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Octubre 2010

¿QUÉ ES EL NIVEL DE CONCIENCIA?

Walter Ritter Ortíz y Tahimi E. Perez Espino

Centro de Ciencias de la Atmósfera. UNAM,

Circuito Exterior. CU. 04510 México DF. México

INTRODUCCIÓN

La forma en cómo pensamos, nos comunicamos, aprendemos y actuamos, según estudios del análisis de sistemas, no corresponde al nuevo milenio y por lo tanto como resultado de nuestros actos nos creamos problemas, manifestados en hambre, niños sin hogar, adicción a las drogas, amenazas ambientales, desigualdad, violencia, etc. Sin embargo, es posible mejorar estas capacidades, a través del enfoque sistémico, desechando los viejos paradigmas y cultivando los emergentes.

La historia de la humanidad siempre se ha visto dominada por una violencia desenfrenada y una avaricia y afán de posesión insaciables. Adoptando una visión de totalidad del enfoque sistémico y los sistemas pensantes, podemos ayudarnos a escapar de estas estrechas y deprimentes limitaciones humanas que llevan obsesionando al mundo moderno desde hace varios siglos, preguntándonos qué somos, dónde estamos y como nos vemos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Si tú eres todas las cosas y si no tienes un reflejo de ti, careces de la experiencia de saber lo que eres. Las verdades eternas dejarán de ser verdaderas o eternas a menos que tengan significado para cada situación social nueva. El resultado del estudio tiene que ver con el uso de una metodología de investigación y trabajo, y no necesariamente provenir tan sólo de un problema de moralidad, como pudiéramos pensar en una primera instancia.

PROBLEMAS CON ENTRAMADO CRÍTICO Y COMPLEJIDAD INTEGRADA MULTIDISCIPLINARIA

Nada de lo que ocurre tiene una sola causa. La historia integra piezas fragmentarias en una imagen global que sólo tiene sentido si se refiere a la sociedad en su conjunto. Estamos inmersos en una complejidad política, social, económica, científica y cultural, con impresionante progreso del conocimiento que aumenta nuestra incertidumbre y donde la posibilidad de un cierto control de la complejidad permitiría dominar el cambio por venir. Nos domina un modelo transnacional, con argucias de típicos profesores mediocres expertos en promocionarse, que deja a los gobiernos un poder de decisión simbólico; donde su mercado sin control, como lo señala J. K. Galbraith, Premio Nobel de Economía, nos conduce en nombre de la libertad, a un sistema delictivo, con legitimación y justificación de un estado injusto de las cosas, que no sólo produce marginación sino incluso autodestrucción.

Problema que como señala Santiago Ramentol, navega entre la dinámica caótica, lógica difusa, sinergismo, teoría de catástrofes y estructuras disipativas; encontrándonos ante crecientes dificultades para mantenernos al nivel de las incesantes exigencias de cambio que caracterizan nuestro tiempo.

UNA CIENCIA DE LA RAZÓN PARA EL MANEJO Y DOMINIO DEL EGO

La historia demuestra que los humanos generalmente hemos actuado como una muchedumbre ingobernable, remisa a la lógica y a la disciplina: por lo que necesitaremos recurrir al poder de la cordura y a los sentimientos de unidad humana, pero sobre todo al control, manejo y dominio del ego, como las máximas virtudes que pueden darnos la capacidad de vivir en manifiesta armonía con nosotros mismos y con las leyes de la naturaleza.

Necesitamos postular un nuevo tipo de ética, un retorno de la ciencia a la razón, para evitar la destrucción de la humanidad. Las personas comunes y corrientes deben tener el valor y el liderazgo moral necesarios para transformar el mal en bien a todos los niveles de la sociedad, ya sea local o mundial. Lo cual para poderlo conseguir, nos haría falta recurrir a nuevas tecnologías y nuevas instituciones políticas, donde se dé la convivencia y la arena de la nueva lucha de los partidarios de la inteligencia artificial con los partidarios de la sabiduría natural.

