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Marzo 2010

Desde la caída del Muro de Berlín a la Crisis económica Internacional

-Cambios y sucesos en el Sistema Mundial-

Renee Isabel Mengo.

ECI-UNC

Presentación

El Muro de Berlín es considerado como la expresión de la Guerra Fría, la división de Europa y el mundo en dos bloques completamente enfrentados, así como el temor a la destrucción nuclear. Su caída fue vista como símbolo del fin de la era bipolar, de los enfrentamientos ideológicos, de la caída del comunismo. Se paso a un nuevo mundo, regido por nuevas reglas, nuevos retos y esperanzas. El comienzo de un periodo de transición para la economía mundial y la consolidación de viejos problemas como la pobreza, las guerras étnicas y las desigualdades.

Lejos del "fin de la historia", lo que se produjo fue un descongelamiento de conflictos y reivindicaciones de antigua data sumados a otros nuevos. Mas allá del triunfo indiscutido de un capitalismo virtuoso y homogéneo, lo que comenzó a ocurrir fue un gigantesco movimiento de capitales, la expansión del comercio global y la formación de nuevos bloques económicos regionales, lo que colocó a las economías nacionales frente a distintos desafíos de adaptación.

A partir de entonces el orden global es totalizante, lleva implícita la posmodernidad, entendida como la revolución de la modernidad. Se originó en tres causas: aumento geométrico de la población; ocupación del planeta por esa población creciente; avance científico y tecnológico, de manera especial en informática y telecomunicaciones. La revolución digital es un fenómeno importantísimo en la globalización, la velocidad de la información, la posibilidad del conocimiento y de la información accesible a todos indican un proceso de democratización global. Es algo que comenzamos a vivir pero que ha cambiado socialmente el acceso a la educación y al conocimiento. La acompaña la geopolítica, ciencia de Estado que muestra las relaciones de poder que se dan entre las naciones.

Los procesos de globalización, supra-regionalización, continentalización y localización cuestionan la realidad del mundo moderno y generan un nuevo mundo todavía en estado virtual. Está cuestionada la organización del mundo en tres niveles espaciales: internacional, nacional y local. Asimismo, están cuestionados y en crisis los componentes políticos del mundo moderno: el Estado-nación y el sistema político nacional, el sistema interestatal internacional y la Organización de las Naciones Unidas, expresado en formas históricas. En realidad todos los componentes de lo político, bajo cualquiera de sus formas organizativas, se encuentran cuestionados: actores, prácticas, doctrinas, reglas, organizaciones, objetivos, entre otros. Los cuatro procesos mencionados, a la par del cuestionamiento, están generando un nuevo mundo organizado en cuatro niveles: global, supra-regional, nacional y local, esto es un nuevo sistema mundial de cuatro niveles espaciales.

Las tendencias actuales marcan que los nuevos parámetros de relacionamiento; las nuevas variables de análisis deben considerar características que se dan, no en el eje estratégico-militar, como ocurrió durante la guerra fría -e incluso puede darse en algún futuro nuevo sistema- sino en el eje económico que privilegia segmentos como el financiero (inversiones y endeudamiento; flujo de capitales, etc.); comercial (mercados, configuración de conglomerados geo-económicos); el industrial (decadencia de procesos industriales y emergencia de novedosos); y científico-tecnológico (eje paradigmático, ya que maneja las pautas de funcionamiento del resto, incluso de la producción y tipo de armamentos).

El fin de la bipolaridad no condujo a un mundo unipolar hegemonizado por una sola superpotencia, pero tampoco a un mundo multipolar sin conflictos hegemónicos, si a un nuevo sistema mundial.

Al optimismo inicial de una fase ascendente y expansiva de la globalización durante los años 90, le siguieron sucesivas crisis globales, fragmentación y nuevas amenazas, como el estallido de la crisis económica desde 2008 a la fecha que con la vulnerabilidad que caracteriza a la etapa global, no encuentra las alternativas para su superación.

La presentación trata de mostrar los cambios en el Sistema Mundial desde el contexto, visión teórica y acontecimientos que en el periodo señalado se suscitaron.

Marco teórico

La Caída del Muro mostró que la democracia no es perfecta, pero que es el sistema que protege y garantiza los derechos fundamentales de los ciudadanos; fue el fin de la utopía comunista.

El mundo global naciente del siglo XXI es un orden político tanto como una forma de economía o de cultura dominadas por el mercado. Como otras formas anteriores de orden mundial, involucran nuevas formas de Estado, más bien que una negación general de ellas. Se puede decir que es el desarrollo de nuevas relaciones estatales, de nuevos modos de violencia y de nuevas formas estatales lo que está definiendo al sistema internacional como una época distinta e interdependiente.

Para comprender el impacto de la era global en el Sistema Mundial, los autores Keohane y Nye (1989), desarrollaron una postura teórica de cómo analizar los procesos de “interdependencia” que se dan en el mundo actual. Esta teoría se basa en ofrecer una alternativa a la visión llamada “realista”, la cual se basa en que los asuntos militares y de seguridad nacional son los que priman en la agenda de relaciones internacionales. No hay una clara priorización de los asuntos por tratar dentro de una arena particular de política. Hay múltiples canales de comunicación por actores gubernamentales y no gubernamentales. El proceso político en la “interdependencia compleja” es, precisamente, más complejo.

En una visión realista, el ligamen estratégico de los asuntos por tratar quedaría sujeto a los intereses de los países más poderosos que tienen más poder y capacidad de uso de fuerza, bajo el principio de la “seguridad nacional”. Por el contrario, en el caso de la interdependencia compleja, los distintos asuntos restan la capacidad del uso de la fuerza y su ligamen estratégico es menos evidente.

Los citados autores argumentan que el realismo se fundamenta en tres supuestos y que el concepto de interdependencia compleja los supera. Estos supuestos son:


    los Estados son unidades coherentes y de tal manera los actores dominantes en la política global; la fuerza (o la amenaza con la fuerza) es un instrumento político posible de usar y efectivo; existe una jerarquía de asuntos políticos globales de los cuales la seguridad militar siempre está al tope de la lista; en otras palabras, la alta política de la seguridad militar domina la baja política de asuntos sociales y económicos.

La interdependencia compleja, contrariamente, se caracteriza por:

  • La existencia de múltiples canales de contacto entre sociedades, en vez de sólo las entre las oficinas de asuntos exteriores, incluyendo relaciones informales entre elites gubernamentales y los arreglos formales al nivel de las oficinas de asuntes exteriores (relaciones bilaterales); relaciones informales entre elites no gubernamentales (relaciones trans-gubernamentales) y organizaciones transnacionales (relaciones transnacionales). Las relaciones bilaterales son las que supone el realismo; las relaciones trans-gubernamentales se distancian del supuesto realista de que los Estados son unidades coherentes; y las relaciones transnacionales se distancian del supuesto realista de que los estados son unidades únicas.

  • La agenda de las relaciones bilaterales no sólo se trata de la seguridad militar sino que consiste en múltiples asuntos. Además, no tiene una jerarquía consistente y no sólo surge de la oficina de asuntos exteriores, sino de la participación política de múltiples actores.


  • La fuerza militar no se suele usar entre gobiernos dentro de una región o para resolver ciertos asuntos (económicos o sociales), aunque sí se utiliza, lamentablemente, entre gobiernos de diferentes regiones o para resolver asuntos específicos (como la guerra en Irak).

La interdependencia compleja es un fenómeno que se presenta de manera creciente en los diferentes regimenes internacionales, pero no en todos y no en todos de la misma intensidad. Los factores que explican el desarrollo hacia un mundo más y más caracterizado por interdependencia compleja son: el papel disminuyente de la fuerza militar en el mundo; el hecho de que hoy en día la política internacional se caracteriza por múltiples asuntos que no están organizados jerárquicamente; y la existencia de múltiples canales de contacto entre sociedades.

Si bien a partir de la formulación de la teoría de la Interdependencia Compleja, se puso en discusión al Estado como actor central de las relaciones internacionales, al incorporar a otras instituciones –corporaciones transnacionales, instituciones intergubernamentales, organizaciones no gubernamentales, etc.- que influyen sobre las acciones y toma de decisiones estatales, sigue siendo el Estado el principal actor dentro del sistema internacional, aun no se ha creado una nueva institución. Pero evidentemente, a pesar de las críticas que se le realizan al Estado en este mundo “globalizado”, como el culpable de muchos de los males que aquejan a las economías nacionales –Consenso de Washington-, sigue siendo el Estado el que formula las políticas sociales, de desarrollo y exteriores para su sociedad, y es quien da las respuestas ante los ciudadanos que reclaman día a día por las consecuencias de la aplicación de políticas económicas impuestas desde los foros internacionales, cuyo impacto en el ámbito social demostraron ser profundamente inequitativas y excluyentes.

