que seamos como el quiere que seamos, que nos vistamos según la moda que el dicta, que hablemos como el dice, que comamos lo que el vende, que consideremos bello o hermoso lo que él considera como bello y hermosos, incluso que amemos y odiemos como él establece que sean el amor y el odio. Y no sólo eso, el poder quiere, además, que todo esto lo hagamos de rodillas y en silencio, sin andar dando brincos, sin gritos, sin alzamientos indígenas, bien educados pues. Por eso tiene ejércitos y policías el Poder, para obligar a ser iguales e idénticos, a los que son otros y diferentes.

… O sea que cuando los zapatistas dicen "queremos un mundo donde quepan muchos mundos" no están descubriendo nada nuevo, simplemente están diciendo lo que ya dicen los otros y diferentes que caminan los mundos de abajo. Los zapatistas decimos "yo soy como soy y tú eres como eres, construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedas ser sin dejar de ser tú, y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú…"

Ponencia del Subcomandante insurgente Marcos, Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, México, 26 de octubre de 1999.

Estas palabras, que nos sirven como ejemplo de texto de afirmación del ser latinoamericano, contienen ciertos elementos filosóficos que nos permiten descubrir el resurgir de un pensamiento propio, un "nosotros" que reivindica la naturaleza del ser latinoamericano. Primero que nada, hay que saber cuál es ese nosotros al que se refiere Marcos. Al inicio del texto dice: "Somos indígenas mexicanos" y "pobres". Es decir, dentro de esa toma de posesión de sí, al servicio del cual se pone el despertar de la autoconciencia zapatista, el indio es ese nosotros que permite diferenciarse y adjudicarse sus propias reivindicaciones. No nos están hablando de aquel indígena remotamente pasado de la historia: en lugar de un platónico amor al pasado maya, manifiestan una activa conexión con el indio de hoy. O sea, siente el pasado como raíz, pero esa reivindicación histórica del pasado, no es más que su manifestación de lucha presente: "somos producto de quinientos años de lucha" aparece funcional a los nuevos tiempos.

El zapatismo, pues, está estrechamente ligado al mundo indígena. El rescate del indigenismo es el rasgo más notorio de esta experiencia. Se convoca no ya al proletariado como clase privilegiada, sino a los pobres en general. En la tercera declaración de la Selva Lacandona, de enero de 1995, los zapatistas afirman que "la cuestión indígena no tendrá solución si no hay una transformación radical del pacto nacional, donde la única forma de incorporar, con justicia y dignidad, a los indígenas a la Nación, es reconociendo las característicos propias en su organización social, cultural y política, teniendo en cuenta que las autonomías no son separación, sino la integración de las minorías más humilladas y olvidadas en el México contemporáneo."

Pues bien, hay una afirmación propia que caracteriza al "nosotros" zapatista que es su arraigo indígena y el reconocimiento explícito a su condición de pobres como mayoría nacional. Aquí el planteo es más complejo, porque junto al "somos indígenas y pobres" está el "somos iguales y deferentes", es decir, el reconocimiento de otros grupos que lo que les es común es que son iguales y diferentes. El propio subcomandante Marcos es quien caracteriza esta postura: "La lucha del EZLN no es sólo para los zapatistas, no es sólo para los chiapanecos, ni sólo para los indígenas. Es para los mexicanos todos, para los que nada tienen, para los desposeídos". Es el planteo democrático de la lucha zapatista: "queremos un mundo donde quepan muchos mundos", "para todos todo, nada para nosotros".

Es decir, junto al llamado del "nosotros" hay otro llamado de no imponer ese "nosotros" que define el carácter ilimitado de la afirmación del "nosotros". Aquí quisiera detenerme para replantear las relaciones que surgen entre marxismo y zapatismo, y que desde el texto es más explícito cuando se refiere al "PODER":

Como es de notar, no se proclaman vigentes los dogmas clásicos de la revolución socialista ni se evoca a un proletariado que no existe en los términos en que Marx lo describió en el siglo XIX; se convoca a todos los sectores, en un discurso pluriclasista, para luchar por los pobres que es una categoría más amplia y difusa. Se pretende, en definitiva, derrotar al neoliberalismo desde sus niveles de existencia. La revolución a la que ellos adhieren no define ni concluye con un grupo en el poder, sino en un espacio libre y democrático de lucha política: "No depondremos ni nuestras demandas ni nuestras armas sino son resueltas la Democracia, la Libertad y la Justicia para todos".

"Tener el arma de ser como somos" (nosotros), implica no perder la capacidad de autonomía, de lucha en los niveles más profundos de la sociedad, intervenir en otros aparatos estatales de representación, en atravesar el Estado por medio de la organización de la sociedad civil, etc., sin necesidad de resignar su cultura, su política, su organización social, por la posibilidad de tener el "PODER". La lucha en contra de la dominación, para los zapatistas, supone la eliminación de todo tipo de relaciones de poder (desde abajo). No se busca cambiar un poder por otro, desde arriba. Sin desconsiderar la fuerza que tiene los Estados Nacionales para promover cambios globales y específicos, la iniciativa del zapatismo viene dada por su posibilidad de cambio desde los niveles más bajos de la estructura social. Aquí se encuentra el reintegro ilimitado a un marxismo que sólo miró a las jerarquías mayores de poder y que nos lleva a preguntarnos sobre la problemática del Estado muchas veces ocultada por cierto marxismo: el papel del Estado para organizar la dominación de los sectores dominantes y, simultáneamente, como desorganizador de las clases populares.