Para cambiar el mundo debemos empezar por cambiar nosotros mismos, sabiendo que el ego y las emociones pueden arrojarnos al desorden y la confusión, a pesar de todos nuestros esfuerzos para alcanzar claridad y paz. En su lugar pasamos años eclipsados por la ira, el miedo, la codicia, la ambición y demás distracciones de la vida interior. La sociedad actual da un valor positivo a alguien con impulsos egoístas poderosos y voluntad de tener éxito. Es necesario cambiar y renunciar a esto y a uno de los mayores "valores" del sistema actual, la competencia como elemento esencial de "progreso" y vanidad, descubriendo juntos el placer de dar y compartir.

El objetivo de la inteligencia es la felicidad y cuando fracasamos nos condena a la desdicha, desamor y adicciones. No podemos continuar actuando como hemos actuado en el pasado a lo largo de gran parte de la historia y creer que podremos sobrevivir. Si queremos mejorar la situación del mundo y reducir la influencia de los elementos perversos en nuestros asuntos cotidianos, tenemos que encontrar formas de expresión menos destructivas y menos peligrosas. En muchas palabras no falta pecado, pero el que refrena sus labios es prudente. Debemos dejar de actuar como merolicos repitiendo según nos convenga, medias verdades o medias mentiras, para lograr nuestros propósitos. Ante el insulto, recordemos que "cada uno de nosotros solo puede ofrecer lo que tiene", es decir que todo deriva de nuestro nivel de conciencia. El rencor es el cáncer del alma. Cuando dejamos de culpar, comenzamos a asumir nuestras responsabilidades, donde buscar culpables es una pérdida de energía que estaría mejor dirigida a reparar los daños.

Einstein nos dice en su obra "Mi visión del mundo": Los ideales que iluminaron mi vida fueron "la bondad, la belleza y la verdad", las banales metas de propiedad, éxito exterior y lujo me parecieron despreciables desde siempre. En política no sólo faltan dirigentes sino que la independencia espiritual y el sentido de la justicia ha disminuido y el sentido de dignidad y justicia ya no es tan activo en las gentes. La mayoría de los políticos, no es seguro que hayan llevado a cabo mayor número de acciones buenas que malas. Por eso, debemos esforzarnos por despertar en los individuos el sentido de responsabilidad moral, como un importante servicio a la sociedad. Basándose no en bases religiosas, sino en la compasión, educación y motivos sociales ya que la sobrevaloración en la educación de lo intelectual ha perjudicado los valores éticos, donde la búsqueda de la verdad tendría que ser sagrada para el poder estatal y donde los servidores de la verdad no sean molestados, aunque sean pocos los profesores sabios y nobles y pocos los alumnos con sed de verdad y justicia.

Todo aquel que no reciba sentimientos de lo bello y lo moralmente bueno, no se merecen nada mejor que la esclavitud que les estaba destinada. Einstein solía decir: Cómo detesto las hazañas militares, los actos de violencia sin sentido: Qué cínicas, que despreciables me parecen las guerras; ¡Antes dejarme cortar en pedazos, que tomar parte en una acción tan vil !

DESPILFARRO DE RECURSOS PARA PRESERVAR LO IRRACIONAL; ¿POSIBLE DESAPARICIÓN DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?

