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Enero 2015

El asesino engreído

Por Lic. Alejandro Marcó del Pont

Poner en perspectiva la caída del petróleo y los ataques financieros de Occidente a Rusia no es cómodo de abordar, pero tampoco tan complejo como para que nuestros lectores no tengan algunos instrumentos que delimiten la abundancia deliberada de información que desconcierta a propios y extraños.

Lo importante de este artículo es que asume la visión desde el otro lado, desde Eurasia, no desde Occidente. Esta inversión de la moneda nos permitirá hacer hincapié en la respuesta defensiva de la estrategia asiática de juego y evitará que nos centremos en el ataque de Occidente a Rusia.

Durante parte del 2013 y 2014 Rusia descargó tres golpes certeros a las aspiraciones geoestratégicas americanas. El asilo político al soplón Edward Snowden, ex contratista de la estadounidense Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), y más tarde la suspensión de un ataque americano que lucía inminente contra Siria. El último y más apreciable acto fue la anexión de la península de Crimea y la ciudad portuaria de Sebastopol, donde se encuentra la flota del Mar Negro de la armada rusa.

Lo de Edward Snowden ridiculizó el aparato de seguridad americano y puso al descubierto cómo la Agencia de Seguridad Nacional sigue un registro de llamadas telefónicas y monitorea el correo electrónico y el tráfico de internet de virtualmente todos los estadounidenses. El anuncio situó a varias firmas tecnológicas como contratistas y cómplices de espiar a sus propios ciudadanos, desde Microsoft a Google.

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El tema sirio es algo más complejo. Rusia intenta posicionarse nuevamente en el mundo como proveedor estratégico de gas para Europa utilizando a la gasífera rusa Gazprom e idea dos gasoductos. Uno, North Stream, actualmente en funcionamiento, y que conecta directamente a Rusia con Alemania a través del Báltico (línea verde en el mapa) sin pasar por Bielorrusia. Tiene una extensión de 1.255 km y capacidad para 55 millones de metros cúbicos al año. Nord Stream AG, con sede en Estocolmo, la integran la compañía estatal rusa Gazprom (51%), las alemanas E.ON Ruhrgas y Wintershall (15,5% cada una), la holandesa Gasunie (9%) y la gala Gaz de France (GDF Suez, 9%).

El segundo proyecto es South Stream, que comienza en Rusia, atraviesa el Mar Negro hasta Bulgaria y se divide, pasando por Grecia y el sur de Italia, por un lado, y por Hungría y Austria, por el otro. Este plan compite directamente con el proyecto americano Nabucco.

El proyecto Nabucco parte de Asia Central y de los alrededores del Mar Negro, pasa por Turquía –donde se sitúa la infraestructura de almacenamiento–, y recorre Bulgaria, atraviesa Rumania, Hungría y llega hasta Austria, desde donde se dirige hacia la República Checa, Croacia, Eslovenia e Italia. Según los cálculos, debía estar finalizado para 2014, pero múltiples problema lo extendieron al 2017.

Nabucco está conectado al punto de almacenamiento de Erzurum, en Turquía. Y también tiene que ver con el gas proveniente del Mediterráneo oriental, es decir, Siria, Líbano e Israel. Pero aquí hay un problema. Irán firmó varios acuerdos de transporte de gas con Irak y Siria, por lo que este último se convierte en el centro de almacenamiento y distribución, modificando la geografía del abastecimiento. De tal forma que quien domine Siria será a quien abastezca al gasoducto ruso o al americano Nabucco.

Gazprom se encargó durante estos años de firmar acuerdos con los proveedores de Nabucco, por lo que el gasoducto deberá aprovisionarse con el gas de Azerbaiyán y el yacimiento de Shah Deniz, convertido en casi la única fuente de aprovisionamiento. Invadir con cualquier pretexto Siria tendría como objetivo asegurar el aprovisionamiento, pero Rusia detuvo la iniciativa bélica americana. La contrapartida occidental al movimiento fue frenar el proyecto South Stream.

La anexión de Crimea y Sebastopol fue un gran movimiento ruso, cuya importancia radica en la relevancia del Mar Negro y su zona de influencia, con lo que Rusia se ahorró US$ 40.000 millones hasta 2042 que le ingresaban a Kiev, descontado del valor del gas por pago de estadía de las tropas. Esta maniobra, sin disparar un tiro, mortificó a los americanos en medio de una revuelta que, otra vez, tiene que ver con el gas. En 2013 Rusia abasteció el 31% de las necesidades de gas europeas, unos 162.7 bcm, de los cuales 86.1 bcm pasaron por Ucrania.