Según Keohane y Nye, el liderazgo es necesario en la ausencia de autoridad delegada, lo que considera la situación más probable en la política internacional. El liderazgo internacional se puede basar en hegemonía (dirigir y mandar), unilateralismo (ir de primero) o multilateralismo (inducir). El liderazgo internacional basado en hegemonía se da cuando un Estado sea suficientemente poderoso para mantener las reglas esenciales para gobernar relaciones entre Estados y tiene la voluntad de hacerlo. Este tipo de liderazgo puede representar un bien público (responsabilidad) o un bien privado (protección de los intereses del hegemono). El liderazgo unilateral es aquel que da un ejemplo al resto del mundo dado que por su tamaño e importancia, las acciones de un Estado poderoso puede determinar los regimenes que gobiernan las relaciones internacionales. El tercer tipo de liderazgo, el multilateral, se basa en acciones para inducir otros Estados a contribuir a la estabilización de un régimen internacional. En situaciones de interdependencia compleja, donde el liderazgo es non-hegemónico, se requiere un liderazgo unilateral o multilateral. Según los autores, hoy en día, sólo se puede escoger entre estos dos tipos de liderazgo, o sea el liderazgo necesariamente es non-hegemónico, y por ende, es unilateral o multilateral, o no hay liderazgo efectivo.

En cuanto al establecimiento de la agenda se da por muchos factores políticos, por ejemplo, presiones domésticas o internacionales relacionadas con el crecimiento económico, cambios tecnológicos etc. Los grupos de presión a lo interno o externo de un país determinan en muchos casos la agenda por tratar.

Con respecto a los contactos transnacionales y transgubernamentales se consideran que, los asuntos trascienden el ámbito de las agencias oficiales de asuntos exteriores de los Estados Nacionales y se recurre a mayores contactos entre burocracias, grupos empresariales, transnacionales etc.

Por último, el rol de las organizaciones internacionales toman mayor relevancia en la medida que crean la institucionalidad internacional sobre diversos asuntos (económicos, ambientales, territoriales, marítimos, etc.). Esto, además, da la oportunidad a los Estados más débiles de poder encontrar un “foro” donde establecer presión sobre asuntos de su interés, como el caso de la Asamblea General de la ONU, donde no hay un voto ponderado por país (como es el caso del FMI).


La Interdependencia, en su definición más simple, significa dependencia mutua. En política mundial, interdependencia se refiere a situaciones caracterizadas por efectos recíprocos entre países o entre actores en distintos países. Keohane y Nye utilizan el término interdependencia en el sentido de integración, ya que las relaciones de interdependencia siempre implican costos, dado que la interdependencia reduce la autonomía; pero es imposible determinar a priori si los beneficios de una relación serán mayores que los costos. Esto dependerá tanto de los valores que animen a los actores como de la naturaleza de la relación. Por lo que es indispensable la prudencia ante la perspectiva de que la ascendiente interdependencia estaría creando un nuevo mundo feliz de cooperación que reemplazaría al viejo y deficiente mundo de los conflictos internacionales.

Contexto

Inmediatamente a la caída del muro de Berlín y del colapso soviético, Estados Unidos de Norteamérica en la persona de George Bush (padre), anunciaba la creación de un “nuevo orden mundial”. Aparentemente se intentaba ver la reacción internacional que producía esa figura, situación que provocó resquemor en Europa, donde se avanzaba en convertir a la Comunidad Económica a Unión Europea, fuerte desde el punto de vista económico y político y la instauración de la moneda única, el euro. Bajo este contexto, en 1992 se ratifica el Tratado de Maastricht o Tratado de la Unión Europea (TUE) en él que se definen tres pilares constitutivos del bloque: el pilar central comunitario sobre integración económica, el segundo pilar de Política Exterior y de Seguridad Común, y el tercer pilar de justicia y asuntos internos (Barbé, E 2005). Con el Tratado de Maastricht se apunta a una visión comunitaria de los asuntos de la Unión, pero así mismo se develan diferencias al interior de esa misma idea de construcción de una Europa comunitaria, creando dentro del mercado una nueva zona fuerte capaz de competir con los Estados Unidos de Norteamérica.

Esta reacción obligó a cambiar la estrategia triunfalista, y lanzar la idea de la globalización, que resultaba más neutra y menos alarmante. Pero en realidad se trata de un nuevo orden mundial, y donde hay un orden existe un ordenador. Es también una ideología y como toda ideología se refiere a la política.

En la década de los noventa del siglo XX entró en crisis el sistema de Estados que emerge en Westfalia en el XVII, y se inicia un proceso de transición que se caracteriza por la puesta en cuestión del principio de soberanía y el ascenso de la convicción de la necesidad de intervención de la comunidad internacional en el ámbito interno de los Estados. Pero esta intervención, por razones de genocidio, crisis humanitarias o agresión internacional, implica simultáneamente la necesidad de más liderazgo global, instituciones mundiales efectivas y mayor cooperación internacional.

La década de 1990 estuvo lejos de ser la de paz que pareció anunciar el fin de la Guerra Fría. Vieron por el contrario tan rápida expansión y transformación de los conflictos que hizo que se hablara de “nuevas guerras” (Kaldor, 1997). La cuestión clave para el análisis contemporáneo es la de hasta qué punto estas guerras fueron efectos a corto plazo de la transición de 1989-1991, y en qué medida reflejan características estructurales más profundas de las relaciones estatales en la era global. Está claro que la desintegración de los Estados multinacionales soviético y yugoslavo en 1991 ha sido ocasión de una serie de movimientos bélicos en el Cáucaso, Asia Central y los Balcanes, que continúan después de terminada la década. Aunque estas guerras han sido representadas como civiles y, más precisamente, como interétnicas, involucran en su mayor parte conflictos respecto a qué elites controlarán qué Estados sucesores y qué territorios. Involucran formas exageradas de problemas generales de la transición de una industria controlada por el Estado a las relaciones de mercado, por todas estas regiones ex-comunistas. Generan y movilizan al mismo tiempo formas extremas de la criminalización general de la economía en estas regiones.

La transición a un mundo global ha sido terminada solamente en un sentido restringido. Con el colapso del bloque soviético, ya no hay un centro de autoridad y poder mundiales alternativo, potencialmente igual. En otros sentidos, la transición es, empero, profundamente incompleta: tiene un carácter marcadamente inacabado, contradictorio e inestable. Las relaciones globales de autoridad están centradas formalmente en un conjunto de instituciones fundamentalmente débil, en el sistema de las Naciones Unidas, con una muy limitada legitimidad en la sociedad mundial, limitada autoridad sobre los centros nacionales de poder estatal, y recursos y capacidades limitados para formular normas y políticas globales (por no hablar de poder de coacción para su aplicación). La autoridad global depende excesivamente del Estado Occidental, y más particularmente de los Estados Unidos de Norteamérica y está mediada decisivamente por las políticas interestatales e intraestatales del Occidente. Muchos Estados fuera de éste se encuentran integrados de manera relativamente débil en las instituciones estatales globales y occidentales (y algunos en la sociedad mundial). Las relaciones estatales globales a finales del siglo XX representaron manifiestamente, un marco relativamente débil, inestable y variable para la sociedad global.

    El fin de la guerra fría y sus repercusiones en el mundo

El derrumbe de la Unión Soviética (URSS) dejó a los Estados Unidos como la única superpotencia mundial. La victoria en la guerra fría borró los recuerdos de la derrota en Vietnam. En adelante, Washington ejercería el papel de "gendarme mundial" sin miedo a la concurrencia de otra superpotencia.

1. Etapa Multilateral

El "unilateralismo" y "multilateralismo" son conceptos referidos al conjunto de políticas que un Estado adopta en el escenario internacional y que bien puede ejecutar a través de los principios y mecanismos establecidos en el derecho internacional público: "multilateralismo", o mediante la voluntad del propio estado sin someterse a restricciones externas: "unilateralismo". Por su parte, el "unipolarismo" y "multipolarismo" son conceptos sistémicos referidos a la distribución del poder en la esfera mundial y que describen un escenario en el que rige la hegemonía absoluta de un solo estado: "sistema unipolar", o donde ningún país ostenta el predominio total sobre las demás naciones: "sistema pluripolar" (García, A., y Conde, E 2001).

Se puede caracterizar la situación del sistema internacional de la década de los noventa como “unipolar y multipolar”. Estamos en un mundo unipolar en términos de un poder hegemónico con supremacía militar-estratégica global, los Estados Unidos de Norteamérica. Estamos en un mundo multipolar en materia económica, debido a que Estados Unidos comparte su primacía con la Unión Europea y la región de Asia Pacífico liderada por Japón, conformando así lo que ha dado en llamarse la Tríada económica.

El fin de la Guerra Fría y el abandono del paradigma Este-Oeste nos indicaban dos perspectivas. Una primera cuestión de orden sistémico estructural y una segunda de índole política. Con respecto a la primera, se debe señalar que el sistema bipolar diseñado y legitimado en la Conferencia de Yalta ha desaparecido. Respecto a la segunda que el uso o recurso de amenaza de utilización de la fuerza como instrumento político seguía vigente. El fin de la Guerra Fría no indicaba el fin de la Guerra.

En el ámbito de la economía mundial, las transformaciones estructurales operadas en los países industrializados hacia la especialización y la concentración de actividades productivas con alto componente científico y tecnológico han acelerado la construcción de tres grandes bloques regionales, polos comerciales o megamercados que giran alrededor de un centro dinámico. América del Norte alrededor de los Estados Unidos. La Unión Europea alrededor de Alemania y la región del Sudeste Asiático o Cuenca del Pacífico con centro en Japón en lo tecnológico y China en lo comercial.