"Resistir", pues, es una de las otras categorías esenciales que pone de manifiesto el zapatismo para con el Estado. Resistir al Poder, a los poderosos, a los aparatos represivos e ideológicos para provocar un cambio desde las entrañas del capitalismo. En fin, he querido rescatar, a través de aquel texto de Marcos, algunas categorías que hacen al desarrollo de un pensamiento y una práctica que involucra a un "nosotros" como posibilidad de condición de una filosofía zapatista y que, por otro lado, hacen ver las posibilidades de un reintegro desde la rectificación del marxismo desde el zapatismo. Rectificación que implica releer, replantear, reformular la teoría marxista para permitirle su propio carácter ilimitado del que fuera preso por las más que inoportunas concepciones dogmáticas dentro del marxismo. Esta ponencia, que se nos presenta como texto inaugural de una filosofía propia, contiene los elementos teóricos necesarios que expresan la práctica del zapatismo como primera condición de interpretación personal. Después, podemos rescatar esos elementos para, fuera de interpretaciones ideológicas formales, repensar un marxismo en crisis que abre las posibilidades de su propia eterna vida en el mundo de los mundos.

¿Era Marx marxista? ¿Es Marcos Zapatista en el mismo sentido del que Marx fuera marxista? Claro que no. El zapatismo y el marxismo no son la inspiración ideológica exclusiva para actuar sobre la realidad. El marxismo, más que una ideología es una ciencia, un continente científico inacabado que permite la introducción de nuevos temas para su propio enriquecimiento. Es una de las exigencias del zapatismo y del propio marxismo permitir la divergencia de caminos y direcciones del conocimiento sin necesidad de proclamarse zapatista o marxista a la hora de poder transformar la realidad. La misma realidad nos muestra los riesgos de plasmar una ideología fuera de particularidades e interpretaciones propias. Aquel "nosotros" zapatista es para decir que también hay muchos "otros", que también existen otros mundos y que la condición de ese "nosotros" es sólo a condición de que existan "otros". La diferencia y la igualdad, lo común y lo distinto, los de abajo distintos y los de arriba distintos, en fin, "para todos todo".

¿Qué conclusión podemos extraer de la lectura que hace el zapatismo de su propia práctica para nosotros comprender a Marx y al propio zapatismo? ¿Por qué el marxismo es un conocimiento infinito, un continente inacabado de la ciencia? La teoría marxista, en su forma de funcionamiento, en su manera científica de enfrentar las ideologías, está destinada a plantear permanentemente problemas para producir continuamente nuevos conocimientos. Es decir, el marxismo es una teoría de la historia que pretende ofrecer a la vez una historia de la teoría. La concepción de Marx, en cuanto a las condiciones de sus propios descubrimientos intelectuales (aparición de determinadas contradicciones de clase) no tenía nada de complacencia definitiva, como si la verdad fuera a ser garantizada por el tiempo, como si su doctrina fuera a permanecer inmune. Las críticas que provienen de algunos sectores intelectuales marxistas nos muestran los límites en el que ha entrado la obra de Marx y ha sido puesto más tarde por sus fanáticos continuadores. Cabría entonces preguntarnos sobre esta superación de los límites marxistas efectuados no sólo desde la práctica del zapatismo, sino también por su práctica teórica específica. Evidentemente, son más las preguntas que las respuestas. Marcos plantea así toda posibilidad de superación: "Tenemos más preguntas que respuestas".

Sin duda que el zapatismo propone un tipo de lectura filosófica completamente trascendental para el futuro del marxismo. He aquí la posibilidad de no permanecer ciegos a la imposición de una mirada sobre la realidad que se nos ofrece como verdadera. He aquí la necesidad de una rectificación para reivindicar una lectura y una mirada profunda, sensible e ilimitada. He aquí por qué el zapatismo es un movimiento verdaderamente revolucionario que propone un posicionamiento teórico latinoamericano. Toda la grandeza del zapatismo depende de ese desprendimiento de los límites del marxismo que, con su práctica, ha superado y ha sabido afrontar. De más está decir el valor político que esta experiencia tiene para la conformación de un sujeto e identidad de un pensamiento puramente latinoamericano.

"Porque resulta que somos los mismos porque somos diferentes. Somos los mismos perseguidos, los mismos despreciados, los mismos golpeados, los mismos asesinados. Y no son los nuestros los que nos persiguen, desprecian, golpean y asesinan. No son los otros de abajo. Es el Poder y sus hombres. Y nuestro delito no es robar, golpear, asesinar. Ni tampoco nuestro delito es ser otros y diferentes. No, nuestro delito es serlo y estar orgullosos de serlo."

Por Diego Tagarelli


En Globalización: Diego Tagarelli

Junio 2009 Estado, Poder y Socialismo en América Latina (parte II)

Mayo 2009 Estado, poder y socialismo en América Latina (Parte I)

Marzo 2009 Crisis, cultura popular e ideología

Feb 2009 Crisis y poder en América Latina: Reconfiguración de las clases sociales frente al imperialismo decadente

Enero 2009 Bolívar: Pensamiento anticolonialista del continente criollo

Dic 2008 El submundo del capitalismo y los falsos intelectuales en Argentina

Oct 2008 12 de octubre 1492: Los orígenes del sometimiento colonialista en América Latina

Sept 2008 Movimiento Nacional: Unidad y ruptura en la política nacional argentina

Agosto 2008 La renta agraria: Entre los grandes terratenientes, los pools de siembra y el Estado nacional

Mayo 2008 Globalización y cultura nacional en la Argentina



(Volver a página inicial)