Los gasoductos que pasan por Ucrania son la única fuente importante desde el punto de vista geopolítico. Esta nación depende del 75% del gas ruso y del 100% de su petróleo. Es su principal socio comercial y su industria (acero, astilleros, aeronáutica, armamentista, carbón y cereales) están del lado ruso, lo que no es viable del lado de los amantes europeos. Los americanos mandan a través de la embajada en la lucha por el gas y por las deudas de gas con Rusia. A grado tal, que la Secretaria de Estado Adjunta de EE.UU. para Asuntos Europeos, Victoria Nuland, se disculpó ante la Unión Europea (UE) después de que saliera a la luz la grabación de una conversación en la que daba instrucciones de lo que debía hacerse en el país, agregando “que se jodan los de la Unión Europea” (http://xurl.es/5n0iq).

Después de que el 95% de los habitantes de Crimea avalaran su anexión a Rusia comenzaron las sanciones americanas y europeas. En principio fueron tres etapas llenas de funcionarios y algunos bancos, a las que se agregaron empresas petroleras y armamentistas. Éstas no fueron muy respetadas y traían mayores dolores de cabeza a Europa, cuando Rusia devolvió gentilizas con sanciones a sectores determinados.

Esta payasada no conducía a ninguna parte. Mientras las sanciones light y el juego de anteponer al peón europeo no funcionaban, Rusia comenzó con China el verdadero ataque a Occidente: los acuerdos con China, la venta de petróleo y gas en yuanes y rublos, y la primer puntada del dragón asiático, la nueva ruta de la seda.

En mayo del 2014, China firmó con Rusia 38 acuerdos, de los cuales los que amparaban cuestiones relacionadas sólo para el gas rondarían los 750.000 millones de dólares. A partir del 2018 Gazprom exportará 38.000 millones de metros cúbicos anuales de gas a China por US$ 400.000 millones, con lo cual Rusia se convertirá en el segundo proveedor de gas natural del gigante asiático. A su vez, China pasará a ser el tercer mercado de exportaciones de gas ruso, quedando detrás de Europa y de las ex republicas soviéticas.

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Todos estos acuerdos serán en yenes o rublos. Un acuerdo similar se estaría diseñando con India, más allá de los acuerdos de Brasil y Argentina en yuanes con China. El gigante oriental también firmó sawps con Rusia por 150.000 millones de yuanes. En la actualidad, el 75% del comercio ruso-chino se realiza en dólares, cosa que no pasará en el futuro.

De manera constante aunque lenta, tanto el rublo como el yen se han unido con el fin de contrarrestar los efectos del dólar. El ataque americano a Rusia tendría que haber sido una jugada de jaque mate; la corrida sobre el rublo llegó con la fuerza de un tsunami devastador, pero no mató al enemigo, sólo afianzó y aceleró el acuerdo con China y seguramente con Alemania.

Nadie más claro que George Soros para resumir su propuesta en Berlín de castigar a Rusia manipulando el precio del petróleo (http://xurl.es/9j89v): “La tarea es ayudar a Ucrania en lugar de castigar a Rusia, porque solo castigarla acorralaría a Putin, y como un animal herido devolvería el golpe y sería una proposición perder–perder.”

El ataque americano lo único que ha logrado es afianzar el sueño de Asia Pacifico y la integración sino-rusa es mayor giro geopolítico de los últimos cien años, dando lugar a la nueva ruta de la seda, integrada por la segunda economía global (China), la primera economía europea (Alemania) y la octava economía global (Rusia). Hoy China y Alemania están conectadas por la red ferroviaria internacional Chongqing-Xinjiang-Europa.

Según la agencia de noticias china Xinhua, la red ferroviaria «Yu Nueva Europa», bautizada como la «Nueva Ruta de la Seda», se ha convertido en la «más importante ruta de comercio del mundo al conectar la relevante metrópoli suroccidental de Chongqing (China) con Duisburgo». Entró en operación en 2011 y recorta cinco semanas de transporte marítimo a sólo dos semanas –lo cual fue seguido, en 2013, por la conexión ferroviaria entre Chengdu (capital de Sechuán y santuario de los legendarios pandas) y Lodz (Polonia), que atraviesa Kazajstán, Rusia y Bielorrusia, mercados emergentes por donde pasa la ruta de carga que toma doce días de transportación.

Mientras la ruta de la seda pase por Rusia, no le deja otra alternativa a Alemania que mantener una mayor cooperación con aquél país, ya de por sí importante si se considera que unas 6.000 empresas alemanas están radicas en Rusia.

Por otro lado, el estado ruso se encargó en sólo unos días de recomprar el 30% de los activos petroleros que se encontraban en manos extranjeras, aprovechando la caída del rublo, dejando a los tiburones financieros en ridículo.

Ya resuenan dentro de las opciones de réplica dejar sin gas y petróleo a Europa, con lo cual el derrumbe de los derivados de Occidente no tendría fin, así como tampoco tendría fin la devastación europea. La otra opción es que Rusia declare el default de su deuda con Occidente, lo que provocaría una reacción en cadena de las magnitudes de Lehman Brothers.

El modelo de represalia y caos americano, que usa al conjunto de escleróticos países de Europa y a Arabia Saudita, no está dando los resultados esperados; la teoría del caos no está funcionando y lo que viene no sería muy grato.


https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2015/01/08/el-asesino-engreido/







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