Para Europa, el unilateralismo estadounidense es producto del desequilibrio de poder que surgió tras la caída del bloque soviético, por lo que el multilateralismo es necesario para restaurar la distribución de poder, lo cual se expresa en su compromiso a favor de la gobernabilidad del sistema internacional y fortalecimiento de las instituciones multilaterales al servicio de un mundo pluripolar. Precisamente, el reto de Europa, Asia y América Latina ha sido desafiar el sistema unipolar mediante la conformación de bloques políticos y económicos, y utilizando mecanismos multilaterales para promocionar un sistema pluripolar.

El fin de la Guerra Fría, por tanto, es un hecho que no se puede desvincular del proceso de transformación estructural de las economías centrales. La globalización de la economía-mundo, bajo el orden interdependiente (Keohane y Nye) implica el fortalecimiento de las estrategias centrales para su consolidación y el fortalecimiento de un diálogo centro-centro. A lo que debe sumarse la aplicación sistemática de políticas de cooptación del centro hacia la periferia, encargadas de crear la homogeneidad ideológica necesaria sobre la que actúa el neoliberalismo.-

La consecuencia principal de ese cambio fue la formación de un “nuevo sistema mundial”, evidenciada por el unilateralismo político-militar estadounidense, disfrazado de multilateralismo, a través de las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas - incapaz de asegurar y garantizar la paz, teniendo una actuación de carácter más legitimador. La euforia de la Posguerra Fría también estimuló la proclamación del triunfo de la economía de mercado y de la exaltación del ideario reformista neoliberal, supuestamente más ajustado a las demandas de este nuevo orden global. Otra consecuencia fue el alzamiento de nuevos liderazgos regionales, como Alemania, Japón, China - y otros países más, de acuerdo con el punto de vista - que permanecían políticamente menos activos y ahora, dentro de la realidad del predominio del poder económico sobre el ideológico-militar, alcanzaron una proyección más acentuada en el contexto internacional.

El nuevo orden internacional, pos Guerra Fría, aunque sea considerada "multipolar", es evidentemente marcada por el predominio hegemónico estadounidense, en que el poderío militar, con el colapso del comunismo - que proporcionó el triunfo fundamental en el frente ideológico - se ha sumado al ciclo de prosperidad económica de este país. El marco de ese "nuevo" liderazgo norteamericano definitivamente se dio durante los precedentes a la guerra del Golfo, con las gestiones de Estados Unidos junto a las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad. Desde entonces, este país pasó a ser el centro del poder político y económico mundial. Como consecuencia es allí dónde se toman la mayor parte de las decisiones que afectan al resto del mundo. Esto ilustra muy bien una de las características de la globalización neoliberal, la excesiva concentración de poder económico y político en manos de pocos actores - y principalmente en un país - y la asimetría de la concentración espacial del mismo en pocos locales. Entre los hechos destacados de esta etapa figuran:

Medio Oriente

- La Guerra del Golfo Pérsico de 1990-1991: fue el primer gran conflicto de la nueva era y puso de relieve también algunas de las claves del nuevo orden internacional, como el surgimiento continuo de nuevas amenazas a la paz, la creciente contraposición entre el mundo musulmán y el occidental, así como la hegemonía político-militar de los EEUU. El conflicto fue en buena medida hijo de la larga guerra entre Irak e Irán (1980-1988), en el que el país gobernado por Sadam Hussein había sido utilizado tanto por Occidente como por la URSS como dique de contención del fundamentalismo islámico encarnado por Jomeini. La necesidad de reconstruir su país y de sostener al enorme ejército llevó a Hussein a la invasión de su pequeño vecino, en realidad una antigua provincia iraquí, sin contar con una respuesta militar occidental que hubiese resultado imposible en la lógica de la guerra fría. Sin embargo, a la generalizada condena suscitada por la violación de la legalidad internacional se sumó la enorme importancia de Kuwait como productor de petróleo (entre Irak y Kuwait sumarían el 20% de las reservas mundiales) y la fortaleza que podía alcanzar Irak como potencia regional en una zona tan sensible como la del Golfo Pérsico. El resultado fue la intervención militar de los EEUU y sus aliados, apoyada por la ONU y con la inhibición de la tambaleante Unión Soviética. De esta manera parecía asentarse este nuevo orden mundial basado en la hegemonía americana.

Tras un intensísimo bombardeo iniciado el 15 de enero de 1991 cuando concluía el ultimátum lanzado por la ONU, las tropas de la coalición liberaron con gran facilidad el territorio kuwaití. Para la sorpresa de muchos, las tropas norteamericanas no continuaron su camino hacia Bagdad y permitieron que Saddam continuara en el poder. El 28 de febrero se acordó un alto el fuego en un conflicto inacabado que no iba a concluir aquí.

El mundo musulmán ha sido desde entonces uno de los principales focos de conflicto y tensiones internacionales. De una manera esquemática se puede señalar:


    -La continuidad del conflicto entre israelíes y palestinos, con la intifada, el terrorismo islamista de Hamás, el terrorismo de Estado israelí, los asentamientos judíos, los muros de separación. Un conflicto con una enorme repercusión simbólica en los países árabes y musulmanes, que presencian como Israel viola sistemáticamente los derechos humanos más elementales y las resoluciones de la ONU gracias al respaldo de EEUU y la pasividad occidental.

    -La situación de Afganistán, marcada por la imposición del régimen talibán, la guerra civil crónica y las divisiones étnicas, hasta llegar a la invasión estadounidense desde el 2001 al presente. En este país se encuentra una de las claves del auge del fundamentalismo islámico y del terrorismo de Al-Qaeda, cuyas raíces están en las guerrillas anticomunistas financiadas por EEUU en los años ochenta, en las que combatieron numerosos voluntarios de otros países musulmanes.

    -Muy estrechamente vinculado a los aspectos anteriores, así como al ejemplo de la Revolución Islámica de Irán, está el fuerte desarrollo del integrismo y el fundamentalismo islámico. Junto a las redes terroristas islamistas de carácter internacional, hay que destacar la fuerza de estos movimientos en el Norte de África (Hermanos Musulmanes en Egipto, Frente Islámico de Salvación en Argelia) y en Oriente Medio.

    - El proceso de paz árabe-israelí. Tras el estallido de la Intifada (revuelta palestina contra la ocupación israelí) en 1987 en Gaza y Cisjordania, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su líder Yasser Arafat consiguieron consolidarse en la dirección de la resistencia palestina.

    En ese contexto, se reunió el Consejo Nacional Palestino en Argel en 1988 y acordó la proclamación de la independencia del Estado Palestino, aceptando el acuerdo de la ONU de noviembre de 1947 que decidió la partición de Palestina en dos estados, lo que implicaba el reconocimiento del Estado de Israel. Gorbachov había recibido a Arafat en abril de 1988 y le había solicitado que tomara en consideración "los intereses de la seguridad de Israel".

    El fin de la guerra fría facilitó que EE.UU. y la URSS convocaran una Conferencia sobre la Paz en Oriente Próximo en Madrid en octubre de 1991. En la capital de España se abrió un difícil proceso de paz basado en el principio de "paz por territorios".

Tras arduas negociaciones secretas en Oslo, en septiembre de 1993 se firmó en Washington la "Declaración de principios sobre los arreglos provisionales de autonomía" que daba el pistoletazo de salida a un proceso de paz que desgraciadamente terminará fracasando.

Europa

En Europa, el fin de la guerra fría provocó básicamente dos reacciones contrapuestas:

    • En el occidente se acentuaron los procesos de integración. Tras la firma del Acta Única en 1986, los doce países asociados en la Comunidad Económica Europea (CEE) firmaron el Tratado de Maastricht de 1992 que daba nacimiento a la Unión Europea. Tres años después la Unión se ampliaba a Suecia, Finlandia y Austria.

    • Mientras en la Europa central y oriental, el derrumbamiento de los sistemas comunistas y de la URSS abrió un período de disgregación política.

- Guerra de Yugoslavia

En algún caso fue un proceso pacífico como el "divorcio amistoso" entre la República Checa y Eslovaquia en 1993; en el caso de Yugoslavia abrió un proceso desgarrador que trajo de nuevo la guerra a Europa tras un período de paz iniciado en 1945.

La caída del régimen comunista organizado por Tito despertó los enfrentamientos nacionalistas entre los pueblos de la Federación Yugoslava. La política ultranacionalista del líder comunista serbio Slobodan Milosevic produjo la reacción de las otras repúblicas yugoslavas.

Así en 1991, Eslovenia y Croacia declararon su independencia lo que provocó una cruenta guerra entre serbios y croatas.

La situación se hizo aún más dramática cuando un año más tarde la guerra se trasladó a la vecina Bosnia-Hercegovina. El conflicto étnico entre serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes trajo de nuevo a Europa los fantasmas del nacionalismo radical y la "limpieza étnica".

Otro notable foco de conflictividad ha estado vinculado al hundimiento del sistema comunista y de la Unión Soviética, origen de una situación de desestabilización y conflictos armados en los Balcanes, el Cáucaso y el Asia Central. La desintegración de la antigua Yugoslavia y los nacionalismo étnicos enfrentados en la zona han dado lugar a la guerra entre Croacia y Serbia/Yugoslavia, iniciada en 1991 y extendida luego a Bosnia-Herzegovina (1992-1995), y posteriormente a la guerra de Kosovo (1998-1999), conflictos marcados por la extensión de una brutal táctica de “limpieza étnica” y la desafortunada intervención occidental. En la zona del Cáucaso hay que señalar en primer lugar el conflicto de Chechenia (entre separatistas chechenos y tropas rusas), pero también los de Georgia, Armenia/Azerbaiyán, etc., mientras que en las repúblicas de Asia Central (Tayikistán, Uzbekistán) existe una situación de gran inestabilidad por las tensiones políticas y étnicas. En estas zonas de la antigua URSS las divisiones étnicas y la tendencia heredada al autoritarismo político se unen a la extensión del fundamentalismo islámico.