Enormes recursos están siendo despilfarrados en la absurda carrera armamentista, en las luchas por el poder y en la persecución del crecimiento ilimitado. Las negociaciones diplomáticas y otros esfuerzos similares han tenido hasta ahora muy poco éxito, produciendo a menudo más problemas de los que han resuelto y la religión ha sido parte del problema más que de la solución. Debemos saber que es imposible aliviar esta crisis aplicando estrategias enraizadas en la misma ideología que la originó. Los orígenes más profundos de la crisis global radican en la naturaleza de la personalidad humana y reflejan el nivel de evolución de la conciencia de nuestra especie. La manifestación y alcance de la agresión humana no pueden explicarse simplemente haciendo alusión a nuestro origen animal. Hasta ahora los momentos cruciales ocurrían primero y luego se analizaban. Debemos formarnos una idea previa de lo que nos aguarda para actuar con conciencia y poder mejorar nuestras posibilidades de solución. Tenemos una capacidad de destrucción tan enorme que podemos acabar con todo vestigio de vida superior en cualquier momento.

LA CRISIS DE CONCIENCIA; EL PROBLEMA FUNDAMENTAL

La crisis global a la que nos enfrentamos es una crisis de conciencia en su origen y para salvar el mundo primero debemos liberarnos de esa conciencia egocéntrica y materialista que está dando origen a los problemas; de otro modo, sólo estaremos abordando los síntomas sin atacar las causas del verdadero conflicto. Debemos cambiar la conciencia materialista dominante, ya que ésta es la raíz del problema y, con base en el enfoque sistémico, pensar de manera distinta, sentir de manera distinta y relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza también de manera distinta. Debemos darnos cuenta de que el sistema en que vivimos no funciona y no nos aporta lo que realmente sería conveniente y deseable. Existe una perdida generalizada de significado, valores y perspectivas, y una tendencia general autodestructiva. El tratamiento crítico de todos los temas que nos atañen es el primer paso para el saneamiento de la ciencia, filosofía, hombre y ambiente.

Siendo conscientes de que: Estamos compuestos en lo general, por dos tipos de personajes, aquéllos que creen que sólo basta con aprender a extender la mano y pedir para que sus deseos se vean satisfechos, sin necesidad de ningún esfuerzo noble propio, y aquéllos que comprenden que el éxito es resultado de la tenacidad y de un esfuerzo agotador intenso y continuo. De los primeros nacen todos los problemas y conflictos y de los segundos todas las bendiciones, grandes logros y felices satisfacciones, que hacen que el mundo siga adelante.

Debemos determinar lo que no y lo que sí debe cambiar, porque el saber lo que no debe cambiar, nos da alternativas que nos permiten progresar y no tan sólo saber cómo resolver los problemas, sino además como anticiparnos a las dificultades futuras, donde aprendamos del pasado pero no vivamos en él.

La razón nos enseña que la agresión, tanto a la naturaleza como a nuestros semejantes, engendra represalias; pero debe existir una clara diferencia entre la lógica del hombre evolucionado, basada en la reflexión, la observación y la capacidad de ver más allá de la mera supervivencia y la lógica del hombre primitivo con su viejo instinto animal, donde el sentimiento es anterior al pensamiento; es decir, primero pelea o huye, y luego analiza y pregunta.

La felicidad nunca estará al alcance de aquellas personas que no sepan controlar sus emociones. No es difícil imaginar lo que hay que hacer para sobrevivir en este mundo tan irracionalmente competitivo y el coraje que tenemos que demostrar frente a la adversidad. El ego está siempre tentado a volver al paraíso de la infancia, en el cual la comida y el amor llegaban automáticamente y sin obstáculos. El drama del poder, necesidad biológica de satisfacer las demandas del ego, se encuentra asociada con las más antiguas estructuras animales y de la irracionalidad.