Otras zonas del mundo

Hay que destacar la grave situación de África, marcada por la miseria, los enfrentamientos étnicos y las guerras. Si bien algunos conflictos ligados a la guerra fría pudieron solucionarse en los años noventa (Angola, Mozambique, hasta cierto punto Sudáfrica), se desataron otros étnicos y faccionales (Ruanda y región de los Grandes Lagos, Congo, Somalia, Liberia, Sierra Leona, Sudán); continúa estancado, aunque apagado por una larga tregua, el problema del Sáhara Occidental. En la mayor parte del África subsahariana la guerra, la enfermedad (con la extensión pandémica del sida) y el hambre forman un círculo vicioso difícil de romper, que condena a la miseria y la muerte a millones de africanos.

Por otro lado, conflictos localizados como la brutal guerra entre las comunidades Hutus y Tutsis en Ruanda y Burundi (1990-1994) hacen patente las dificultades de la comunidad internacional y la ONU para instaurar un "nuevo orden mundial" que permitiera avanzar hacia un futuro basado en el respeto de los derechos humanos, la solidaridad internacional y los valores democráticos.

        Conflictos durante el Siglo XXI

Etapa Unilateral

La corta historia de este siglo XXI, está marcada en todo el mundo por los ataques terroristas de 2001 en Estados Unidos. Europa no se ha librado de las consecuencias de este hecho con el ataque en Madrid 11 de marzo de 2004 y en Londres el 7 de julio de 2005.

El 11 de septiembre de 2001, las torres gemelas y el Pentágono, epicentros financieros y militares de Estados Unidos respectivamente, fueron derribados por aviones secuestrados por terroristas de Al Qaeda, bajo el liderazgo de Osama Bin Laden. El mayor impacto de estos ataques fue a nivel simbólico pues no solo pusieron en entredicho la inquebrantable seguridad y supremacía

norteamericana, sino que también alertaron a Europa sobre los actos terroristas que sobrevendrían a los países de la UE, por su cercanía política y militar con los EUA. Así, las inevitables consecuencias de las dinámicas de globalización y un evidente nuevo contexto de seguridad, caracterizado por la percepción de amenazas globales como el terrorismo, el desbordamiento nacional de conflictos civiles, las redes globales de crimen organizado, etc., fomentó un amplio consenso al interior de la UE para reformular su Política Exterior y concretar de una vez por todas una estrategia común, que definiera el alcance de la acción exterior europea en el mundo.

El fin del sistema bipolar ocurrido tras el desmembramiento del bloque soviético a principio de los noventa, le proporcionó a Estados Unidos un poder absoluto en el escenario mundial. No obstante, ser la potencia mundial en un sistema ciertamente unipolar no significó la adopción automática de una política unilateral. El gobierno de Bush padre, así como la administración Clinton durante su primer periodo, asumieron cierto tipo de multilateralismo con sus aliados de Europa, Asia y América en el orden económico y de seguridad que le sirvió para resguardar sus intereses hegemónicos. La culminación de las negociaciones para la conformación de la Organización Mundial de Comercio y la ratificación de los acuerdos alcanzados en la Ronda de Uruguay así como la coalición de fuerzas internacionales que expulsaron a Saddam Hussein de Kuwait y la firma del tratado de prohibición de pruebas de armas nucleares, se desarrollaron en el marco de una política multilateral que jamás puso riesgo el
predominio mundial de Estados Unidos. Como sostiene, (Van Oudenaren, 2004), las políticas de Bush padre y Clinton en su primer período "reflejaron la tendencia hacia el multilateralismo al servicio de la unipolaridad."

Sin embargo, durante el segundo mandato de Clinton, el multilateralismo de Washington comenzó a experimentar una creciente competencia por parte de sus más cercanos aliados, que a través de iniciativas multilaterales junto a organizaciones no gubernamentales y grupos de interés introducían nuevas restricciones a su poder absoluto. Según el último autor citado, el momento clave que identifica el cambio del multilateralismo hacia el unilateralismo que la administración Bush (hijo) profundizó con su doctrina de guerra preventiva, fue el proceso que lideró el gobierno canadiense junto a diversos actores internacionales para la firma del tratado de prohibición de minas en diciembre de 1997 sin ofrecer la posibilidad de presentar excepciones o reservas tal y como lo había solicitado Estados Unidos para la península coreana. Lo mismo ocurrió cuando Washington debió firmar el tratado para el establecimiento de la Corte Penal Internacional sin las excepciones que solicitó para los países
miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, provocando así la ira de la derecha reaccionaria estadounidense que vio en estos acuerdos - y en el multilateralismo en general - una forma de restringir el poder absoluto de Estado Unidos. Atrapado entre los principios multilaterales de la política demócrata liberal y la presión de un senado dominado por recalcitrantes republicanos derechistas, el presidente Clinton asumió una política ambigua que por una parte honraba los tratados firmados, pero no tomaba pasos definitivos hacia su implementación. Una vez en la presidencia, Bush hijo abandonó sin vacilación el Protocolo de Kyoto y el tratado que conformaba la Corte Penal Internacional, abocándose hacia una política unilateral que le permitiera resguardar el sistema unipolar mundial tal y como lo indica el "imperialismo democrático" de la ideología neoconservadora, y que llegó a su momento estelar se produjo con la invasión y ocupación de Irak sin el consentimiento de la ONU y con el rechazo abrumador de la comunidad internacional. El hecho factico fue el ataque a las torres de New York en el 2001.

La administración Bush tuvo tres desafíos: cómo responder a los responsables de los ataques, cómo reducir la vulnerabilidad ante potenciales ataques y cómo comprometerse con el mundo para bajar el número de futuros atacantes. Y la base de toda esta respuesta está en el Estado.

El 11 de septiembre de 2001 no sólo demostró la vulnerabilidad de los Estados Unidos de Norteamérica sino el fracaso de la combinación entre unilateralismo y aislacionismo, bases del programa del presidente Bush (hijo).

Desde que se configuró el nuevo esquema de poder mundial a principios de los noventa, Estados Unidos se convirtió en la única potencia con capacidad militar y económica suficientemente autónoma como para incidir (directa o indirectamente) en los asuntos globales. Sin embargo, fue a partir del 11 de Septiembre que el hiperunilateralismo se hizo más evidente que nunca. La estrategia de Seguridad Nacional anunciada por el presidente George W. Bush en Septiembre de 2002 expresa claramente el interés norteamericano por extender su poder a nivel global, a través de una política unilateral justificada por “ataques preventivos”.

En este contexto, Estados Unidos argumentó que la posesión de armas nucleares y la supuesta relación de Saddam Hussein con el terrorismo internacional y la red Al Qaeda constituían una amenaza a su seguridad nacional. Desautorizando las resoluciones del Consejo de Seguridad -el organismo multilateral de seguridad internacional- en torno a Irak y pese a la condena de la comunidad mundial, la administración Bush junto a Gran Bretaña y España inició acciones militares en Irak en marzo de 2003.

Como señala (Phillip Gollup, 2001) este fin se declina de manera diferente según el carácter más o menos cooperativo o coercitivo empleado. Mientras que la administración Clinton daba prioridad a la diplomacia económica y en cierta medida a la cooperación multilateral, la nueva administración se ve tentada por la fuerza y por la acción unilateral de extender aún más las fronteras de la hegemonía estadounidense.

En tal sentido, la política unilateral de Estados Unidos de Norteamérica puede expresarse a través de los siguientes ejemplos: la negativa a ratificar el Tratado de Roma, que da origen a la Corte Penal Internacional, la oposición al Protocolo de Kyoto que controla las políticas de medio ambiente, el retiro de la firma del Tratado Misilístico de 1972 (ABM) para continuar con el proyecto de escudo anti-misiles, etc. Al respecto, (Emilio Cárdenas, 2003) sostuvo que, pese a conformar una suerte de imperio “benevolente”, con principios, los Estados Unidos nunca renunciaron al uso unilateral de la fuerza. El siglo XX presenció muchos episodios que así lo confirman, como los de México, Honduras, Nicaragua, Dominicana, Guatemala, Haití, Grenada, o Panamá. Además de las experiencias, bastante distintas, de las guerras de Corea y Vietnam.

El unilateralismo norteamericano quedaría finalmente plasmado en la Estrategia de Seguridad Nacional de Septiembre de 2002. En dicho documento, Estados Unidos de Norteamérica afirma disfrutar de una fuerza militar sin precedentes, como así también de una gran influencia económica y política. Por eso, Estados Unidos Norteamérica busca impulsar las condiciones que permitan que las naciones puedan elegir por sí mismas las recompensas y los retos de la libertad política y económica. Porque en un mundo a salvo de peligros, la gente estará en condiciones de mejorar sus propias vidas. De allí que Estados Unidos Norteamérica defenderá la paz al luchar contra los terroristas y los tiranos. Preservará la paz al crear buenas relaciones entre las grandes potencias. Extenderá la paz al fomentar sociedades libres y abiertas en cada continente.

El impulso tecnológico que sustenta la globalizacion económico-financiera y que da una decisiva ventaja militar a Estados Unidos de Norteamérica, crea el germen de una "sociedad global" con una opinión pública activa y organizaciones no gubernamentales importantes. Por cierto, en cuanto esta opinión alcance al público estadounidense (con todas las consecuencias electorales, porque dígase lo que se diga, la revolución estadounidense fincó la democracia del Norte) su efecto será más simbólico que efectivo. Pero, tarde o temprano, Estados Unidos de Norteamérica se reencontrará consigo mismo.

El sistema Westfaliano operaba en la guerra y la paz entre naciones-estado recién formadas, basadas en ejércitos poco "nacionales". Hoy la guerra es otra. Más allá de la tecnología, existe el terror. Esta nueva guerra opera por redes, no se basa en ejércitos y no necesariamente en Estados nacionales. No precisa de alta tecnología para destruir y matar: convoca a iluminados y creyentes que se disponen a morir. Contra el terror, que parece ser el enemigo real de la paz y la democracia, ¿de qué ventaja goza el "unilateralismo global" de los estadounidenses?

La guerra de Irak

La decisión estadounidense de atacar Irak y derrocar al régimen de Saddam Hussein tiene una larga data. La violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad posteriores a la primera Guerra del Golfo, la certeza norteamericana de que Irak fabricaba armas nucleares y posteriormente, las sospechas de lazos entre la red terrorista Al Qaeda y Saddam sentaron algunas de las bases sobre las que la administración Bush declarara su intención de ejercer un ataque preventivo.

El peligro que los rogue states1 y el terrorismo internacional significan para la seguridad norteamericana aceleró las prioridades del gobierno norteamericano respecto a Irak. Incluso antes de que terminara la guerra en Afganistán, Irak se había convertido en el nuevo objetivo de la política exterior de Estados Unidos. Confirmadas estas suposiciones en el documento que ya hemos analizado, la cuestión parecía ser sobre la forma en que el ataque a Bagdad se realizaría: bajo el mandato multilateral de Naciones Unidas o bajo la nueva doctrina de seguridad norteamericana.

En Septiembre de 2002, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Bush expuso su preocupación sobre Irak. Remarcó que su país se enfrentaba al desafío de grupos criminales y regímenes ilegales que, junto al terrorismo, amenazaban la seguridad común. Agregó que los peligros provenían de un régimen y solicitó la colaboración del Consejo de Seguridad para trabajar en las resoluciones necesarias para desarmar a Irak. Pero aclaró que Estados Unidos actuaría sólo si el Consejo no lo hacía2. Una semana después, antes de enviar una resolución al Congreso, advirtió que si el Consejo de Seguridad no trataba el problema de Irak, Estados Unidos lo haría3.

El 10 de Octubre, Bush recibió la autorización del Congreso norteamericano para usar le he dicho al pueblo americano que ocurrirá...Si las Naciones Unidas no actúan y si Saddam no se desarma, Estados Unidos liderará una coalición para desarmarlo”4.

El giro definitivo en la cuestión Irak se produjo el 28 de Febrero, cuando el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, anunció que el objetivo de Estados Unidos de Norteamérica no era simplemente el desarme de Irak sino que ahora incluía el cambio de régimen. El 5 de marzo, Francia y Rusia anunciaron que bloquearían cualquier resolución que autorizara el uso de la fuerza contra Hussein. El día siguiente, China declaró que adoptaría la misma posición. El Reino Unido reflotó una propuesta de compromiso, pero los cinco miembros permanentes del Consejo no se pusieron de acuerdo. De cara a una seria amenaza a la paz y la estabilidad internacional, el Consejo de Seguridad se paralizó.

El 20 de Marzo las fuerzas de la coalición, encabezadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y España, iniciaron acciones militares contra el régimen de Saddam Hussein, violando las normas del derecho internacional que proscriben el uso de la fuerza (Art. 2, 4 de la Carta de Naciones Unidas). De esta manera, Bush cumplía lo que en enero había prometido ante el pueblo norteamericano: “Estados Unidos no depende de las decisiones de otros”. Esta frase coincide con lo sostenido por (Paul Kennedy, 2003): “la impresión general que últimamente da Estados Unidos es que no nos importa lo que piensa el resto del mundo. Cuando necesitamos ayuda - para perseguir a terroristas, congelar activos financieros y habilitar bases aéreas a las tropas estadounidenses, jugamos con el resto del equipo; cuando no nos gustan los planes internacionales, nos damos media vuelta”.

Con o sin aprobación de Naciones Unidas, Estados Unidos de Norteamérica atacaría Irak. Fundamentalmente por dos razones: Estados Unidos se arrogó el poder de atacar primero (strike first) de acuerdo a su Estrategia de Seguridad Nacional. Su rol de única superpotencia mundial le permitió adoptar una política de going alone aún por sobre el Consejo de Seguridad que es el encargado de reglamentar el jus ad bellum o derecho de recurrir al uso de la fuerza armada. Irak era para Estados Unidos uno de los objetivos en la lucha contra el terrorismo internacional y la proliferación de armas de destrucción masiva. En segundo lugar, porque Estados Unidos, en su condición hegemónica, busca consolidar su poder y evitar que su supremacía sea disputada por otros Estados. Como sostiene (Russell, 2003; p.7): “lo que estamos discutiendo es esencialmente el rol de Estados Unidos de Norteamérica en el mundo y distintas formas de ejercicio de poder”. Después de todo, la política se define como la lucha por el poder y por los recursos para aumentar ese poder. La presencia de Estados Unidos en Medio Oriente es esencial para preservar el actual statu quo y los intereses norteamericanos en la zona. Así lo indicaba (Brzezinski, 1993; p. 40) hace unos años, “Eurasia es el tablero en el que la lucha por la primacía sigue jugándose”. Este es el objetivo estratégico de Estados Unidos de Norteamérica.

Pero también es cierto que el Consejo de Seguridad se estancó. Desde la aprobación de la Resolución 14415, las discusiones al interior del Consejo giraron en torno a una posible autorización del uso de la fuerza si el régimen iraqui no aceptaba las verificaciones. Pero el régimen las aceptó. Entonces, se debatió durante cuanto tiempo se realizarían las inspecciones. Estados Unidos de Norteamérica amenazaba con que el tiempo se terminaba, mientras Alemania, Francia y Rusia solicitaban darle más tiempo al régimen de Hussein. La segunda resolución presentada por Gran Bretaña proponía el establecimiento de patrones de cumplimiento de la Res. 1441, la fijación de un plazo hasta mediados de abril para que Irak cumpliera con lo establecido y la presunción de que una falta de cumplimiento constituiría una violación material que habilitaría el uso de la fuerza. Sin embargo, Estados Unidos de Norteamérica ofreció un ultimátum hasta mediados de marzo. Francia, por su parte, se mostró inflexible con la nueva resolución, y amenazó abiertamente con utilizar su poder de veto. La lucha de poder entre los miembros permanentes del Consejo hizo fracasar la vía multilateral. Por eso, el Consejo de Seguridad fue una de las grandes víctimas de la guerra: su incapacidad para evitar la guerra le restó legitimidad y credibilidad.

Luego del 11 de Septiembre, Estados Unidos de Norteamérica encontró un manto de legitimidad bajo el Consejo de Seguridad para ejercer la fuerza en Afganistán. Lo hizo bajo el Art. 51 de la Carta: derecho a la legítima defensa.

El Consejo actuó rápido y logró unanimidad en las resoluciones aprobadas poco después de los atentados. Las imágenes de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas y el Pentágono, las torres derribándose y una nación entera enlutada por la peor tragedia de su historia, mostraban al mundo una nuevo tipo de amenaza que atentaba contra la paz y la seguridad.

Con Irak la estrategia fue distinta. Desde los años noventa, Irak formaba parte de los denominados estados gamberros. Durante 12 años, el régimen de Saddam violó 16 resoluciones de Naciones Unidas en torno al desarme. Sin embargo, durante esos años Irak fue contenido y en ocasiones castigado por transgredir las disposiciones de la ONU, por ejemplo, a través de bombardeos aéreos ante la violación iraquí de la zona de exclusión aérea.

Cuando las nuevas amenazas a la seguridad se redefinieron: terrorismo internacional y armas de destrucción masiva, Irak volvió a estar en el centro de los debates de la Casa Blanca. Al conformar el “eje del mal” junto a Irán, Libia y Corea del Norte, Irak pasó a representar una amenaza a la seguridad estadounidense.

Es por eso que la Estrategia de Seguridad Nacional, constituye una política de estado de tipo unilateral, destinada a mantener el statu quo, y se sustenta en los ataques preventivos para lograrlo. Ante la imposibilidad de encontrar consenso en el Consejo de Seguridad para atacar a Irak, Estados Unidos decidió atacar solo.

Durante la guerra, Estados Unidos de Norteamérica desplegó su poderío militar de una manera abrumadora y derrocó al régimen de Saddam Hussein. La posguerra demostró que la libertad y la democracia tardarían mucho tiempo en llegar a Irak. La ola de violencia desatada y el alto porcentaje de soldados caídos incrementaron más la falta de credibilidad en torno a Bush y a sus colaboradores.