CONCLUSIONES

El poder en bruto es violento, mientras que el poder conseguido a través de la ambición es sutil; nos hace adictos a coger lo que queramos y nos expone a la tentación de pisotear los derechos de otras personas de acuerdo con su norma de considerar que el poder da derechos. Las reglas sociales prohíben robar o golpear, y por lo tanto el ego tiene que imaginar otras formas de como agrandarse y al mismo tiempo de seguir siendo bueno. La honestidad y la cooperación emergen raramente como solución; por lo que motivados por la misma conciencia, nace la manipulación, cuyo objetivo es obtener lo que deseamos pero sin quedar mal en el proceso, consideramos que algunas veces una cierta dosis de mal para conseguir una mayor cantidad de bien es justificable y de que Dios justifica la fuerza y la competencia, sin pensar ni por un momento sobre la posibilidad de que es posible perder o tener sentimientos de empatía, donde sentimos que el bien es tener aquello que deseamos y el mal es cualquier obstáculo que lo impida. Al final, el bien debe ser entendido como un alto nivel de conciencia y el mal como un bajo nivel de conciencia. El odio dice más acerca de quién odia que acerca de quién es odiado; engendra represión, intolerancia, y estrechez mental, donde es suficiente que un hombre odie a otro, para que poco a poco, alcance este odio a toda la humanidad.

A su vez, no hay venganza más honorable que la que no se cobra. La paz justa le hace bien al hombre, la cólera pertenece a las bestias. Conoce la paz quien ha abandonado todo deseo materialista. Los moralistas a su vez quieren que los otros se adapten a sus opiniones, reclamando el monopolio del juicio moral; sin ver que exhortar a las personas a ser sujetos morales, rara vez funciona. Cuando la sociedad se ha empobrecido es muy complicado lograr que impere la ley. Los delincuentes son el resultado de una desesperación y los exhortos morales no son, en sí mismos la respuesta. El logro más alto de la educación es la tolerancia.

La humanidad obtendrá más beneficios si es tolerante, en vez de obligar a cada uno a vivir como le parezca mejor a los demás. La intolerancia es una de las peores descortesías. Aprender a ser tolerantes es el objetivo de la vida civilizada, sin olvidar a su vez que quien no prohíbe el pecado, lo ordena. La cortesía es nuestra mejor esperanza para hallar y mantener la sutil y constante renegociación del equilibrio del que depende la existencia de la sociedad. La felicidad y el bienestar interior darán la auténtica medida del progreso social.

La tecnología ha aumentado nuestra capacidad de controlar el entorno, pero también ha puesto más de relieve los defectos de una conciencia parcialmente desarrollada. Las continuas crisis que observamos a nuestro alrededor son síntomas de una crisis interior más profunda: una crisis de conciencia. Cada persona es el reflejo del pensamiento que alimentó durante su vida y sus principales obstáculos están en su mente; lo que somos en ella, es lo que logramos en la vida.

Un ganador está consciente de que el obstáculo más grande que hay en su camino puede ser él mismo, donde a veces el silencio es la mejor respuesta que podemos dar; basta con mantener la mente unos minutos en silencio y podremos comprenderlo todo; donde con hacer lo ordinario extraordinariamente bien y si estás en paz contigo mismo, no gastarás tu fuerza vital en conflictos. Sería mejor que fueran nuestros actos los que hablaran por ti y así puede llegar el día en que sin que digas una palabra, muchos tratarán de imitarte y seguirte por el sendero de la paz, humildad y amor. Pero ignorar los hechos no los cambia, por lo que la vida nos enseña a protestar por aquello en lo que no estamos de acuerdo; pero también nos enseña a ignorar las palabras de los que lloran, critican y se quejan de todo.

De nada sirve la luz, si no iluminas el sendero de los demás; sólo puede ser llamado notable el hombre que se distingue de los demás por los recursos de su espíritu. El futuro no está predeterminado, nosotros lo fijamos día con día con nuestros actos y hay que luchar por nuestra realización, por encontrar la paz interior y por dejar un mundo mejor al que encontramos. Es combatiendo las dificultades, que se desarrolla la fortaleza del corazón y el verdadero cambio no se da en los demás, sino en nosotros mismos. Edison solía decir que toda persona debe decidir una vez en su vida, si se lanza a triunfar o se sienta a ver pasar los triunfadores.

Bibliografía

Galbraith J. K. (1969) La sociedad opulenta. Barcelona, Ariel.

 


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