El debate entonces en torno a la prevalencia de una vía unilateral o multilateral todavía no se ha resuelto. Es claro que las acciones militares de Estados Unidos violaron el derecho internacional y que el Consejo de Seguridad no tuvo la fortaleza o voluntad para detener a Estados Unidos. Hoy, la balanza parece inclinarse hacia la vía multilateral. Por eso, Estados Unidos de Norteamérica necesitará de virtud política para cambiar el curso de la historia. Debemos reconocer que Estados Unidos es y seguirá siendo durante los próximos años o décadas la única superpotencia mundial. Esto, empero, no le impide confiar en los mecanismos multilaterales que él mismo contribuyó a crear. Este multilateralismo no deseado pero necesario puede ser la herramienta que legitime el poder de Estados Unidos. Ya lo ha hecho en otras ocasiones y las consecuencias han sido totalmente distintas a las que hoy enfrenta en Irak.

Tras el inicio de la Invasión de Irak de 2003, las naciones de Europa se vieron divididas en cuanto a la forma de encarar el terrorismo. Tras el ataque lanzado por Estados Unidos contra Afganistán (amparado por las resoluciones de la ONU) e Irak, los países europeos reaccionaron de forma diversa, tanto en el seno de la UE como internamente, ante el enfoque que había dado Estados Unidos de Norteamérica a la lucha contra el terrorismo.

Por un lado, algunos países europeos, encabezados por Alemania y Francia, se opusieron al nuevo concepto de "guerra preventiva" y rechazaron participar en el ataque a Irak. Otros países europeos, encabezados por Italia, España y Polonia, respaldaron la iniciativa de Estados Unidos y enviaron efectivos militares. Sin embargo, debido al cuestionable objetivo de la operación, a cambios políticos internos y a las numerosas críticas desde diversos sectores sociales, España ha aproximado sus posturas a las tesis del eje franco-alemán, mientras que Polonia e Italia han dado un perfil más discreto a su posición.

Crisis económica

Por razones más históricas que lógicas el siglo pasado fue dominado por la oposición entre dos tipos de economía mutuamente excluyentes: el “socialismo", identificado con las economías planificadas centralmente del tipo soviético, y el “capitalismo", que cubrió todo el resto.

Esta aparentemente oposición fundamental entre un sistema que buscó eliminar la búsqueda de lucro de la empresa privada y otro que procuró eliminar toda restricción del sector público sobre el mercado nunca fue realista. Todas las economías modernas deben combinar lo público y lo privado de variadas maneras y de hecho lo hacen. Las dos tentativas de cumplir a rajatabla con la lógica de esas definiciones de “capitalismo” y de “socialismo” han fracasado. Las economías de planificación comandada por el Estado de tipo soviético no sobrevivieron a los años 80 y el “fundamentalismo del mercado” anglo estadounidense, sobredimensionado desde 1990 con un discurso falaz e inequitativo, estallo en 2008.

El año 2008 dio la bienvenida a altos precios de los alimentos, una disparada cotización del barril de crudo, la crisis en las hipotecas desembocando en la dificultad financiera, que obligó a planes de salvataje financieros y bancarios, generando una recesión con epicentro en Estados Unidos, pero con implicaciones en el resto de países desarrollados y no desarrollados.

La crisis financiera se originó en los talones de las crisis de alimentos y de combustible. Ahora el mundo está en medio de una crisis económica que desencadenará muchas pérdidas de empleos. Prácticamente ningún país ha salido indemne. Se está en una nueva zona de peligro, con mayores peligros para las exportaciones y la inversión, para el crédito, los sistemas bancarios, los presupuestos y las balanzas de pagos.

Todo empezó en el sector inmobiliario de Estados Unidos con el crecimiento incontrolable de las hipotecas subprime (negocios basura), consistente en créditos a personas con poco historial financiero. Algo parecido a lo que vivió Colombia en 1998 cuando colapsó el sistema hipotecario por culpa de la Upac (Unidad de Poder Adquisitivo Constante), arrastrando a la quiebra a parte del sistema financiero.

La crisis financiera global, resultado de una combinación peligrosa: especulación y avaricia, promoción abierta y activa de la apertura de los mercados de capital a bancos extranjeros e instrumentos financieros innovadores, y falta de control y regulación. Los países industrializados, y no tanto, culpan a Estados Unidos por la crisis, en tanto éste sostiene que el consumo americano no puede ser el único motor del crecimiento, y que este último arrastró al mundo durante el reciente ciclo ascendente. Si embargo en esta crisis hay muchas responsabilidades y culpas compartidas. Esta es la crisis más predecible de la historia reciente. Sobraban las advertencias de que ese crecimiento era insostenible. Sobraban también las advertencias de la tormenta que se avecinaba.

La crisis financiera que estalló el año 2008, en la práctica, aceleró un proceso de redistribución del poder que ya antes del estallido de la burbuja se apreciaba inevitable, pero que las naciones del G-7 se resistían a admitir.

En la crisis actual, es preciso tener este panorama para poder explicar la situación de los Estados Unidos de Norteamérica y su rol en el mundo, así de otros liderazgos que están surgiendo, como el caso de China. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Los siete países más industrializados -a los cuales por su específica relevancia en la arquitectura posguerra fría se suma Rusia- y que integran el Grupo de los 8 (G-8) han decidido asumir las nuevas realidades de una economía globalizada y resolvieron desde Setiembre de 2009 en Pittsburgh (Estados Unidos de Norteamerica) transformar al Grupo de los 8 (G-20) en el principal foro económico mundial. Este conglomerado lo constituyen el G-8 y un conjunto de países emergentes. Entre estos últimos se encuentran China, India, Indonesia y Corea del Sur, además de tres naciones latinoamericanas: México, Brasil y Argentina. Este renovado modelo de convergencia aspira a convertirse en el espacio donde se consensúen las estrategias de desarrollo para la reactivación. El G-20 concentra más de 90% del PIB mundial, 80% del comercio y dos tercios de la población. Estas cifras dan cuenta del carácter de motor de la recuperación que puede jugar el referente. Con todo, el G-8 se mantendrá en funciones, aunque su propósito específico se concentrará en materias de seguridad y política multilateral. Hoy las nuevas economías son claves en la reorganización de los mercados reales, financieros y de servicios, para superar la recesión y asignarle una nueva orientación a lo global.

La conversión del G-7 al G-20 desde 2009, presionado por encontrar una salida a la crisis parece establecer algunas nuevas normas en el régimen económico (supresión de paraísos fiscales, intervención estatal en el mercado financiero, etc.). Son procesos que hay que poner atención en la cual, la teoría de la interdepencia compleja pueda explicar, dado que la situación parece alejarse de una explicación de “seguridad nacional”.

La interdependencia de las fuerzas productivas tiende hacia la globalización de viejos y nuevos problemas, es decir, hacia la imposibilidad de resolverlos en la escala nacional o incluso continental. Entre los viejos problemas, están ante todo los del subdesarrollo: el hambre, las epidemias, la guerra. Entre los nuevos, se ubican las catástrofes que amenazan con la destrucción física de la especie humana: las armas nucleares y la destrucción de la biosfera (Mandel, 1993). .

Mirando más allá del sistema del G-20, se necesita una estrategia del siglo XXI para el multilateralismo, a través del dinamismo de una red flexible, no de nuevas jerarquías en un sistema fijo o estático.

El nuevo multilateralismo debe maximizar las fortalezas de los actores e instituciones interdependientes e imbricados, tanto públicos como privados. Debería ir más allá del interés tradicional en las financias y el comercio, para incluir otras cuestiones económicas y políticas apremiantes: desarrollo, energía, cambio climático y estabilización de los estados frágiles y que han sufrido conflictos. Debe reunir a las instituciones internacionales existentes, con su experiencia y recursos, para implementar las reformas necesarias y alentar la cooperación efectiva y la acción común.


El multilateralismo, en el mejor de los casos, es un medio para la solución de problemas entre los países, ya que el grupo que está sentado a la mesa está dispuesto y en condiciones de emprender una acción constructiva en conjunto. Necesita extraer su fuerza -y su legitimidad- tanto de una participación más amplia como del logro de resultados. La cumbre del G-20 de noviembre de 2009, por primera vez, trajo a la mesa a potencias en ascenso como participantes activos para resolver la crisis financiera global. Ellos acordaron una buena agenda, pero la verdadera prueba residirá en lo que se haga después.

El primer discurso de Obama en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el 2009, podría marcar un nuevo rumbo en la geopolítica estadounidense y mundial. Obama rompe con la política de Bush (y de algunas otras administraciones) de decidir en nombre “del mundo libre” y animar a los demás a seguir la estela de la superpotencia mundial. Y cuando Estados Unidos de Norteamérica no conseguía imponer su criterio no le importaba situarse al margen de la comunidad internacional, consciente de su liderazgo económico y militar. Obama renuncia al unilateralismo que ha marcado la política mundial en la última década. Y lo hace porque piensa que la magnitud y la urgencia de los problemas son tales que sólo una acción mancomunada y global puede permitir gestionarlos. Quiere detener la proliferación nuclear y llegar al desarme parcial de los arsenales de destrucción. Tomar medidas para mitigar el cambio climático. Acabar con Al Qaeda y prevenir el terrorismo global. Lo cual en parte está ligado a una estrategia de desarrollo compartido, de lucha contra la pobreza, las hambrunas y las epidemias. Y busca una estrategia coordinada para superar la crisis económica porque sabe que la mejora actual es frágil por ser consecuencia de la descomunal inyección de dinero público, cuyos efectos se irán diluyendo. Lo que mutó fue Estados Unidos de Norteamérica y su nivel de poder relativo6.

Un aspecto de la política global es la aparición de una multiplicidad de actores que tienen intereses diversos en temas específicos. En una visión aceptada hoy en día, se puede decir que estos se pueden clasificar entre actores estatales, del mercado y de la sociedad civil, entendiendo esta como grupos que buscan representar intereses específicos de un sector de la sociedad (ambiente, empleo, etc.). Esto siempre plantea un problema de gobernabilidad importante, puesto que no es claro el proceso que pueda institucionalizar un régimen que pueda responder a la multiplicidad de intereses.
Tal imagen se puede extrapolar al ámbito internacional. El proceso de liderazgo está afectado por varios aspectos, tanto de competencia doméstica como externa. Ciertamente Estados Unidos de Norteamérica perdió dicho liderazgo en materia marítima por un proceso político que “favorece” a los países más débiles. Así también, en el ámbito monetario, la “emergencia” de nuevas potencias económicas, la presión de grupos internos afectan la política de este país en el contexto internacional y, por ende, su capacidad de liderazgo.

El mundo ha pasado a ser multipolar. Varios grandes países –Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica– forjan alianzas al margen de las potencias tradicionales. En Sudamérica, Bolivia, Ecuador y Venezuela exploran nuevas vías del socialismo. Hasta el recurso al G-20 con motivo de la crisis económica global confirma que los países ricos del Norte no pueden solventar en solitario los principales problemas mundiales.

La globalización es una consecuencia del desarrollo del sistema capitalista. Habrà que realizar regulaciones y reformas en el sistema tras ésta crisis económica mundial que no es màs que la evidencia de la necesidad de un nuevo orden tras todos los cambios que se han producido mundialmente en los últimos veinte años.

Agenda

Esta primera década del siglo XXI, viene siendo definida por la guerra global contra el terrorismo, y la crisis del mundo islámico en algunos de sus territorios, lo que van perfilando simultáneamente nuevas amenazas y problemas que circundan el problema y las crisis principales como: se pone cada vez más de manifiesto la crisis medioambiental, el peligro del narcotráfico y del tráfico de seres humanos, la acentuación de las crisis humanitarias -principalmente en el Africa subsahariana-la emergencia de Estados fallidos que pueden constituirse en bases del terrorismo global y de la difusión de armas de destrucción masiva, y por último, aunque quizás este factor esté en el fondo de todo, la crisis de las políticas neoliberales para gobernar el mundo de la globalización y de las multinacionales y transnacionales de todo tipo.

La agenda inmediata se considera a tratar:

  • Terrorismo

Terrorismo es, sin duda, un término que ha sufrido un fuerte abuso de lenguaje por parte de los estados que intencionadamente pretenden desacreditar a sus enemigos. En la situación de ocupación de Irak, iniciada por los Estados Unidos en 2003, es difícil trazar la línea divisoria entre terrorismo y resistencia.

Si terrorista es aquel que utiliza el terror para conseguir fines políticos, hay quienes consideran que muchos ejércitos recientes han cometido tales actos; por ejemplo los serbios en Bosnia, los israelíes en los Territorios palestinos, los rusos en Chechenia y los estadounidenses en numerosos lugares del mundo.

El terrorismo al que se hace referencia, usualmente es mucho más difícil de determinar, ya que es el que se ejerce con una relación de fuerzas desfavorable. Este es el punto más conflictivo pero sin él resulta imposible la condena moral o legal. Tales distinciones en muchos casos estarán sujetas a la visión subjetiva de uno u otro bando en conflicto.

La legitimidad se otorga o se toma según se consideren legítimos los objetivos que eligen, si sus ataques son indiscriminados o no, si la población a la que pertenecen está sufriendo algún tipo de opresión, si tienen entre su gente apoyo social y cuánto, si comenzaron ellos las hostilidades o si antes de surgir como grupo no había conflicto alguno, si también son atacados con iguales o peores métodos.

Contra eso muchos grupos que no quieren recibir el epíteto de "grupo terrorista" tratan de mantener claros sus objetivos ajustándolos a su supuesta legítima lucha. Otros se amparan en causas que parecen legítimas para llevar actos que van más allá de lo justificable, como es el caso de la organización Al Qaeda.

El problema de esta calificación es que afecta a un colectivo demasiado amplio. Sin ir más lejos, las principales potencias militares habrían sido terroristas en un momento u otro de su historia al atacar indiscriminadamente objetivos civiles.

Según la ONU, todo pueblo oprimido tiene derecho a resistirse. Las propias Naciones Unidas legitiman la resistencia contra el opresor. El problema, no obstante, es el de siempre: la subjetividad inherente a ambos bandos, que obliga siempre a mirar desde una posición un tanto alejada de las simplificaciones fáciles en las que suelen caer unos y otros.

La ONU tampoco especifica cuál es el nivel de opresión intolerable o resistencia tolerable. Como suele ocurrir en estos casos, el dictamen final quedará a criterio del vencedor. En todo caso la ONU, al igual que otras entidades internacionales y nacionales, en ciertas ocasiones ha condenado claramente las acciones de varias organizaciones armadas como crímenes de guerra o actos terroristas, acciones que por lo tanto irían más allá de lo que sería la legítima defensa contemplada anteriormente. Lo que queda en claro es que el terrorismo se ha planetarizado, este involucrado o no, los países desde donde se actúa.

Problemas ambientales

    - Deforestación

La deforestación es el proceso de desaparición de los bosques o masas forestales, fundamentalmente causada por la actividad humana. Está directamente causada por la acción del hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas realizadas por la industria maderera, así como para la obtención de suelo para cultivos agrícolas.

En los países más desarrollados se producen otras agresiones, como la lluvia ácida, que comprometen la supervivencia de los bosques, situación que se pretende controlar mediante la exigencia de requisitos de calidad para los combustibles, como la limitación del contenido de azufre.

En los países menos desarrollados las masas boscosas se reducen año tras año, mientras que en los países industrializados se están recuperando debido a las presiones sociales, reconvirtiéndose los bosques en atractivos turísticos y lugares de esparcimiento.

Una de las consecuencias importantes de la deforestación es que muchas empresas talan árboles en lugares que son fundamentales para el desarrollo de algunas especies en peligro de extinción, o únicas en ese dicho lugar, y, muchas veces, los mismos bosques donde se tala son una importante fuente hídrica.

Otra consecuencia de la deforestación es la desaparición de sumideros de dióxido de carbono, reduciéndose la capacidad del medio de absorber las ingentes cantidades de este gas causante del efecto invernadero, y agravando el problema del calentamiento global.

Como medida de contención, diversos organismos internacionales proponen la reforestación, medida parcialmente aceptada por los movimientos ecologistas, al entender éstos que en la repoblación debe considerarse no sólo la eliminación del dióxido de carbono sino, además, la biodiversidad de la zona a repoblar.

Al producir la tala o la quema desaparece el efecto esponja que producen los mismos, los ríos van alterando sus regímenes y esto perjudica al hombre que los utiliza para riego, energía y abastecimiento de agua potable a las ciudades. Favorece el lavado de los suelos durante las precipitaciones, los sedimentos que arrastra van a parar a los ríos y acortan la vida de costosísimas obras; por ejemplo, cuando se depositan en los embalses hidroeléctricos.

Se modifica el clima del lugar; al resto de la selva o bosque le queda menor capacidad para retener la humedad, lo que provoca un clima menos húmedo que perjudica a los cultivos para los cuales fueron talados los árboles.

- Contaminación

La contaminación es la introducción en un medio cualquiera de un contaminante, es decir, la introducción de cualquier sustancia o forma de energía con potencial para provocar daños, irreversibles o no, en el medio inicial.

Se denomina contaminación ambiental a la presencia en el ambiente de cualquier agente (físico, químico o biológico) o bien de una combinación de varios agentes en lugares, formas y concentraciones tales que sean o puedan ser nocivos para la salud, la seguridad o para el bienestar de la población, o bien, que puedan ser perjudiciales para la vida vegetal o animal, o impidan el uso normal de las propiedades y lugares de recreación y goce de los mismos.

La contaminación ambiental es también la incorporación a los cuerpos receptores de sustancias sólidas, liquidas o gaseosas, o mezclas de ellas, siempre que alteren desfavorablemente las condiciones naturales del mismo, o que puedan afectar la salud, la higiene o el bienestar del público.

- Calentamiento global

Calentamiento global es un término utilizado habitualmente en dos sentidos:

  1. Es el fenómeno observado en las medidas de la temperatura que muestra en promedio un aumento en la temperatura de la atmósfera terrestre y de los océanos en las últimas décadas.
  2. Es una teoría que predice, a partir de proyecciones basadas en simulaciones computacionales, un crecimiento futuro de las temperaturas.

    La denominación "calentamiento global" suele llevar implícita las consideraciones de la influencia de las actividades humanas. Algunas veces se utiliza la denominación cambio climático, que designa a cualquier cambio en el clima, sin entrar en discusiones sobre su causa. Para indicar la existencia de influencia humana se utiliza el término cambio climático antropogénico.

    Esta variante antropogénica de la teoría predice que esto sucederá si continúan las emisiones de gases de efecto invernadero.

    La opinión científica mayoritaria sobre el cambio del clima dice que "la mayor parte del calentamiento observado en los últimos 50 años, es atribuible a la actividad humana".

    Las simulaciones parecen indicar que la principal causa del componente de calor inducido por los humanos se debería al aumento de dióxido de carbono. La temperatura del planeta ha venido elevándose desde finales del siglo XIX, cuando se puso fin a la etapa conocida como la pequeña edad de hielo.

    Calentamiento global y efecto invernadero no son sinónimos. El efecto invernadero acrecentado por la contaminación puede ser, según las teorías, la causa del calentamiento global observado.

    Aunque la discusión se centra en la temperatura, el calentamiento global o cualquier tipo de cambio climático implica cambios en otras variables: las lluvias globales y sus patrones, la cobertura de nubes y todos los demás elementos del sistema atmosférico.

    El cuerpo multigubernamental y científico encargado de su análisis global es el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés de Inter-Governmental Panel on Climate Change)7.

    El protocolo ha sido tachado de injusto, al considerar asociadas el incremento de las emisiones al desarrollo, con lo que las naciones más afectadas serán aquellas menos desarrolladas. La previsión del protocolo es que, si todos los países más contaminantes lo firmaran, se conseguiría una reducción de la temperatura media del aire en el planeta de 0.07º C.

    Entre el 7 al 18 de diciembre de 2009 en Copenhague-Dinamarca, se desarrolló la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático. Denominada COP 15 («15a Conferencia de las partes»), fue organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que organiza conferencias anuales desde 1995 con la meta de preparar futuros objetivos para reemplazar los del Protocolo de Kioto, que termina en 2012. Los resultados de la cumbre fueron muy dispares, cuando se esperaban acuerdos básicos con respecto al futuro, prevaleciendo el interés y presión de los países industrializados.

Datos de Interés del Calentamiento Global

• Según un artículo publicado en enero del 2004 por la IPCC8, el calentamiento global podría exterminar a una cuarta parte de todas las especies de plantas y animales de la Tierra para el 2050, especies conocidas y generar otra cuarta parte de especies nuevas además de mejorar la productividad de algunos cultivos en latitudes altas y medias.

• Estudios realizados, muestran que la década de los noventa, fue la más caliente en los últimos mil años.

• En caso de que todo el hielo que forma el océano antártico se fundiera, el nivel del mar aumentaría aproximadamente 61m; un aumento de sólo 6 m bastaría para inundar a Londres y a Nueva York.

• En nivel del Dióxido de Carbono (CO2) en la atmósfera podría duplicarse en los próximo treinta o cincuenta años.

• Los países más afectados son los principales en promover la reducción de emisión de los gases invernadero.

• En 1984 el tamaño del hueco en la capa de ozono sobre la Antártica era aproximadamente 7 millones de km², hoy es mayor a los 29 millones de km² (cuatro veces mayor).

• La aceleración del flujo del hielo en regiones de Groenlandia se estimó en 2000 que disminuye el volumen de su territorio insular en 51 km³/año, aunque una reevaluación más reciente sitúa el número en 150 km³/año. Parte del aumento se debe a una aceleración reciente de la fusión de los glaciares periféricos, y se estima que su contribución al aumento del nivel del mar ha alcanzado en 2005 un valor 0,57 ± 0.1 mm/año.

• Indonesia es el país con mayor número de mamíferos y pájaros en peligro de extinción, 128 y 104, respectivamente.

• En Estados Unidos de Norteamérica se recupera sólo el 11% de los residuos sólidos producidos, y en Europa Occidental es del 30%.

• Brasil fue entre 1990 y 2000 el país en el que hubo mayor deforestación con 22.264 km²

• Cinco de los 10 países que más deforestan se encuentran en el continente africano.

Conclusión

En 1989, cayeron sucesivamente varios regímenes políticos y económicos de lo que, eufemísticamente se había acuñado como “socialismo realmente existente”. Pero otros, como China, aceleraron ajustes económicos manteniendo el autoritarismo político, hasta hoy. No obstante, las ideas y principios de la “utopía socialista” se mantuvieron, atenuados en un principio por el cataclismo de 1989 para renovarse posteriormente.

El derrumbe de la URSS en 1991constituyó la concreción histórica más evidente de los efectos radicales de la globalización, y abrió una década de transición hasta el 11de setiembre del 2001, la de la postguerra fría, caracterizada por la crisis del sistema internacional, la aparición de un nuevo tipo de conflictos y la extinción de la estructura bipolar de las relaciones internacionales.

La oportunidad histórica que constituyo la caída del muro de Berlín se ha desperdiciado. El mundo de hoy tiene particulares desafíos. La crisis climática hace pender sobre la humanidad un peligro mortal. Y la suma de las cuatro crisis actuales –alimentaria, energética, ecológica y económica- dan temor. Las desigualdades han aumentado. La muralla del dinero es más imponente que nunca: la fortuna de las quinientas personas más ricas es superior a la de los quinientos millones más pobres. El muro que separa el Norte y el Sur permanece intacto: la malnutrición, la pobreza, el analfabetismo y la situación sanitaria incluso se han deteriorado, particularmente en África. Por no hablar del muro tecnológico.

Vivimos en un mundo de Interdependencia compleja y dinámico en el cual han aparecido nuevos actores y nuevos problemas que de alguna manera redefinen las interacciones entre los actores del sistema. No se trata solamente del hecho de que han hecho su aparición nuevos actores dentro del sistema, sino además del hecho de que las normas que regulan las interacciones entre los actores del sistema no parecen ser suficientes para enmarcar las nuevas dinámicas que caracterizan al sistema. Es particularmente importante destacar el hecho de que han aparecido dentro del sistema nuevos temas de agenda que son tan complejos y tan dinámicos que no pueden ser resueltos de manera individual por ninguno de los actores del sistema, sin importar cuales son sus potencialidades de poder. Son temas que se entrecruzan y que traspasan fácilmente las fronteras del Estado Nacional, acá hemos colocado nuestra atención solo en algunos de esos temas, un poco para demostrar la complejidad del asunto. Lo cierto es que esta línea de investigación debe ser profundizada a los efectos de revisar las implicaciones de estos asuntos sobre la gobernabilidad global.

Estados Unidos de Norteamérica continúa siendo la primera potencia, tiene el poder económico, pero por otra parte está China que compra su deuda y sin la cual EE.UU. quebraría. La carta imperial de Bush hijo, la idea de exportar la democracia interviniendo militarmente ya no tiene posibilidades. No tienen la fuerza, los soldados ni los recursos para pagar ocupaciones, no pueden ser hegemónicos. No pueden seguir pensando que ganaron la Guerra Fría y que están destinados a gobernar. Sin embargo, sí pueden ser líderes, pero para serlo tienen que ganárselo. Si Estados Unidos de Norteamérica no paga su cuota a las Naciones Unidas, no puede ser líder. Los líderes son los que pueden producir argumentos mucho más convincentes, los que empujan a hacer cosas que no se harían.

Los veinte años transcurridos desde la caída del Muro de Berlín permiten observar en perspectiva la magnitud de los cambios ocurridos en la escena internacional, así como las brechas entre las expectativas que ese acontecimiento despertó en todo el mundo y las complejas y contradictorias realidades que se vivieron desde entonces hasta el presente.

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NOTAS:
  1. Llamados así cuando el sistema de gobierno es dictatorial y se caracterizan por tender más hacia el totalitarismo que hacia el autoritarismo; su retórica y política exterior son fervientemente antiestadounidenses; a diferencia de otras dictaduras, están obsesionados con la política internacional.
  2. Véanse las declaraciones del Presidente Bush ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Septiembre de 2002, en http://www.whitehouse.gov/news/releases/2002/09/20020912-1.html [consulta: 05-10-03]
  3. http://www.whitehouse.gov/news/releases/2002/09/20020919-1.html, [consulta: 05-10-03]
  4. http://www.whitehouse.gov/news/releases/2002/10/iraq/20021025.html, [consulta: 05-10-03]
  5. ONU. S/RES/1441. La situación entre el Iraq y Kuwait. 8 de noviembre de 2002.
  6. EE.UU.-China: el juego de la interdependencia. En diario Clarin. Sección panorama internacional. 21/11/2009.
    Fuente: http://www.clarin.com/diario/2009/11/21/opinion/o-02045426.htm
  7. Organismo dependiente de la ONU. Una de las consecuencias más notables de su trabajo es el Protocolo de Kyoto en 1997, que promueve una reducción de emisiones contaminantes (principalmente gases de efecto invernadero) por parte de los países industrializados y se convirtió en Ley Internacional.
  8. El Intergovernmental panel on climate change -IPCC- depende de la Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, (UNEP por sus siglas en inglés) con sede en Nairobi, Kenia tiene como actividad principal la de proporcionar a intervalos regulares informes de evaluación del estado del conocimiento sobre el cambio climático.
En Globalización: Renee Isabel Mengo

Marzo 2009 Influencia Neoliberal en la Reforma del Estado en Latinoamérica -Ciclos y Representantes-

Nov 2008 Migraciones en la Era global. Latinoamericanos hacia Estados Unidos de Norteamérica: Transformaciones socio-culturales



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